• Desde hace ya algún tiempo, se realizan experimentos con embriones de animales y células madre humanas, lo que se conocen como quimeras.
  • Ahora, en un nuevo estudio publicado en la revista Cell, se consiguió cruzar embriones de mono con células madre.
  • El experimento revivió el debate sobre si es necesario cruzar algunas líneas rojas.

Los cruces entre humanos y animales no son nada nuevo, llevan desarrollándose desde 1970, con el objetivo de curar enfermedades propias de los seres humanos.

A esto se le conoce como quimera.

En 2017, un estudio del Instituto Salk de Ciencias Biológicas de California, Estados Unidos, consiguió, mediante tecnologías de vanguardia, integrar células madre humanas y no humanas.

De esta forma, consiguieron hacer crecer diferentes órganos, como el páncreas, el corazón y los ojos de una rata en el laboratorio.

Además, este proceso se repitió con embriones del cerdo y de vaca, generando células y tejidos humanos en estos.

Esto supuso un gran avance en cuanto a generar órganos humanos para trasplantes utilizando embriones animales.

Células madres de humanos ahora con embriones de monos

Ahora, los mismos responsables, de Estados Unidos y China, junto al investigador español Juan Carlos Izpisua Belmonte, han conseguido replicar los resultados con monos, según su estudio más reciente, publicado en la revista Cell este 15 de abril.

«Como no podemos realizar ciertos tipos de experimentos en humanos, es esencial que tengamos mejores modelos para estudiar y comprender con mayor precisión la biología y las enfermedades humanas», explicó Izpisua a Eurekalert, sobre la importancia de seguir con estos estudios.

Sin embargo, la investigación ha tenido algunas complicaciones y, por supuesto, implicaciones éticas en el mundo científico.

Estas implicaciones varían entre la necesidad de generar tejidos humanos en organismos vivos hasta la utilización de animales al servicio de la ciencia, algo en lo que no todos están de acuerdo.

Las quimeras interespecies, el caso de monos y humanos

Para realizar los experimentos, en esta ocasión, los investigadores han elegido a embriones de monos, a los cuales se les han inyectado células madre de humanos.

A diferencia de lo que pasó con cerdos y vacas, estos embriones quiméricos han vivido durante cierto tiempo.

Con el objetivo de comprender si estos embriones podrían desarrollarse fuera, han secuenciado genéticamente los blastocitos, mediante el análisis de transcriptoma, y han inyectado en los mismos 25 células madre humanas.

Así, en 132 embriones de mono estas se han integrado con éxito e, incluso 10 días más tarde, 103 de estos han permanecido con vida y en continuo desarrollo.

Desgraciadamente, a partir de esta fecha comenzaron a fallecer; en el día 19, solo 3 embriones seguían con vida y, como parte del experimento, se produjo su destrucción.

Aun así, el experimento ha mostrado más eficiencia que cuando se utilizaron cerdos. 

Pero, además de la importancia que ya han recalcado los investigadores sobre el desarrollo de órganos humanos en embriones no humanos, las cuestiones éticas implícitas son evidentes.

Incluso el hecho de que el propio experimento se haya desarrollado en China.

Las implicaciones éticas de los embriones de monos con células de humanos

En 2019, El País le preguntó a Estrella Núñez Delicado, coautora de aquel estudio de la Universidad Católica San Antonio de Murcia, por qué estaban realizando el experimento en China.

«Estamos haciendo los experimentos con monos en China porque, en principio, no se pueden hacer aquí por falta de infraestructura», explicó en aquel entonces.

Este punto ha sido uno de los más criticados, ya que hay quien piensa que la legislación china en este sentido es más permisiva en la experimentación con embriones animales y humanos.

A pesar de esto, los investigadores son conscientes de todo lo que implica su estudio.

En paralelo con este último, ha aparecido un comentario sobre la ética del mismo, también publicado en la revista Cell

«Las nuevas investigaciones, a menudo, superan los límites del pensamiento existente sobre la ética; esta investigación no es una excepción», aseguraron Henry T. Greely y Nita A. Farahan, especialistas en ética.

Aun así, el debate que se presenta ahora es si la humanidad necesita verdaderamente cruzar las líneas que obstaculizan los experimentos o, si ha de primar el interés de la humanidad sobre el resto de la naturaleza.

La discusión está servida.

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