• Los estudios muestran que las personas líderes que poseen empatía aumentan la satisfacción laboral de las personas y cultivan la lealtad.
  • Pero investigaciones recientes sugieren que sufren de fatiga por la misma razón.
  • A pesar de su agotamiento, los expertos dicen que hay estrategias para que se comprometan con su personal.
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Las personas no dejan sus trabajos, dejan a sus jefes porque no tuvieron empatía con ellos. Es un cliché de Recursos Humanos pero, como sabe cualquiera que haya renunciado por una persona líder horrible, hay una cierta verdad en ello. 

Estudio tras estudio muestra que el rasgo de personalidad que separa a los buenos jefes de los malos es, justamente, la empatía. 

Desafortunadamente para las personas trabajadoras, las investigaciones sugieren que dos años y medio después de la crisis de salud de Covid-19, los «pozos» de compasión de las personas líderes se están «secando». 

Una investigación de Deloitte publicada en junio, encontró que los empleados no sienten que sus jefes los hayan apoyado durante la pandemia. 

De hecho, solo 47% de los trabajadores cree que sus líderes entienden lo difícil que ha sido la pandemia para ellos, pero 90% de los gerentes señala que sí reconoce lo desafiante que ha sido. 

Pero la realidad puede ser distinta

Mientras tanto, una investigación realizada por TINYpulse, sugiere que el agotamiento y la fatiga por empatía, que se define como el cansancio emocional causado por preocuparse por los demás, se han mantenido en niveles altos para los líderes empresariales y de Recursos Humanos en comparación con los empleados este año.

«Además de la gran carga de trabajo, los jefes han jugado un papel importante en el apoyo a los empleados durante los momentos emocionalmente difíciles, y simplemente están saturados», expuso Elora Voyles, psicóloga organizacional industrial en Tiny Pulse. 

“Como resultado, están sintiendo una cantidad extraordinaria de agotamiento”.

En un momento en que las personas continúan renunciando a sus trabajos a un ritmo sin precedentes, en silencio o no, los niveles de estrés de los empleados se están disparando y la manera en que las personas piensan sobre el empleo está cambiando, los hallazgos tienen implicaciones sobre cómo las organizaciones retienen a las personas.

«La gente se pregunta: ¿Me siento querido? ¿Mi jefe entiende por lo que estoy pasando? ¿Tengo un sentido de pertenencia y propósito?», comentó Steve Payne, jefe del grupo de consultoría de las Américas de EY. 

Y cuando la respuesta a esas preguntas es «no», dice, «la hierba comienza a verse más verde en otros lugares».

Una desconexión de la gestión 

Cuando el coronavirus golpeó por primera vez en 2020, los jefes tuvieron empatía con las muchas cargas y desafíos que asumieron los empleados, indicó Payne. Pero a medida que la crisis de salud se prolongó, muchos se han acostumbrado casi al estrés de sus trabajadores.

Además, los gestos de algunos directivos para ayudar a su plantilla laboral, incluidos los beneficios de salud mental ampliados, aumentos salariales, opciones de trabajo remoto y descansos en toda la empresa para evitar el agotamiento, no han tenido el efecto deseado.

Según una encuesta de EY del año pasado, más de la mitad de las personas declararon que los esfuerzos de sus empleadores por tener empatía y comprensión eran deshonestos. 

Dos de cada cinco aseguraron que su empresa no cumplió cuando hizo sus promesas.

«A nivel individual, las personas no tienen la sensación de que sus líderes se preocupan por sus circunstancias», puntualizó Payne.

Así que están renunciando en masa, pero no tiene que ser de esta manera. 

«Los jefes deben cerrar la brecha de decir y hacer creando entornos donde los trabajadores se sientan valorados y comprendidos», agregó. 

Sin embargo, cuando los propios gerentes se sienten agotados, eso puede requerir algunas soluciones más amplias. 

Desarrollar una mentalidad empática

Los mejores jefes son aquellos que ven a sus empleados no como máquinas para hacer tareas, sino como personas con familias, responsabilidades y una vida plena fuera del trabajo, según Dane Jensen, un experto en liderazgo que enseña en la Escuela de Negocios «Smith» de la Universidad de Queen en Canadá.

Entonces, ¿por qué tantos líderes de primera línea todavía no lo hacen? 

Hay algunas razones, ponderó Mo Cayer, profesor de psicología industrial y organizacional en la Universidad de New Haven. Se remonta a la encuesta Tiny Pulse: fatiga por empatía.

En opinión de Cayer, el problema es sistémico. Afortunadamente, una gran cantidad de investigaciones han encontrado que los comportamientos derivados de ese sentimiento se pueden aprender; las organizaciones deben invertir en capacitación y desarrollo de liderazgo. 

A falta de iniciativas generales, Cayer aconsejó a las personas que tomen el asunto en sus propias manos para aprender a cultivar más empatía de la que pensaban que tenían. 

Desarrollar una mentalidad empática requiere exhibir gracia no solo con los demás, sino también con uno mismo. Implica reconocer que casi todo el mundo está haciendo lo mejor que puede bajo las circunstancias que le ocurren.

Esa es una nota para los jefes agotados: dile a tu propio líder que necesita ayuda, por el bien del equipo.

«La capacitación comienza cuando las personas reflexionan sobre sus propias experiencias y recuerdan los momentos en que no fueron tratados con compasión», concluyó. «Necesita entrar en un nivel profundo».

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