• La descontrolada inflación hizo que rentar a largo plazo en moneda local sea casi imposible.
  • Los arrendadores prefieren dólares y plazos cortos, lo que descarta a los argentinos que buscan casa.
  • Las autoridades estiman que hay 131,000 viviendas vacías en Buenos Aires.
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Rentar un lugar para vivir a largo plazo y en pesos argentinos es una misión titánica en Buenos Aires, donde domina la oferta temporal y en dólares como consecuencia de una inflación anual de tres dígitos que reventó el mercado de bienes raíces.

Martina Campos López, de 33 años, y su pareja, de 43, llevan más de un año de búsqueda, a pesar de tener buenos empleos –ella antropóloga, él técnico informático– y el respaldo de avales, algo que los pone en la cima de la lista de candidatos.

Hace un tiempo, se les ocurrió la gran idea de dejar el departamento que rentaban y regresar a la casa familiar con el plan de ahorrar por unos meses para poder alquilar algo mejor.

«Fue una pésima decisión», dice Campos. «Desde entonces vivimos en casa de mi madre, nuestra vida está en pausa, lo provisorio se volvió permanente, es desalentador».

La pareja antes destinaba menos del 50% de sus ingresos al pago de la renta. «Ahora ni poniendo el 70% conseguimos vivienda», afirma.

Martina Campos dice que la mayoría de sus cosas y las de su hijo de 2 años siguen empacadas en cajas que no esperan poder abrir pronto. Foto: AFP / Luis Robayo.

El efecto de una inflación fuera de control

La situación se volvió dramática en los últimos seis meses con oferta casi nula por el aumento en la inflación que fue de 8.4% en abril, la mayor cifra mensual en tres décadas, y acumuló 32% en el primer cuatrimestre.

«No tenemos nada en pesos y cuando nos llega una propiedad, dura horas, la gente está desesperada, reserva viendo sólo las fotos», describe Fernanda Ledesma, una experimentada agente inmobiliaria.

La oferta se volcó al segmento temporal en dólares para compensar la vertiginosa devaluación de la moneda argentina. El resultado es un precio de ganga para el turismo internacional por sobreoferta.

Es un nicho disputado por los propietarios que huyen de los requisitos legales del mercado de renta tradicional, donde la ley actual permite un solo ajuste anual del valor de renta y contratos a tres años mínimo.

Así no dan ganas de rentar en Buenos Aires

Para los arrendadores, esas condiciones son difíciles de digerir cuando la inflación se proyecta por encima del 120% en 2023 y la brecha cambiaria entre el mercado oficial y el paralelo ronda el 100%.

Jamie Larson, un nómada digital neozelandés de 29 años, alquila en dólares un moderno departamento amueblado con vista panorámica en el cotizado barrio de Palermo.

De hecho, pudo elegir entre varios ofrecidos en el mismo edificio.

La clase de departamentos, como este que renta el neozelandés Jamie Larson, está completamente fuera del alcance de la mayoría de los argentinos. Foto: AFP / Luis Robayo.

«Por lo que pago aquí, en Londres viviría en una caja de zapatos», afirma Larson, que llegó a Argentina por unos meses pero ya cumplió ahí tres años, trabajando en informática para una empresa de California.

Larson considera «completamente loco» lo que atraviesan los argentinos para poder alquilar. «Se está convirtiendo en una situación en la que los locales no pueden permitirse vivir en su propia ciudad, lo que es absolutamente ridículo», dice.

Una realidad distorsionada para rentar en Buenos Aires

«El mercado de alquiler está completamente distorsionado», explica Alejandro Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina. Culpa a la alta inflación y a «la nueva ley de alquileres que sólo ha empeorado el problema».

La ley, vigente desde junio de 2020, fijó un índice para el ajuste de la renta que combina en partes iguales la evolución de los salarios y la inflación.

«Es una bomba de tiempo», señala Bennazar.

Según el índice, los contratos se ajustan en junio el 100% después de estar congelados un año lo que desalienta a los propietarios a rentar.

«Prefiero tenerlo vacío», acota Germán Matienzo, dueño de dos departamentos en Caballito, un barrio de clase media.

La opción de amueblar el departamento para renta temporal está limitada por los reglamentos de algunos edificios. Los dueños terminan alquilándolos en la informalidad e imponen contratos con cláusulas leoninas o cuelgan el cartel de venta.

Pero eso derivó en una sobreoferta para la venta y una caída en los precios que tradicionalmente se pactan en dólares.

Algo no visto hace décadas

«Es la peor crisis habitacional de los últimos 30 años», afirma el presidente del Instituto de la Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires, Gabriel Mraida, que calculó en 130,000 las viviendas vacías en la ciudad.

Según datos fiscales «hay 70,000 viviendas alquiladas en la ciudad, pero todos sabemos que hay 500,000 hogares que alquilan, ese es el nivel de subregistro», acotó.

«El mercado inmobiliario argentino es de cuentapropistas. Aquí es gente con una o dos propiedades que prefiere tenerlas vacías o alquilarlas a un familiar, o un amigo sin registrar», aclara Mraida.

Frente a la crisis, la alcaldía lanzó créditos a tasa cero para financiar los costos de mudanza de quienes consigan alquilar y para remozar viviendas vacías que se ofrezcan luego en alquiler.

«No hay soluciones mágicas, tenemos que estabilizar la economía y mientras tanto estimular la oferta y dar alivio para que el costo de ingreso no sea tan alto», sostiene.

* Con información de AFP

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