• Desde muy pequeñas aprendemos a no tener vello, como una referencia a ser bonitas y deseables.
  • Sin embargo, Bel Olid autora de "A contrapelo: O por qué romper el círculo de depilación, sumisión y autoodio" asegura que es momento de erradicar ese canon.
  • Y dar un paso hacia la libertad de elegir si queremos o no estar depiladas, que tener pelos en axilas, bigote, cejas y pubis sea una opción y no una norma.

Recuerdo la primera vez que me depilé. Tenía 13 años y el vello del bigote fue el primero que arrancaron con la cera caliente, después los de la axila. Así era en cada momento que empezaban a asomarse los primeros puntos de crecimiento de vello corporal.

En secundaria, la falda debía ir por debajo de la rodilla, con calcetas largas, pero algunas niñas elegían subirla más y bajar las calcetas, se veía que ya no había vello en sus piernas y parecían tener la piel suave.

Eramos niñas, pero los pelos ya no tenían cabida con nosotros, menos en las clases de educación física o en natación.

Esto fue lo que recordé al momento de leer a Bel Olid, autora de «A contrapelo: O por qué romper el círculo de depilación, sumisión y autoodio», disponible en la plataforma de lectura por suscripción Scribd, donde reconocí que la depilación siempre ha estado ahí.

Depilación desde los egipcios

En entrevista con Business Insider México, Olid compartió cómo es que las mujeres tenemos un autoodio a nuestros vellos y de dónde viene la idea de la depilación.

La historia de la depilación viene de los antiguos egipcios, donde la élite depilaba su cuerpo para demostrar su clase y era una concepción tanto para hombres como para mujeres.

No solo eran los egipcios, también los romanos y griegos utilizaban conchas marinas y cera de abejas para poder lograrlo. Además, según el libro Enciclopedia del pelo: Historia Cultural, la calvicie era símbolo de un cuerpo limpio y para los romanos, entre más suave la piel, más pura y superior eras, según CNN.

Para la Edad Media, el cabello ya era una muestra de feminidad pero se mantenía oculto al público y cuando llegó Isabel I la depilación total de las cejas fue tendencia.

El Siglo XX y la reducción del vello

Luego vino la teoría de Darwin, donde entre menos pelo más evolución y más atractivo sexual.

De acuerdo con CNN, en 1900 la clase alta empezó a ver el vello corporal de la mujer como algo asqueroso y la depilación era la forma de separarse de otras clases sociales.

Ya para 1915, la revista Harper’s Bazaar describió la depilación como una necesidad, luego vinieron los bikinis y el nacimiento de Playboy.

«Esta norma llegó cuando se empezaron a mostrar más partes del cuerpo, cuando al principio del siglo XX se empezaron a cortar las mangas de las camisas y se acortaron la faldas», dijo Olid.

Pero en la década de los años setenta, el pelo no se consideraba antinatural y tenerlo en piernas, axilas, cejas y bigote era una forma de revolución, incluso en la industria pornográfica se podía ver vello por todos lados.

Sin embargo, nuevos estándares llegaron. Y la depilación se convirtió en la norma.

«El vello púbico de las mujeres era muy abundante está presente en el porno de los años setenta, pero este se va reduciendo, reduciendo hasta llegar ahora, donde hay pubis que parecen de niñas», dijo Olid.

La depilación brasileña y lo que hay detrás de ello

Laura cuenta que la cera y los rastrillos le maltrataba la piel y su primera vez cerca de ellos fue a los 13 y 14 años. Incluso, cuenta que aunque sabe que usará pantalón la incomodidad de tener un vello fuera de lugar la hace sentir presionada y carga con unas pinzas para depilar.

«Jamás se me hubiera ocurrido salir sin depilarme», dijo, y cuenta que un novio le pidió depilarse todo el área genital, lo cual resultó más incómodo.

De esto habla Olid, «me parece muy inquietante que una marca de la edad adulta, que es tener vello en el pubis, se elimine y de alguna forma se nos iguale a todas y se nos meta a todas en este mismo saco de objeto sexual».

Se nos enseña que siempre debemos ser deseables para una mirada masculina «por lo tanto nos dijeron que no somos deseables si tenemos vello y eso es algo que perturba y preocupa».

La opción sobre el control de nuestros cuerpos

«A los hombres no sienten que deben depilarse», agregó Laura.

Es cierto. A los hombres se les da la opción de elegir si pueden estar depilados o no, asegura Olid, mientras que a las mujeres se les disfraza esa libertad, debido a que cuando una se anima a salir con pelos en la axila, bigote, ceja o piernas, las miradas están ahí o al menos eso sentimos.

«Es la sensación de que cualquier persona puede opinar sobre nuestros cuerpos, los cuerpos de las mujeres están ahí para que los hombres opinen sobre ellos y tengan el permiso de decir algo. Esto es una forma de control», dijo Olid.

«La primera vez que me depilé las piernas casi lloro, me dolió mucho, te queda la piel hinchada un rato. Parece que te da varicela. Ya después me acostumbré a ese dolor», contó por otro lado, Lulú.

Olid sostiene que desde muy pequeñas aprendemos a no tener vello y cuando salimos con pelos «nos sentimos poco deseables si tenemos vellos y es algo difícil de cambiar, difícil de educar pero vale la pena».

¿Cómo poder destruir esta canon?

Bel asegura que el camino es la reeducación «de algo que está muy interiorizado y que no se hace de un día para otro».

Mas que hacer un cambio en este canon es eliminarlo, «a mi me da lo mismo si la gente tiene o no pelo. Hay personas que tienen muy poco o casi no se les ve y si cambiamos el canon va a ser un problema para esas personas».

Y es que lo más importante es que las decisiones sobre nuestro cuerpo, la forma en la nos guste vernos y la estética recaiga en nosotras, las mujeres.

«Hay días en que me apetece pintarme los labios y otros no, y no pasa nada. No recibo ninguna censura social por el hecho de presentarme así y el tema del vello corporal debería ser así».

El movimiento body neutral también ayuda a deshacernos de estos mandatos de género, con la simple idea de que amemos nuestro cuerpo porque estamos vivas.

Además, esta idea viene acompañada con la libertad de decidir si queremos vernos deseables para uno misma para alguien especial y no lo atañe como una obligación por ser mujer.

«Mi cuerpo es valioso porque estoy viva, me permite respirar, comer, correr, lo que sea que permita mi cuerpo. No le debo a nadie el ser guapa o deseable y puedo decidir si quiero ser deseable o no», concluyó.

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