• El desgaste físico que sufren los pilotos de carreras es similar al que padecen los basquetbolistas, futbolistas y boxeadores.
  • Girar y frenar en un auto de carreras requiere más fuerza por las altas velocidades y la ingeniería única de estos vehículos.
  • Además, los pilotos deben soportar las altas temperaturas dentro de las cabinas mientras usan trajes de cuerpo completo para protegerlos del fuego.
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Imagina un partido de la NBA jugado al aire libre. En agosto. En Phoenix, Arizona. Inicia al mediodía. No hay tiempos fuera ni medio tiempo. Tampoco hay sustituciones de jugadores, quienes, además, usan trajes para la nieve, guantes y pasamontañas.

Suena ridículo, ¿verdad?

Sin embargo, los pilotos de autos de carrera compiten habitualmente en condiciones similares.

El pasado 1 de julio, por primera vez en más de 60 años, NASCAR —la principal categoría de autos stock en Estados Unidos— realizó una carrera en las calles de una ciudad, en el Grant Park 220 de Chicago.

Los aficionados que asistieron seguramente apreciaron el sonido, la velocidad y el espectáculo. No obstante, ¿cuántos realmente comprenden el desgaste físico y mental por el que pasan los pilotos?

Nuestro equipo de investigación de la Universidad de Florida y la Universidad Estatal de Michigan colabora con NASCAR para comprender mejor los factores estresantes que experimenta un piloto en la pista.

Hemos aprendido que los pilotos profesionales necesitan una resistencia física y mental extraordinaria para competir en las principales series de carreras. Esto incluye a NASCAR, la IndyCar y la Fórmula 1 (F1).

Nuestros datos muestran que las demandas metabólicas de las carreras de autos y el basquetbol son similares. Sin embargo, a diferencia de otros atletas, los pilotos compiten con un equipo de seguridad en todo el cuerpo y pasan horas sentados en un auto cuya temperatura es muy alta.

Un auto de carreras no es la carreras no es la minivan de tu mamá

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Instagram/Pato O’Ward (@patriciooward)

Un piloto de carreras enfrenta desafíos únicos que requieren fuerza, resistencia y coordinación ojo-mano.

En primer lugar, el esfuerzo físico de conducir un coche de carreras es mucho mayor que el de manejar el que tú y tu familia utilizan.

Girar y frenar requiere más fuerza por las altas velocidades y la ingeniería única de los autos de carrera. Los pilotos controlan el vehículo activando constantemente los músculos de los brazos, la parte superior del cuerpo y las piernas.

“Hay un retroceso tremendo a través del volante”, dijo el piloto de IndyCar Dario Franchitti en una entrevista de 2012. “No hay dirección asistida, por lo que cada movimiento del volante requiere mucha energía”.

Después de estar conectado a sensores para rastrear el estrés y las tensiones que soportó en una carrera, Franchitti aprendió que necesitaba generar 15 kilogramos de fuerza solo para conducir y 61 kilogramos de fuerza para frenar.

“Imagina una cuerda atada a tu mano donde tienes que tirar de esos 15 kilogramos hacia arriba o hacia abajo constantemente”, agregó.

Además, los giros rápidos y las bruscas frenadas crean fuerzas de aceleración, conocidas como fuerzas G. Al igual que un piloto de aviones de combate, las intensas fuerzas G dificultan que un piloto mantenga su postura y promueve la fatiga muscular. Incluso puede resultar imposible mantener la cabeza erguida.

Por estas razones, los pilotos se someten a un entrenamiento riguroso para fortalecer los grupos musculares clave en el cuello, la parte superior del cuerpo y las piernas. Al mismo tiempo, trabajan para mejorar su condición cardiovascular.

El calor es también un gran desafío para los pilotos. Como cualquier ejercicio, el trabajo de conducir un auto de carreras hace que el cuerpo genere calor metabólico. En la mayoría de los deportes, los atletas usan ropa ligera que promueve el enfriamiento por convección y evaporación del sudor.

Esto no ocurre en el automovilismo. El calor del cuerpo del conductor queda atrapado por el equipo de seguridad que se usa durante la carrera para protegerlo contra incendios en caso de un choque. 

El equipo incluye camiseta y ropa interior larga a prueba de fuego, traje de cuerpo completo contra incendios, calcetines y zapatos para conducir, guantes, pasamontañas y un casco integral con protección ocular cerrada.

El cuerpo de un piloto es llevado al límite

Para complicar las cosas, los pilotos compiten en lo que es esencialmente un horno en movimiento.

El motor, el escape, los frenos y los neumáticos del auto de carreras generan una gran cantidad de calor. Estas fuentes calientan la cabina y el piloto, especialmente en vehículos con techo, como los stock cars. En verano, las temperaturas de la cabina pueden exceder los 57 ºC, lo que provoca sudoración abundante, deshidratación e incluso insolación.

La mayoría de los autos de carreras carecen de aire acondicionado. En cambio, las tecnologías utilizadas para combatir el calor incluyen mangueras que llevan aire fresco a los cascos de los pilotos y las camisas frescas que usan. Los sistemas de hidratación en el automóvil también pueden proporcionar líquidos.

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Instagram/Jo Canales (@jocanamx)

Los pilotos y otros atletas de resistencia metabolizan el oxígeno para fortalecer sus músculos y regular la temperatura corporal. Al comparar datos entre deportes, mi colega y yo descubrimos que las demandas metabólicas en el automovilismo son similares a las del basquetbol, el futbol o el boxeo.

Entregar más oxígeno al cuerpo del piloto ejerce presión sobre el corazón. Ellos menudo mantienen frecuencias cardiacas casi máximas mientras corren durante horas seguidas.

Más allá del calor, otros aspectos de las carreras también imponen exigencias al corazón.

Primero, está la velocidad. Cuanto más rápido se conduce un auto en una pista determinada, mayor es la frecuencia cardíaca del piloto por un mayor esfuerzo físico y mental. 

La configuración de la pista también es importante. En comparación con las pistas ovaladas, las frecuencias cardíacas son más altas en los autódromos y los circuitos callejeros. Esto refleja el trabajo adicional requerido para frenar y girar bruscamente.

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Getty Images / Red Bull Content Pool; © Red Bull Media House

El estrés mental de la competencia, sumado al riesgo inminente de lesiones graves, puede hacer que el corazón lata a una alta frecuencia. 

El clima también puede jugar un papel. Esto es especialmente cierto durante los calurosos días de verano, cuando el corazón trabaja más para regular la temperatura corporal del atleta. 

Incluso el auto de carreras contribuye: más allá del ambiente caluroso de la cabina, este genera vibraciones que también estimulan el corazón para que lata más rápido.

La carrera de NASCAR en Chicago presentó todos estos desafíos y puso una tensión extrema en los pilotos, quienes compitieron con autos de cabina cerrada rueda a rueda a través de giros y vueltas de un circuito callejero desconocido en pleno verano.

Estos atletas soportaron estos obstáculos durante más de dos horas mientras recorrían 354 kilómetros a velocidades superiores a 161 kilómetros por hora.

Sin importar el resultado que se obtiene al final de la carrera, los pilotos llevan sus cuerpos al límite.

Este artículo se publicó originalmente en inglés.

*The Conversation es una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos.

*Michael Reid es profesor de fisiología aplicada y kinesiología en la Universidad de Florida.

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