• Las imágenes generadas por inteligencia artificial (IA) han inundado las redes sociales en la últimas semanas.
  • Esto ha despertando suspicacias y curiosidad tanto en los artistas como en los aficionados.
  • Un dibujante con cuatro nominaciones, un artista conceptual que trabajó para Netflix o HBO, y una humorista gráfica de El País comparten sus opiniones al respecto.
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La generación de imágenes por inteligencia artificial (IA) lleva un tiempo siendo objeto de debate. La rápida difusión de sus resultados en redes sociales permitió a estas herramientas tecnológicas ser parte de más de una conversación.

Una de las primeras en tener cierta relevancia en redes durante este verano fue Craiyon. Esta herramienta fue desarrollada por el ingeniero experto en aprendizaje automático, Boris Dayma. En ella el usuario escribía un prompt —una oración— y la IA devolvía una serie de imágenes a modo de respuesta.

Sus recursos para “crear” imágenes eran más o menos limitadas, por lo que no iba mucho más allá de un mero pasatiempo. Sin embargo, estas tecnologías han seguido desarrollándose y aparecen de vez en cuando en redes sociales.

Algunas de ellas son Dall-E, una IA desarrollada por OpenAI, compañía de Elon Musk. Esta se hizo viral por mostrar qué es lo que hay detrás de cuadros famosos, como “La joven de la perla” de Johannes Vermeer; MidJourney, que se hizo famosa por ganar un concurso de arte; o Stable Diffusion, que causó polémica al no poner trabas a contenido pornográfico o de incitación al odio.

La repercusión social que han atraído estas tecnologías ha hecho que muchos artistas se informaran sobre ellas y escandalizaran al descubrir las posibles repercusiones negativas que traerían al sector. Aspectos como la pérdida de los derechos de autor o la banalización del arte son de los que más les preocupan.

Business Insider España consultó a tres artistas para intentar averiguar su postura acerca de estas herramientas: el cuatro veces nominado a un premio Eisner (los Oscar de los cómics), David Rubín; Jon Juarez, artista conceptual que trabajó en producciones para Netflix o HBO; y la humorista gráfica de El País, Daniella Martí.

“No traerá nada bueno consigo”

Rubín es un dibujante de cómic que en 2018 fue nominado a cuatro premios Eisner, los galardones más prestigiosos del sector. Él explicó que no ha utilizado las tecnologías para generar imágenes por IA. Sin embargo, sabe del tema porque es algo que le preocupa.

“Pienso que no traerá nada bueno consigo”, dijo el prestigioso autor. Además, aseguró que “no es una democratización del arte”. Esto en el sentido de que “ahora cualquiera con meter unos parámetros puede generar arte gracias a una IA; es una banalización del mismo”.

El dibujante dijo que con estas herramientas ya no es necesario un creador ni se necesitan conocimientos para elaborar arte. No obstante, Rubín cree que la banalización de estas tecnologías es doble. Para él “le resta todo el sentido y toda la importancia que pueda tener el hecho de crear arte”.

“Muchas de las imágenes que he visto generados por IA, no dejan de recordarme a otros hechos por humanos”, indicó. Esto se debe al funcionamiento de las herramientas y los prompts que introducen las personas.

“Dicen: ‘Quiero un paisaje de ciencia ficción, en donde salga el espacio y una roca flotando, al estilo de…’, y ponen el nombre de un ilustrador, de un pintor, o de un autor de cómics”, relató.

Según Rubín, eso conlleva que el resultado sea “una especie de collage de esos autores”.

Él sostuvo que en el fondo no se está creando nada.

“Es como si alguien toma mi trabajo, lo estudia bien, aprende a copiar mi estilo e intenta hacer un cómic, pero restándole toda la intención que yo le pueda dar a esa ilustración u obra”.

A nivel laboral, Rubín tampoco ve que la generación de imágenes por IA vaya a ayudar a los artistas.

“Si esto se normaliza y termina por adaptarse al día a día en empresas, un montón de gente: portadistas, ilustradores y concept artists, terminarán en la calle”.

El dibujante de cómics contó que una productora estadounidense lo contactó hace poco para participar en un documental sobre lo “fantásticas” que son esas tecnologías.

Él preguntó que para qué le necesitaban y le dijeron que querían que dibujara algunas ilustraciones. Se negó a hacerlo.

“Supone una degradación de los derechos de autor”

Juarez lleva años trabajando como artista conceptual en el worldbuilding —la construcción de mundos— de producciones audiovisuales y videojuegos, para compañías de la talla de HBO, Netflix, Square Enix o Microsoft.

Él afirmó que se debe diferenciar entre aplicaciones o usos de la IA.

“Hay infinitas maneras de aplicar la herramienta en procesos creativos; actualmente está presente en muchos de los softwares y en diversos casos ha facilitado el trabajo sin repercusiones”, defendió.

“En caso de StableDiffusion, Dall-E, MidJourney… el enfoque es diferente”, aclaró.

Para ello utilizó la invención de la fotografía para compararla con la irrupción de estas tecnologías, asegurando que no hay que caer en la trampa de verlas como similares.

“El objetivo de estas plataformas es la automatización de mecanismos como el dibujo y la pintura”, explicó. “Todos tenemos claro que hacer una fotografía no es simplemente presionar un botón. Una cámara de fotos no te ofrece un punto de vista, un control de la iluminación o de la narrativa. Estas IA sí lo hacen”.

El artista añadió que lo que ofrecen estas herramientas como respuesta a las búsquedas —los prompts— del usuario son imágenes finalizadas, en las que la IA reemplaza y automatiza la autoría.

“Cuando haces una fotografía, tú eres el autor de la fotografía, pero cuando escribes un prompt solo eres el autor del prompt, no de la imagen que la IA te da como respuesta”.

Esta situación, ya de por sí problemática, se vuelve todavía más conflictiva desde su punto de vista. Los artistas no pueden vender a estas herramientas sus derechos de autor, pero tampoco pueden negarse a ello porque sus algoritmos ya han incluido sus obras “sin consentimiento”.  

De ese modo, muchos autores ven la IA como una oportunidad, ya que “ofrece la posibilidad de manipular soluciones de bajo costo, falsamente libres de derechos de autor y de manera inmediata”, señaló Juarez. 

Sin embargo, “esto supone una degradación de los derechos morales y de autor”.

“Son lavadoras de propiedad intelectual y derechos morales, atacan al autor, y esto puede ser un gran enemigo del emprendimiento a largo plazo”, añadió.

“Podrían pensar lo mismo con la llegada del autotune”

Martí es humorista gráfica en la sección IDEAS del periódico El País y autora de libros como “El presente” o “Quiero pensar que no es demasiado tarde”.

Ella reconoció que cuando se informó sobre estas tecnologías sintió cierto respeto, pero cree que “estamos viviendo una revolución tecnológica”.

“La IA se aleja de los robots que veíamos en las películas y ahora está siendo cada vez más parte de nuestra vida cotidiana”, apuntó.

“Yo como ilustradora no siento que me vaya a quedar sin trabajo”, reconoció, refiriéndose a que detecta ciertas limitaciones en estas tecnologías. Aun así, apuesta por su rápido desarrollo: “Seguramente en 10 años lo que vamos a ver es una locura”.

La artista no cree estas IA hayan venido para reemplazar su labor, pero sí que piensa que “se puede llegar a precarizar el sector mucho más de lo que ya está”.

Con esto no se refiere a los profesionales como ella, que ya viven del arte, sino a las personas que apenas están empezando, aquellas que “están intentando abrirse un espacio” en el sector.

“La gente más paranoica dice que esto nos va a dejar sin trabajo a todos los que trabajamos en el sector creativo, pero mira los que se dedican a la música, podrían pensar lo mismo con la llegada del autotune”, declaró.

Aunque Martí se muestre más optimista con las posibilidades de estas tecnologías, coincide con sus compañeros de profesión al demandar una mayor regulación.

“Aunque estamos hablando de algo que no parece humano, ha sido creado por humanos; y si ha sido creado por humanos, debería también poderse acoplar a las leyes de protección de datos y de propiedad intelectual de los países”.

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