• La Generación Z es la primera donde madres y padres están en el mercado laboral.
  • Además, se enfrenta a cambios derivados de la tecnología y otros aspectos.
  • Conoce qué es lo que hace a esta generación la más solitaria de las existentes.
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La Generación Z es impresionante en cualquier medida y es la más solitaria.

Tienen más años de educación formal y tasas menores de deserción escolar que cualquier generación anterior. Es más probable que eviten el uso de drogas y tengan estadísticas más bajas de embarazo adolescente.

Las personas son consumidoras inteligentes de información y usuarias de tecnología. Son menos propensas a traficar con información errónea y teorías de conspiración.

Pero a pesar de todos estos atributos, muchas y muchos de los integrantes de la Generación Z también se sienten increíblemente solos.

Ninguna generación tiene sentimientos más agudos de desconexión social que ella, según un estudio masivo que la aseguradora de salud Cigna encargó en 2020.

Es cierto que las y los jóvenes suelen reportar altas tasas de soledad y que la situación de la Generación Z se ha visto exacerbada por intensos periodos de aislamiento social provocado por la pandemia.

Pero el Covid-19 no tiene toda la culpa. Parte de la soledad colectiva de este grupo se puede atribuir a las diferencias en sus experiencias en comparación con las generaciones anteriores.

Los cambios para la Generación Z, nacidos entre 1996 y principios de la década de 2010, comenzaron en la infancia. 

Una encuesta reciente realizada por el Centro de Encuestas sobre la Vida Estadounidense a más de 5,000 personas adultas, encontró que 56% de las y los miembros de este grupo se sintieron solos al menos una o dos veces al mes durante su infancia. 

En comparación, solo el 24% de las y los baby boomers señalaron que se sentían solos con esta frecuencia al crecer. 

Los sentimientos generalizados de la Generación Z, la más solitaria, probablemente surgieron de las experiencias formativas muy diferentes que han tenido. 

Para entender lo que les está pasando a las y los adultos jóvenes hoy en día, tenemos que mirar mucho más de cerca las decisiones de sus padres.

Generación Z ha pasado menos tiempo haciendo las pequeñas cosas que forjan una vida plena… 

La evidencia muestra que las pequeñas interacciones y las conexiones sociales pueden ser cruciales para crear una vida plena, y muchas personas de la Generación Z se han perdido esos momentos.

Según el informe del Survey Center on American Life, solo 38% de las y los estadounidenses que pertenecen a este grupo explicaron haber comido con su familia todos los días durante la infancia.

En generaciones anteriores, las comidas familiares regulares eran la norma. El doble de las y los baby boomers (76%) comentó haber comido juntos; un contraste sorprendente, junto con 59% de la generación X y el 46% de las y los millennials.

Las comidas regulares en familia son importantes por todo tipo de razones. Como dice Family Dinner Project, «la cena puede ser el único momento del día en el que podemos reconectarnos, dejando atrás nuestras actividades individuales como jugar videojuegos, enviar correos electrónicos y hacer la tarea».

Las conexiones y la confianza forjadas a través de las comidas diarias tienen implicaciones a largo plazo en las relaciones familiares: se ha demostrado que las y los estadounidenses cuyas familias comían juntas regularmente, tienen mejores relaciones con sus padres.

Y es aún menos probable que la cena familiar ocurra en hogares monoparentales. Las y los adultos jóvenes de hoy en día tienen muchas más probabilidades de haber crecido con una o un solo progenitor en el hogar.

Es más probable que se sientan solas y solos frente a aquellas y aquellos criados en hogares con dos padres. Pero incluso las y los integrantes de la Generación Z criados en hogares con dos padres afirman haber tenido una infancia más solitaria que las generaciones pasadas.

Esto se conecta con las prioridades de los padres y la dinámica del lugar de trabajo. 

Madres y padres trabajadores: la realidad de la Generación Z

La Generación Z es la primera en la que tener madre y padre que trabajan es la norma. La mayoría de los hogares ​​ahora están compuestos por dos asalariados. 

Si bien existen razones culturales y económicas para esto, la realidad es que el cambio introduce una serie de complicaciones. 

Las madres y los padres ahora tienen que negociar diferentes demandas y horarios en el lugar de trabajo. 

Además de eso, la tecnología está borrando las distinciones entre el trabajo y la vida familiar. El correo electrónico y la mensajería instantánea han penetrado en nuestros espacios domésticos y cambiaron las expectativas sobre cuándo termina la jornada laboral. El trabajo remoto puede estar exacerbando este problema

Entonces, ¿qué están haciendo madres y padres al respecto?

Irónicamente, a pesar de las presiones laborales modernas, las madres y los padres estadounidenses de hoy están más involucrados que nunca en la vida de sus hijas e hijos.

Las personas llamadas «helicóptero» pasan más tiempo haciendo «malabares» de horarios; organizando actividades y comprometiéndose con sus hijas e hijos hoy que la generación que los crió. 

Entonces, ¿cómo se gasta todo este tiempo y energía adicionales? En actividades extracurriculares.

Las familias de están invirtiendo una cantidad extraordinaria de tiempo buscando oportunidades para brindarles a sus hijas e hijos experiencias y habilidades únicas para darles una ventaja en la admisión a la universidad o en una carrera. 

Una encuesta de Pew encontró que la mayoría de madres y padres informan que sus hijas e hijos han participado en diversas clases.

Van desde lecciones de arte, música y hasta baile, aunque estas eran más comunes entre las familias más ricas. 

Otro estudio encontró que desde la década de 1970 hasta finales de la década de 2000, el gasto de las familias en actividades de enriquecimiento para sus hijas e hijos aumentó significativamente. 

Las expectativas de madres y padres también han cambiado. En una entrevista con The New York Times, Lauren Barr, vicepresidenta de desarrollo juvenil y comunitario de la YMCA de Greater New York, señaló que «madres y padres ahora esperan que las clases les enseñen a las y los niños habilidades especiales, en lugar de simplemente dejar que jueguen, como en el pasado».

Como resultado de estos horarios agotadores, los zoomers crecieron teniendo menos tiempo libre. 

Un estudio en Pediatrics encontró que «los cambios en la estructura familiar y una mayor atención a las actividades académicas y de enriquecimiento» han tenido prioridad sobre «el recreo o el juego libre centrado en la niña y el niño». Y las actividades no orientadas al logro también se están quedando en el camino. 

También es menos probable que la Generación Z haya participado en actividades religiosas organizadas con su familia. Esto ya sea asistiendo a servicios religiosos, oraciones u otras actividades de educación de esta índole.

Quizás no sea sorprendente que los miembros de la Generación Z, la más solitaria, sean mucho más propensos que las generaciones anteriores a decir que sus logros profesionales y educativos sirven como marcadores críticos de su identidad. 

Una investigación reciente del Grupo Barna encontró que ningún otro atributo o interés era más importante para el sentido de identidad de esta generación que sus logros personales. 

Y antes de culpar a las redes sociales u otros aspectos de la cultura estadounidense, es importante reconocer que gran parte de esta presión proviene de las madres y padres.

Un estudio a gran escala de estudiantes hecho a estudiantes de secundaria y preparatoria encontró que «las y los adolescentes valoran el logro más que el cariño, en gran parte porque creen que sus madres y padres lo hacen». 

Destacar es el nuevo imperativo. Desde una edad temprana, aprendemos que debemos ser líderes, no seguidores. Influencers, no influenciados. El número de colegios y universidades que ofrecen programas de liderazgo se ha triplicado en las últimas dos décadas. 

Admiramos la novedad y la innovación y devaluamos la importancia de trabajar juntos y llevarnos bien. 

Esto se manifiesta incluso en la parte más básica de nuestras identidades: nuestros nombres. Joe Pinsker en The Atlantic señala que cuando se trata de nombrar a las y los niños, madres y padres priorizan cada vez más el carácter distintivo. 

«En los últimos 60 años, más o menos, el enfoque de las familias estadounidenses para nombrar a sus hijas e hijos ha experimentado un cambio profundo. Hoy en día, muchas personas buscan nombres menos populares para ayudar a sus hijas e hijos a destacarse. Pero en el pasado, solían elegir nombres comunes, conscientemente o no, para que sus bebés destacaran», explica.

Pero aquí está el problema: si todas las personas estamos tan ocupadas tratando de ser únicas, se vuelve mucho más difícil unirnos. 

Ser parte de cualquier grupo, ya sea una familia, una iglesia o un lugar de trabajo, significa cumplir con las normas establecidas. Además de adoptar un conjunto distinto de valores y seguir un determinado grupo de reglas. 

Requiere que desordenemos algunos de nuestros propios intereses por el bien del grupo. Sin algunos valores o estándares compartidos, no puede haber cohesión.

Nadie debería tener que ocultar o cambiar quiénes son para encontrar su lugar en la sociedad. Pero si solo priorizamos nuestras propias necesidades y ambiciones individuales, una de las pocas cosas que todos compartiremos es un sentimiento de desconexión social.

Cualquiera que sea la causa, está claro que estamos criando niñas y niños que son más exitosos, pero también más solitarios y menos conectados socialmente. Y estamos poniendo en marcha estos patrones pronto. 

Desafortunadamente, las experiencias formativas de tantas personas de la Generación Z, muy solitaria, pueden haber puesto en marcha una trayectoria que es difícil de cambiar. 

Las tasas de matrimonio se están desplomando entre las personas adultas jóvenes y las redes de amistad son más pequeñas y débiles de lo que eran antes. 

Las y los usuarios de Zoom están dedicando gran parte de su energía a buscar la realización a través de logros profesionales, educación o actividades individuales.

Cada vez es más claro que este impulso está dejando a estas personas jóvenes profundamente solas y a la deriva.

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