• Un estudio encontró que las personas que tenían más interacciones sociales vivían más que las que no.
  • Las personas mayores que recibían la visita de su familia y amigos al menos una vez al mes tenían menos probabilidades de morir.
  • Sin embargo, vivir solo parece aumentar el riesgo de morir.
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Ver a tu familia y amigos al menos una vez al mes a medida que envejeces podría ayudarte a vivir más tiempo, sugiere una nueva investigación realizada con medio millón de personas.

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Glasgow —publicado en BMC Medicine el viernes— encontró un vínculo entre no recibir nunca la visita de la familia o amigos y un mayor riesgo de morir.

Aunque el aislamiento social se ha relacionado anteriormente con una muerte más temprana, la nueva investigación reveló los efectos potenciales de diferentes tipos de interacción social en la esperanza de vida. 

Descubrió que, aunque todas las formas desempeñaban un papel, las visitas de la familia y amigos, la participación en una actividad grupal semanal y no vivir solo parecían marcar la mayor diferencia.

Los investigadores utilizaron datos de 458,146 adultos del Reino Unido de entre 37 y 73 años, con una edad promedio de 56.5 años. Fueron reclutados entre 2006 y 2010.

A los participantes se les hicieron preguntas sobre cinco maneras diferentes de interacción social. Dos eran subjetivas (con qué frecuencia podían confiar en alguien cercano a ellos y con qué frecuencia se sentían solos) y tres eran objetivas:

  • Con qué frecuencia los visitaban amigos y familiares
  • Con qué frecuencia participaban en una actividad grupal semanal
  • Si vivían solos

Cuando los investigadores hicieron un seguimiento un promedio de 12.6 años después —dependiendo de cuándo se había reclutado a cada persona—, encontraron que 33,135 de los participantes fallecieron.

Aunque aquellos que socializaban menos tenían más probabilidades de haber muerto, fueron las formas objetivas las que tenían el vínculo más fuerte. En particular nunca recibir visitas de la familia y amigos, lo que se asoció con un aumento del 39% en el riesgo de muerte.

Incluso participar en actividades grupales semanales no pareció reducir el riesgo si los amigos y familiares no lo visitaban. Además, una visita al mes se relacionó con un riesgo significativamente menor de muerte, de acuerdo con el estudio.

Curiosamente, las visitas más frecuentes no redujeron aún más el riesgo, dijo a Insider el autor principal del estudio, Hamish Foster, investigador clínico especializado en salud y desigualdades sociales en la Universidad de Glasgow.

Vivir solo y estar aislado de otras maneras —como no realizar actividades grupales semanales o recibir visitas regulares de familiares y amigos— se relacionó con una probabilidad del 77% de muerte.

“También intentamos tener en cuenta muchos otros factores que podrían explicar los hallazgos. Por ejemplo, la edad de las personas, su género, su estatus socioeconómico, si eran fumadores y más”, dijo Foster. 

“E incluso después de eliminar esos factores de la ecuación, todavía se demostró que estas conexiones sociales eran importantes para el riesgo de muerte”.

El estudio no midió la calidad de las interacciones sociales

Los investigadores resaltaron las limitaciones del estudio y dijeron que es posible que los hallazgos no se apliquen a todos. 

Por ejemplo, los datos que utilizaron del Biobanco del Reino Unido no representan a la población de la nación en su conjunto. Además, las medidas de interacción social fueron simples y autoinformadas.

Foster dijo a Insider que el estudio no puede probar que la falta de socialización cause la muerte. Sin embargo, contribuye a la evidencia existente que sugiere que el aislamiento y la soledad podrían causar mala salud. Se necesita más investigación para llegar a conclusiones más seguras, afirmó.

El estudio tampoco midió la calidad de las conexiones sociales, solo su número.

“Los humanos somos realmente complicados y también lo son nuestras conexiones. Nuestros promedios en este estudio son bastante crudos en comparación con lo que los humanos son capaces de hacer. No obstante, este estudio aún es muy detallado y está comenzando a profundizar en cómo los diferentes tipos de conexión son importantes”, dijo Foster.

Socializar se valora en los países de la Zona Azul

El vínculo entre la interacción social y la longevidad no es nuevo. De hecho, a menudo se cita como un factor clave del estilo de vida en las “Zonas Azules” del mundo, que son los lugares con altas proporciones de centenarios.

Por ejemplo, en Okinawa, Japón, existe una tradición de “moai”, que implica vivir dentro de fuertes redes sociales.

Del mismo modo, en la isla griega de Ikaria, pasar tiempo con la familia es una parte importante de la cultura y las comidas se consideran ocasiones para reunirse.

Aunque los participantes del estudio eran de mediana edad y mayores, Foster dijo que existen investigaciones que sugieren que las personas más jóvenes también pueden beneficiarse de la conexión social.

También que es necesario hacer más por las personas de todas las edades que se sienten solas y aisladas.

“Necesitamos ver más intervenciones y apoyo a nivel de la sociedad que hagan que las conexiones sociales sean más fáciles, probables y de mayor calidad”, afirmó Foster. 

“Por ejemplo, centros comunitarios, parques, lugares y actividades que faciliten que las personas se conozcan y conecten para establecer relaciones de alta calidad”, finalizó.


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