• Alex López Tello estaba al frente de una compañía endeudada; pero supo detectar la oportunidad que cambiaría el rumbo de su negocio y transformaría un fracaso en una historia de éxito.
  • Durante los momentos más retadores de aquella primera experiencia, López Tello acumuló lecciones que ahora comparte con otros emprendedores.
  • La primera lección que Alex aprendió es la poca dimensión que muchos fundadores de nuevos negocios le dan a las necesidades de una empresa naciente.

En 2009 Alex López Tello estaba al frente de una compañía endeudada, que año con año perdía dinero y tenía en su catálogo más de 90 productos basados en la sustentabilidad y el respeto al medio ambiente.

«Mis socios y yo arrancamos un negocio (…) y teníamos productos nutricionales, como jugos antioxidantes, multivitamínicos, malteadas de proteína; productos gourmet y orgánicos, como café y chocolate, fuimos los primeros en empezar a vender [en México] la sal del Himalaya; además ofrecíamos productos de limpieza biodegradables, champús para ropa, suavizantes de telas, lavatrastes. Teníamos una amplia variedad de productos; de todo un poco», recuerda.

Sin embargo, aunque la oferta de productos de Mundo UPA (Unidos Para Ayudar) —la empresa que Alex López Tello comenzó en 2003— se sumaba al naciente interés en México por una mayor responsabilidad ambiental, las pérdidas ocurrían cada año.

«En todos los años perdimos dinero. Arrancar una empresa no es cualquier cosa, yo creí que era más simple. Implica una inversión enorme que, generalmente no cuantificas bien; generalmente, crees que es menos de lo que acaba siendo», dice.

López Tello también advierte que cuando inicias una empresa, no dimensionas los retos a los que te vas a enfrentar. «Acabas buscando socios —que en esas etapas tempranas, terminan siendo familiares o amigos— y no es tan fácil encontrar gente así, que apueste contigo», dice.

Tirar la toalla y comenzar de nuevo

Así, la mayoría de los emprendedores en México se enfrentan al gran reto de sostener la operación de su negocio cuando no les alcanza para pagar los gastos del día a día. Eso era lo que estaba viviendo Alex López Tello cuando decidió cerrar su empresa.

Sin embargo, en el último año de Mundo UPA, López Tello conoció a Bejit Edeas, un científico franco-japonés que le presentaría la tecnología de primera generación que lo llevaría a sus siguiente gran emprendimiento, Sanki Global.

Ahora, López Tello es el CEO de una empresa con presencia en Estados Unidos, Colombia, Bahamas, Trinidad y Tobago, Jamaica y, por supuesto, México.

«En noviembre de 2009 (…) nos pusimos a trabajar durísimo e, increíblemente, en 3 meses se constituyó una nueva empresa. La otra se cerró, se mandó al cajón de las experiencias y recuerdos», dice.

En febrero de 2010, Sanki Global comenzaba operaciones ofreciendo un producto sin precedentes en la industria sanitaria en México.

4 lecciones que Alex López Tello aprendió del fracaso

Iniciar de nuevo desde el fracaso no fue fácil, pero López Tello aplicó las lecciones aprendidas en los últimos años.

1. Dimensiona lo que una empresa requiere

Para que una empresa se pueda sostener en el mercado, necesita una infraestructura. «El fundador de una empresa no puede hacerlo todo, llega un momento en el que necesita brazos», explica López Tello.

Muchas veces los emprendedores no dimensionan que al arrancar un negocio es importante tener un equipo que lleve los asuntos financieros, de operación, de marketing, de ventas, de Recursos Humanos, incluso de desarrollo de productos.

«Porque con eso estás compitiendo cuando entras a una industria, ya hay jugadores que tienen esos brazos consolidados», explica.

Esto es muy importante, ya que te permite conocer la extensión de los gastos fijos que genera tu empresa, y a partir de ahí establecer las metas de venta. «Eso es lo que todas las empresas nacientes sufren, porque el gasto se ejecuta siempre, el ingreso es el que no llega; ya sea porque no tienes un brazo de ventas lo suficientemente fuerte, tu mercadotecnia falla, tu marca no es conocida o, simplemente, tus productos o servicios son más de lo mismo», dice López Tello.

2. Recuerda que el dueño debe trabajar para la empresa, no en la empresa

«En la mayoría de los negocios, el fundador termina siendo empleado de su propia empresa», explica.

Cuando la mayoría de los emprendedores comienzan un negocio, terminan trabajando en la operación y se ven inmersos en el día a día. Eso puede delimitar su visión y provocar que no vea oportunidades o si es necesario hacer un cambio de timón.

«La mayoría de los emprendedores terminan trabajando en la empresa y los abruma el día a día; te consumen todo tipo de retos, situaciones y problemas: financieros, operativos, de venta, legales, fiscales», dice López Tello.

3. Mantén las antenas abiertas para buscar la siguiente gran innovación

«En ese último año antes de cerrar la empresa, yo estaba trabajando en el negocio, pero siempre con la disciplina de ver qué oportunidades había, cómo podía encontrar una tecnología de vanguardia que nos sacara del océano rojo en el que estábamos», dice.

El fundador de una empresa, de acuerdo con López Tello, debe poner su energía en buscar una innovación que sea verdaderamente disruptiva. «Al decir ‘lo que tengo no es suficiente, lo que tengo no es la última innovación’, tarde o temprano, esa oportunidad llega», explica.

Justo cuando estaba rodeado de problemas y sumergido en deudas, llegó quien se convertiría en su socio tecnológico, un doctor japonés que le habló de la nanotecnología y de los avances que estaban logrando en aquel país asiático.

«Uno diría, para qué recibes a alguien que viene de Japón, tienes muchos problemas, enfócate en el día a día; pero abrí ese espacio en mi agenda y ese espacio de hora y media cambió mi vida», cuenta López Tello.

4. Toma acción masiva

«Si tú quieres conquistar una isla, quema tus barcos. Si quemas las naves, estoy seguro de que superarás cualquier adversidad que se presente», dice López Tello. Y eso fue exactamente lo que hizo.

Justo cuando la empresa estaba apunto de cerrar, el doctor Edeas invitó a Alex a conocer sus laboratorios en Japón. Pensando que esto podría ser una buena oportunidad, López Tello buscó vuelos disponibles y cargó a su tarjeta de crédito los boletos para viajar al otro lado del mundo.

«Dije ‘a ver, ¿cuánto debo en mi tarjeta? Si meto el tarjetazo, ¿qué pasaría? ¿Voy a quebrar?’. Pero, en realidad te das cuenta de que no va a pasar nada. Que a pesar de las deudas, podía hacerlo, porque iba a encontrar la forma de terminar de pagarlo, porque me sabía capaz de generar valor», dice López Tello.

Así, Alex quemó sus barcas, voló a Japón y cambió el rumbo de su emprendimiento. «A esto me refiero cuando hablo de tomar acción masiva», dice. Lo que parecía un impulso imposible de costear, se convirtió en la gran oportunidad que llevaba años buscando.

«De ese viaje regresé con una tecnología, en lugar de 90 productos, que cambiaría mi vida», cuenta López Tello.

La experiencia de aquel primer fracaso le permitió estar listo para dar el siguiente paso en su vida como emprendedor. El 17 de febrero de 2010 se constituyó Sanki Global; y a 10 años de existencia, las lecciones y los aprendizajes se siguen acumulando.

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