• Hay un rasgo común que ayuda a las personas a iniciar y mantener amistades más fácilmente.
  • Este va en función del tipo de apego que desarrolló en su infancia, pues existen tres: evitativo, seguro y ansioso.
  • Con un cambio de perspectiva puedes aprender a manejar tu tipo de apego y hacer más amigos.
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Las relaciones sociales, sobre todo las cercanas, son importantes para la salud mental y la felicidad. Pero no siempre es fácil hacer amigos, y a medida que cumples años te das cuenta de que tu número de amistades va decreciendo drásticamente.

Sin embargo, no es así para todos. Hay quien no parece sentirse intimidado a la hora de conocer gente, incluso de adulto. Seguro que ahora tienes en mente a esa persona que rápidamente conecta con las personas y cuyo grupo social parece no tener fin. 

No solo son mejores para hacer amigos, sino que también ven sus amistades como más cercanas y duraderas.

La ciencia encontró cuál es el rasgo común que define a todas las personas con facilidad para hacer amigos. Se trata del apego seguro, una cualidad distintiva que les permite prosperar mucho más allá del campo de la amistad.

Según un artículo en The Atlantic, las personas con este rasgo tienen una mejor salud mental, están más satisfechas en el trabajo y son más abiertas a nuevas ideas. La investigación sugiere que se arrepienten menos y mantienen más la calma.

¿Qué tipos de apego hay?

El apego es el sentimiento visceral que proyectamos sobre las interacciones. Es una vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular entre dos individuos que se consolida con el tiempo. Surge cuando se está seguro de que la otra persona estará ahí incondicionalmente, lo que facilita que aparezcan la empatía, la comunicación emocional y hasta el amor entre estas personas.

Según la teoría del apego, existen tres tipos principales: el seguro, el ansioso y el evitativo. Hay un cuarto tipo que es el desorganizado: una mezcla de los dos últimos, no muy estudiado aún en adultos. 

Cada persona tiene un estilo de apego primario que demuestra con mayor frecuencia cuando entabla relaciones. Este se desarrolla en la infancia, influenciado por las experiencias vividas durante los primeros años de vida, aunque otros eventos puedan después influir.

Si los progenitores fueron cálidos, la persona se volverá segura. Si no respondían o eran sobreprotectores, se evolucionará hacia un apego inseguro que se acentuará con ansiedad o evitación. 

Cada uno se demuestra de manera diferente: las personas seguras asumen que son dignas de amor y que es posible confiar en que los demás se lo darán; las personas con un apego ansioso asumen que los demás las abandonarán, así que se esfuerzan demasiado por adaptarse a los demás. En cambio, las personas con apego evitativo, aunque tienen miedo al abandono, mantienen a los demás a distancia para protegerse. 

Comprender el estilo de apego de cada uno permite por tanto controlar mejor los entornos sociales. «Cuando reconocemos cómo contribuimos a nuestros propios problemas de relación, podemos intentar cambiar de rumbo hacia una mayor seguridad y amistades más fuertes», indica el artículo en The Atlantic.

Tener confianza en ti y en las personas es clave para hacer amigos

«Si confías en las personas, las haces más confiables», explica a Nature Ernst Fehr, profesor de la Universidad de Zúrich y coautor de un estudio sobre los actos altruistas. O dicho de otro modo, asumir lo mejor prepara a las personas para recibir lo mejor. 

Las personas seguras asumen más riesgos en las relaciones pues se arman de resiliencia y buena fe. Por eso es más probable entonces que inicien nuevas amistades, aborden conflictos de manera productiva y compartan intimidades, lo que les ayuda a crear vínculos. 

En cambio, quienes tienden al apego ansioso asumen que esos riesgos terminarán mal optan por exponerse menos.

La investigación revela que las personas con apego evitativo y ansioso tienen más probabilidades de terminar amistades. En cambio quienes tienen apego seguro son más propensas a hacer amigos y menos a terminar lazos sociales.

¿Quieres ser más sociable? Cambia de perspectiva

«Qué atrevido se vuelve uno cuando está seguro de ser amado». La frase de Sigmund Freud resume a la perfección cómo el apego seguro capacita para las relaciones sociales.

La investigación sobre parejas sugiere que cuanto más positivamente se siente alguien acerca de sí mismo, más probable es que asuma que agrada a los demás. Cuando las personas asumen que agradan a los demás, se trata de una profecía autocumplida, algo que en psicología se denomina «la profecía de la aceptación».

Lo que plantea es sencillo: cuando piensas que gustarás a otras personas, te comportarás con más calidez hacia ellas y en consecuencia, les agradarás más. Cuando, en cambio, supones que no les vas a caer bien, te comportarás con más frialdad y entonces terminas por no agradar tanto.

Danu Anthony Stinson, profesora de psicología de la Universidad de Victoria en Canadá, planteó la hipótesis en un estudio. Lo que encontró fue que en general la profecía era cierta. La expectativa de rechazo conduce a la proyección de un comportamiento más frío y defensivo hacia los demás, lo que lleva directamente al rechazo real.

Así que si quieres empezar a hacer amigos ya sabes lo qué hacer. En lugar de dar por sentado que no les agradarás, adopta la feliz posición de esperar ser aceptado y terminarás siéndolo.

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