• La baja natalidad tendrá consecuencias graves para muchos países en las próximas décadas.
  • Se estima que para 2050, México tendrá una población de adultos mayores de 22.5% contra una infantil de solo 14.2%.
  • La baja natalidad obliga a anticipar requerimientos futuros en materia de políticas y programas de salud, migratorias, educación, vivienda, seguridad social y servicios básicos, entre otros.
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Desde hace un par de años, los censos poblacionales en ciudades como San Francisco, Nueva York, Seattle, Madrid y, más recientemente, Barcelona han reportado más animales de compañía que niños en estos hogares.

Más allá de las causas que originan estas ciudades vacías de niñez —que van desde el encarecimiento de la vivienda y el estilo de vida en las grandes urbes, hasta la autonomía corporal de las mujeres y personas con útero que tienen el privilegio de decidir no reproducirse—, las consecuencias de la baja natalidad se deben atender desde ahora.

Las proyecciones demográficas —particularmente, del norte global— indican una disminución en tasas de natalidad al mismo tiempo que aumenta la expectativa de vida. Esto se traduce en una mayor proporción de población envejecida.

En México, de acuerdo con el estudio Situación Demográfica De México 1950-2050, el grupo de personas mayores representaba 12% de la población total en 2022; se estima que esta proporción incremente hasta 22.5% en 2050, casi el doble en un periodo de 28 años.

Al comparar estas cifras para los mismos años, la población infantil en 2022 representaba 20% del total a nivel nacional. Para el 2050 se espera un fuerte decremento llegando a 14.2% del total.

Las consecuencias de la baja natalidad

Con una baja natalidad, la planeación demográfica, económica, social y política del país en diferentes campos —tanto en el ámbito público como en el privado— se vuelve de suma relevancia.

Habrá que anticipar los requerimientos futuros en materia de políticas y programas de salud, migratorias, educación, vivienda, seguridad social, servicios básicos, comercio y espacio públicos, entre otros.

Ahora bien, el sistema ha dado cauce al incremento de familias interespecie y sus necesidades, la oferta y la demanda de productos y servicios para atender a los animales de compañía ha sido excepcional.

No solo los departamentos en renta aceptan inquilinos no humanos, sino que incluso las compañías aseguradoras cuentan con seguros médicos para perros y gatos. Ni qué decir de tiendas de ropa, juguetes, veterinarias y los espacios públicos que las ciudades han adoptado para la inclusión principalmente de los perros.

Sin embargo, ¿qué se está haciendo —en lo público y en lo privado— para atender el fenómeno de que la población de estas ciudades ya envejece y la población infantil disminuye?

La narrativa capitalista sigue siendo pro-natalista: resalta la maternidad como el único y más adecuado camino para las mujeres, especialmente las mujeres blancas —aunque históricamente, el sistema patriarcal-capitalista ha aplicado teorías de eugenesia de manera discriminatoria en grupos de mujeres afrodescendientes, migrantes, racializadas e indígenas—.

Sin embargo, cada vez más se habla abiertamente sobre la no maternidad como una opción válida y un camino alternativo que las mujeres pueden elegir.

El sistema deberá cambiar y transformarse en una colectividad que valore y dé cabida a la diversidad de las decisiones de vida de las personas. 


* Irán Sosa e Isabel Cortés son cofundadoras de Nunca Madres, organización que busca crear conciencia y generar mayor visibilidad de las no maternidades en México y Latinoamérica, siempre con respeto hacia las maternidades y con el reconocimiento de que existen otras luchas y otras resistencias que no les permiten a algunas personas decidir libremente sobre su cuerpo.

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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