• Ya vienen torneos internacionales como la Eurocopa y la Copa América.
  • Probablemente en algún punto las cosas lleguen a la definición por penaltis.
  • ¿Pueden permitirse los equipos encomendarse al azar?
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Se acerca la Eurocopa de futbol masculino de 2024 y, por desgracia, tendremos que escuchar la famosa frase tan periodística de “llega la lotería de los penaltis”. Según esta expresión, el resultado final depende más del azar que de la preparación de esta fase del juego.

¿Pueden permitirse los equipos encomendarse al azar en los penaltis? ¿Sirve de algo invertir millones en los mejores jugadores, las mejores instalaciones y alimentación o en avanzados sistemas de recuperación física y mental para después confiar en la suerte? La respuesta es no.

El resultado final siempre es imprevisible y depende de múltiples factores, pero si aplicamos la evidencia científica, las posibilidades de salir victoriosos aumentan considerablemente.

La importancia de las tandas de penaltis

La tanda de penaltis, con las que se deciden las eliminatorias y finales que terminan en empate tras el tiempo añadido, prevé diez tiros, cinco por equipo. En caso de igualdad en los primeros cinco lanzamientos, se sigue hasta que uno de los rivales falle y el otro no.

En las dos últimas Eurocopas, el 23 % de los partidos de la fase de eliminación se decidieron en los penaltis, aumentando hasta un 28% en los dos últimos mundiales. Y en las dos últimas Copas de América, de los 16 partidos de la fase de eliminación, seis (37.5 %) se decidieron en las tandas de penaltis. Con un porcentaje tan alto de probabilidad de llegar a este momento, su preparación debería ser intensiva por los que aspiren a ganar.

De acuerdo con las estadísticas, parece que las selecciones de futbol no se esfuerzan lo suficiente en su preparación, pues en esas Eurocopas se fallaron 23 de 52 disparos (el 44.2%). En los dos últimos mundiales, de 52 se fallaron 28 (53.8%). Hubo tandas con más errores que aciertos. En el caso de las últimas Copas de América, los porcentajes de fueron algo menores (43 aciertos y 15 errores, el 34%).

Esta proporción de aciertos y fallas es muy diferente en los partidos de clubes. En la Champions League de 2022-23 se cobraron 39, fallando solo 11 (28.2 %). ¿A qué puede ser debida esta diferencia? En los clubes, hay uno o dos especialistas encargados de todos los cobros del equipo. Por lo tanto, la eficacia aumenta. El club que cobró más penaltis en toda la competencia solo lo hizo en tres ocasiones, y es difícil llegar a las tandas de penales por el carácter de las eliminatorias a doble partido. Sin embargo, en la tanda de penaltis en una competencia de selecciones, tienen que disparar varios jugadores (hasta 9 por equipo en un partido de la Eurocopa de 2016, en el que se patearon 18 y se fallaron 7).

En estos casos no basta con tener uno o dos cobradores con buen porcentaje de acierto, pues hay algunos que deben lanzar con la selección y nunca lo han hecho en sus clubes. ¿Están estos jugadores suficientemente preparados para la tarea a la que se enfrentan?

No es lo mismo cobrar un penalti en un partido aislado de un torneo regular, en la que se ganan o pierden varios partidos sin trascendencia en la clasificación definitiva, que hacerlo en la tanda de penaltis de una fase final de una gran compertencia, en la que un fallo significa la eliminación. En estos casos, la carga emocional puede condicionar totalmente el rendimiento.

Una lucha estratégica con el tiempo

El punto de penalti se sitúa a 11 metros de la línea de gol y la anchura de la portería tiene 7.32 metros. El tirados debe buscar evitar al portero y se establece un interesante duelo estratégico. Si atendemos a las estadísticas de la mayoría de los partidos, se marcan aproximadamente el 70% de los penaltis, lo que indica que el cobradior tiene ventaja. Esto incluye los penaltis con los que se sancionan las faltas cometidas dentro del área durante el tiempo de juego. Sin embargo, en las tandas de penaltis que deciden las eliminatorias si la prórroga acaba empatada, las posibilidades de uno y otro se igualan.

Analicemos una posible opción, llamada estrategia independiente del portero: el lanzador chuta lejos del centro y suficientemente rápido para que no llegue. La mayoría de las paradas se producen en las zonas centrales de la portería y la mayoría de los goles anotados se consiguen cerca de los postes, aunque también se producen casi todos los cobros fuera de la meta. ¿Vale la pena arriesgarse a lanzar cerca de los límites de la portería? En análisis de la liga inglesa, el riesgo a fallar tirando a las esquinas superiores compensa el número de paradas en las zonas más bajas y centrales.

En esta estrategia, los lanzamientos son una lucha contra el tiempo. Lanzando a 80 kilómetros por hora (km/h) a la base del poste, será gol en 520 milésimas de segundo (ms). Un portero tarda entre 0.8 y 1 segundo en alcanzar una pelota situada a 70 centímetros del poste. Si el cobrador reduce la velocidad, el portero dispone de más tiempo para moverse y detenerla. A 70 km/h, la pelota tarda 590 milésimas de segundo, y a 60 km/h tardará 690 ms. Con estos valores el portero nunca podría detenerlo. Para lograr ese equilibrio entre velocidad y precisión, el cobrador debe entrenar lo suficiente para alcanzar la automatización de las acciones.

Los cobradores prefieren engañar al portero

Sin embargo, la estrategia anterior no es la más elegida por los cobradores, que en un 70% de los intentos se decantan por la estrategia dependiente del portero. Esto es, conseguir engañarlo para que se lance a un lugar distinto al del balón.

¿Cómo podemos pensar que un portero se va a dejar engañar? Muy sencillo, porque este ya sabe que si espera a ver dónde irá el balón, no llegará a atraparlo. Por lo tanto, intentará anticiparse y así ganar tiempo para llegar al objetivo. Hay estudios que indican que los porteros se mueven una media de 220 milésimas de segundo antes del golpeo, y algunos lo hacen hasta 600 ms antes. Con este tiempo ganado, sí pueden conseguir detenerlo antes de los 520 ms de vuelo del balón. Lanzamientos más lentos, mayor ventaja para el portero.

En esta estrategia dependiente del portero, los cobradores aciertan plenamente si el guardameta se mueve 400 ms antes, pero la eficacia disminuye conforme el portero espera hasta 150 ms antes del golpeo.

Un lance decisivo, con firma de Premio Nobel

El premio Nobel de Literatura Peter Handke encontró en estos datos la inspiración para su relato “El miedo del portero al penalti”, llevada al cine por Wim Wenders. En el clímax de la historia, Bloch, un portero fracasado que ha cometido un crimen, ofrece la siguiente explicación al espectador que ve el partido junto a él: si el tirador presta atención a los movimientos del portero al ejecutar la pena, puede ver en qué dirección se va a lanzar y redirigir su disparo en la otra dirección en el último segundo.

¿Cuál es la carga psicológica y emocional de las tandas de penaltis? Para entenderlo hay que partir de un axioma. El portero siempre es el mismo y puede usar varias estrategias durante la tanda. Sin embargo, el cobrador solo tiene un intento, de ahí la carga emocional que soporta. Siempre se habla de los errores de los cobradores y de los aciertos del portero, así que ya sabemos quiénes van a ser los criticados y quiénes los aclamados cuando todo termine.

Estos son los datos y la narrativa muy resumida de algunas estrategias analizadas por la comunidad científica. Todo parece muy simple, aunque evidentemente no lo es. Las tandas de penaltis en las fases finales de los torneos tienen una trascendencia enorme en los resultados y, por lo tanto, deben ser preparadas a conciencia. No establecer una estrategia entre las varias existentes, y no entrenarla lo suficiente, reflejará una falta de profesionalidad en los técnicos.

Un deporte profesional que dispone de casi infinitos recursos económicos puede permitirse incorporar equipos científicos que asesoren a los técnicos sobre los avances en las ciencias del deporte.


* Javier Galvez Gonzalez es profesor de la Facultad de Ciencias del Deporte, de la Universidad Pablo de Olavide, y José Manuel Cenizo Benjumea es profesor asociado de la Facultad Ciencias del Deporte, en la Universidad Pablo de Olavide.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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