• Los pulpos usan sus ocho tentáculos para envolver y meter a sus presas en la boca.
  • Los receptores especiales en sus tentáculos los ayudan a saborear objetos con solo tocarlos, encontró un nuevo estudio.
  • El tacto y el gusto ayuda al pulpo a detectar presas ocultas y a retirarse de los objetos que tienen un sabor tóxico.

Los pulpos son famosos por ser inteligentes escapistas: sus habilidades de camuflaje son insuperables. Cada uno de sus ocho tentáculos también está gobernado por un mini cerebro que ayuda al animal a explorar el fondo del océano en busca de alimento.

Los científicos saben que este sondeo táctil es fundamental paran que los pulpos distingan entre algo inanimado y un sabroso almuerzo de camarones, pescado o cangrejo.

Pero cómo es que estos cefalópodos recogen el sabor de un objeto era un misterio, hasta ahora.

El secreto está en dos tipos de células sensoriales —una para el tacto y otra para el gusto— en las ventosas que recubren sus tentáculos, según un estudio de la Universidad de Harvard publicado en la revista Cell.

La investigación también encontró que las células orientadas al gusto y al tacto son fundamentales para ayudar a los pulpos a decidir cuándo cazar y cuándo retirarse.

“Nuestros resultados demuestran que el sistema nervioso del pulpo distribuido periféricamente exhibe propiedades excepcionales de filtrado de señales, las cuales están mediadas por receptores sensoriales altamente especializados”, escribieron los autores del estudio.

Cuando los receptores sensoriales de un pulpo determinan que un objeto es una presa, el animal usará sus tentáculos para envolver y meter a la criatura en su boca, como se ve en el siguiente video.

Los pulpos usan el tacto para detectar presas ocultas

El equipo de investigación de Harvard observó por primera vez a dos pulpos hembras de dos puntos de California en tanques de laboratorio.

Ofrecieron a cada pulpo su comida favorita —un cangrejo violinista— o un objeto inanimado a través de un agujero en el tanque. Al tocar este último, los pulpos se soltaban; pero los tentáculos que encontraran un cangrejo atraerían a la presa más cerca.

A partir de ahí, los investigadores observaron más de cerca las ventosas de cada tentáculo. Encontraron células sensoriales —células que detectan la luz, el sonido, el tacto o el gusto, y luego señalan su presencia al cerebro— en la superficie de cada ventosa.

pulpos
Lena van Giesen

La piel de las ventosas tenía dos tipos de sensores: células mecanosensoriales, células que se encuentran en otros animales que les ayudan a sentir la presión o vibraciones; y células quimiosensoriales, que contienen receptores que ayudan a los pulpos a detectar sustancias químicas emitidas por sus presas bajo el agua.

Las células mecanosensoriales, que envían señales solo en el primer momento en que el pulpo hace contacto con un objeto, ayudan al animal a distinguir una roca de un cangrejo violinista.

Dado que el objeto inanimado no se mueve, la señal se detiene de inmediato. No obstante, un cangrejo que se retuerce hace que la señal se envíe una y otra vez, cada vez que hay un nuevo contacto.

“Esto es muy útil para que el pulpo detecte presas escondidas en las grietas del lecho marino o áreas inaccesibles desde sus órganos sensoriales tradicionales”, dijo a ScienceAlert Nicholas Bellono, autor principal del nuevo estudio.

Los pulpos evitan las cosas que tienen un sabor peligroso

Para ver a qué tipos de moléculas reaccionaban los receptores de detección de sustancias químicas, el equipo de Bellono extrajo células de las ventosas de los pulpos y las expuso a compuestos emitidos por otras criaturas acuáticas.

Los receptores no respondieron a las sustancias químicas comunes que producen una sensación de olor y gusto en la mayoría de los animales.

En cambio, los receptores solo fuero sensibles a la cloroquina, un compuesto que los humanos encuentran amargo; y moléculas llamadas terpenoides, sustancias químicas a veces tóxicas emitidas como una señal de defensa o advertencia por animales marinos como medusas, esponjas, moluscos y cangrejos.

Los pulpos pueden evitar las presas tóxicas al detectar estas señales, de acuerdo con los investigadores.

Cuando un pulpo de dos puntos de California en el tanque tocó una superficie infundida con terpenoides, retiró sus brazos y evitó dicha área, encontró el equipo.

pulpos
Lena van Giesen

Si bien los genes que sustentan estos receptores de gusto por tacto se encontraron en tres especies de pulpos diferentes examinadas por los investigadores, los parientes del pulpo como el calamar no parece usar sus ventosas para saborear su entorno de la misma manera.

“Estamos realmente interesados en cómo evolucionó este sistema sensoriomotor único en otros cefalópodos”, dijo Bellono a Science Alert.

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