• La comunicación animal es mucho más compleja de lo que parece para el oído humano y los algoritmos inteligentes están ayudando a decodificarla.
  • Un reportaje en The New York Times muestra algunos de los proyectos más interesantes en este campo.
  • La IA ha ayudado a diferenciar sonidos, descifrar conversaciones o entender llamadas de saludo entre los miembros de una especie.
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No tienen el mismo lenguaje que nosotros, la comunicación animal tiene una extraordinaria complejidad. «Como especie diferente que somos, nos resulta difícil acceder a los umbrales de comunicación que cada especie animal tiene. Por ello no reconocemos bien sus lenguajes y sus signos», explican desde The Conversation.

Para el oído humano, existen conversaciones imposibles de descifrar, pero la inteligenica artificial podría ayudarnos.

Actualmente, varios proyectos emplean el machine learning para decodificar los sonidos y diálogos de diferentes especies, colonias y animales. Esta herramineta capta patrones sutiles, puede distinguir cómo cambia cada sonido en función de la circunstancia y dividir las vocalizaciones de los animales en partes más pequeñas para analizar su significado. 

De hecho, un reportaje en The New York Times retomó estos proyectos y destaca el inmenso poder de los algoritmos inteligentes para comprender mejor la comunicación animal.

Las ratas topo: un ejemplo de sofisticada comunicación social

comunicación animal
Unsplash.

La iniciativa dirigida por Alison Barker, neurocientífica del Instituto Max Planck, empleó algoritmos de aprendizaje automático para analizar 36,000 chirridos suaves registrados en siete colonias de ratas topo.

Estos animales bigotudos emiten muchos sonidos diferentes: silban, trinan y gorjean; gruñen, tienen hipo y sisean. Cuando dos de estos roedores se encuentran en un túnel, emiten un suave chirrido a modo de saludo. 

Los autores descubrieron gracias a la IA que cada rata poseía su propia firma vocal. Además, notaron que cada colonia tiene su propio dialecto transmitido de generación en generación y sometido a cambios como los nuevos reinados. 

También averiguaron que era mucho más probable que los roedores respondieran a los suaves chirridos de los miembros de sus propias colonias que a los de las extranjeras. Los dialectos específicos ayudan a compartir recursos con los suyos y no con extraños.

“Intentemos encontrar un traductor de Google para animales”, contó al diario por su parte Diana Reiss, experta en cognición y comunicación de delfines en Hunter College.

DeepSqueak, un software desarrollado hace años por científicos de la Universidad de Washington ayudó a detectar, analizar y categorizar automáticamente las vocalizaciones ultrasónicas de los roedores, así como a examinar los cantos de los animales para saber cómo se sienten. El algoritmo se applicó a lémures y ballenas.

Los murciélagos cambian su vocalización dependiendo de su relación con el otro

Además de los sistemas inteligentes, a veces es necesario contar con software adicional. Por ejemplo, para realizar anotaciones del contexto de 15,000 llamadas. Así, sabían cuál murciélago intervenía y qué sucedía en cada localización. 

Dado que los murciélagos pelean por el espacio, el aprendizaje automático les ayudó a distinguir entre llamadas agresivas realizadas en 4 contextos diferentes. Con ello lograban determinar si cada una se había emitido durante una pelea relacionada con la comida, el apareamiento, la posición de percha o el sueño. 

La precisión de 61% no es perfecta, pero ayuda. También ayudó a identificar al receptor.

Al ser animales sociables, la vocalización de estos mamíferos cambia según la relación que tengan con el receptor. 

Los cachalotes tienen una sintaxis parecida al código Morse

Las ballenas también llevan décadas atrayendo la atención de los científicos: el proyecto CETI (Cetacean Translation Initiative) aglutina a especialistas en aprendizaje automático, biólogos marinos, robóticos, lingüistas y criptógrafos para descifrar la comunicación entre los cachalotes, que se comunican en un lenguaje ininteligible para el ser humano.

Estos animales marinos emiten ráfagas organizadas en secuencias llamadas codas y parecidas al código Morse. En las estaciones de escucha equipadas con 28 micrófonos cada una, el equipo registrará este otoño audio y vídeo con ayuda de peces robóticos y pequeñas etiquetas acústicas.

El propósito es conocer más sobre la sintaxis y la semántica de la comunicación de las ballenas, su cognición, su comportamiento, la enseñanza de su lenguaje a las crías y cómo se coordinan los grupos grandes.

Por otro lado, The Earth Species Project, también aplica el aprendizaje automático a las ballenas barbadas. Esto para identificar de manera automática su conducta según los datos de movimiento recabados. 

Los científicos quieren saber si hay una firma específica en los datos cuando un animal come o respira, y si hay ciertos sonidos que se repiten en cada uno de estos contextos.

Un chatbot para hablar con ballenas jorobadas en tiempo real

Unsplash

Otra investigadora ha intentado hablar con las ballenas jorobadas. Se trata de la ecologista acústica marina Michelle Fournet, que reproduce sus llamadas en altavoces submarinos. Así, analiza las respuestas a estos sonidos. 

Para hablar con ellas utiliza algoritmos que generan respuestas a llamadas específicas y las reproducen en tiempo real. 

El «chatbot para ballenas» podría permitir a la comunidad científica charlar con los animales marinos y mejorar la comprensión de sus sistemas de comunicación. “En algún momento, podría ser un diálogo real”, dijo Michael Bronstein, experto en aprendizaje automático en Oxford y parte del Proyecto CETI. 

Cuervos que perdieron repertorio vocal en cautiverio

Los cuervos hawaianos en cautiverio, cuyo hábitat desapareció hace 20 años, también están siendo sometidos al escrutinio del aprendizaje automático. 

Para ello, se están usando algoritmos que generen un inventario de todos los tipos de llamadas de estas aves, y averiguar si han perdido repertorio vocal en cautiverio. 

Una vez sepan si han perdido parte de sus llamadas, podrían estudiar la función e intentar reintroducir las más críticas. 

Queda un largo terreno y muchas cuestiones éticas por delante. Al entender mejor sus sistemas de comunicación animal, los algoritmos podrían usarse tanto para manipular el comportamiento como para mejorar su bienestar, impulsar la conversación o generar una mayor conciencia.

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