• El Estado Islámico ha intensificado sus llamados a atacar eventos deportivos europeos, incluyendo los Juegos Olímpicos de París 2024.
  • Para saber qué tan probable es de que haya atentados terroristas en el evento hay que tomar en cuenta tres claves: intención, capacidad y oportunidad.
  • Francia desplegará 45,000 policías y fuerzas de seguridad, 20,000 miembros de seguridad privada y 15,000 militares cada día de los Juegos Olímpicos.
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En los últimos meses, el Estado Islámico ha intensificado sus llamados a atacar acontecimientos deportivos en Europa. Los gobiernos están cada vez más preocupados por la amenaza concreta que el grupo terrorista supone para los próximos Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024.

¿Hasta qué punto deberíamos estar preocupados? Aunque las respuestas definitivas sobre los peligros que se plantean son difíciles de obtener, hay tres factores importantes que hay que tener en cuenta: la intención, la capacidad y la oportunidad.

Intención

Un atentado contra los Juegos Olímpicos ofrecería sin duda el tipo de impacto global que muy pocos objetivos podrían proporcionar. No obstante, queda la cuestión de si el Estado Islámico quiere dedicar los recursos necesarios para llevarlo a cabo.

En la actualidad, la filial del Estado Islámico con mayor propensión a cometer atentados transnacionales es el Estado Islámico-Provincia de Jorasán (IS-KP), con sede en Afganistán. Esta estuvo detrás de la reciente masacre en la sala de conciertos de Moscú, en la que murieron más de 140 personas.

También se ha producido un aumento de complots terroristas islamistas extremistas en Europa desde el estallido de la guerra de Gaza en octubre de 2023. Varios de ellos tienen aparentes conexiones con IS-KP.

Uno de estos atentados iba dirigido contra aficionados suecos en un estadio de futbol de Bruselas, Bélgica.

Algunas declaraciones recientes del Estado Islámico han recordado la masacre de París de 2015, en la que murieron 130 personas. El grupo llamó a sus seguidores a “recrear la gloria del asalto de París 2015 y someter a los cruzados en masa”.

Juegos Olímpicos terrorismo
Wikimedia

Sin embargo, aunque el IS-KP es la filial del Estado Islámico más centrada en Occidente, da prioridad a atentar contra regímenes locales en Afganistán, Pakistán, países de Asia central como Tayikistán, Uzbekistán y Kirguistán, y potencias regionales como Irán, Rusia y China.

Por otro lado, el Estado Islámico no se encuentra en la misma posición que en 2014 y 2015. Entonces, la expansión territorial del grupo en Siria e Irak se vio obstaculizada por una coalición militar liderada por Occidente, lo que le llevó a tratar los atentados en Europa como una de sus máximas prioridades.

Esto plantea la cuestión de si el Estado Islámico podría tratar de generar pánico en torno a los Juegos Olímpicos como parte de una estrategia más amplia para agotar a sus oponentes.

Existe un largo historial de movimientos extremistas islamistas que articulan abiertamente una estrategia para agotar los recursos de los gobiernos occidentales induciendo medidas de seguridad exorbitantes para evitar posibles atentados.

Por ejemplo, en 2010, Al Qaeda colocó dos impresoras bomba en un avión de carga en un complot denominado “Operación Hemorragia”. Aunque fracasó, el grupo afirmó que solo costó 4,200 dólares llevarla a cabo. En contraste, obligó a Estados Unidos a gastar miles de millones de dólares (mdd) en mejoras de la seguridad de las aerolíneas.

El Estado Islámico podría decidirse por una estrategia similar en los Juegos Olímpicos de París 2024, dado que tanto la provocación como el desgaste de recursos son estrategias terroristas habituales.

Capacidad

También existen dudas sobre si el Estado Islámico tiene capacidad para organizar directamente un atentado contra los Juegos Olímpicos.

El IS-KP ha demostrado su capacidad para llevar a cabo complejos atentados terroristas transnacionales. Por ejemplo, el atentado suicida contra un mitin político en Pakistán en julio de 2023, un doble atentado suicida en Irán en enero de 2024 y el tiroteo masivo en la sala de conciertos de Rusia en marzo.

Juegos Olímpicos terrorismo
Rusia/Handout/EPA

Sin embargo, tampoco hay que exagerar las capacidades del IS-KP. En Afganistán, el movimiento se habría debilitado desde la retirada militar de Estados Unidos en 2021 y el regreso de los talibanes al poder.

Los atentados reivindicados por el grupo en Afganistán disminuyeron más de 90% en dos años: de 293 atentados en 2021 a 145 en 2022 y solo 20 en 2023.

Esto ayuda a explicar por qué el IS-KP ha desplazado su centro de atención al extranjero en los últimos años. Además, concuerda con investigaciones que muestran que las organizaciones insurgentes más débiles son más propensas a participar en actos terroristas transnacionales. Su objetivo suele ser compensar las pérdidas locales ampliando su lucha y demostrando determinación.

Por lo tanto, las capacidades actuales del IS-KP siguen sin estar claras. A pesar de los atentados en Rusia e Irán, sigue siendo incierto si podría lanzar un ataque a gran escala en Europa cuando las autoridades están en alerta máxima.

Oportunidad

Por último, cabe preguntarse si los Juegos Olímpicos se perciben como una oportunidad prometedora para un atentado.

La propaganda extremista islamista lleva mucho tiempo haciendo hincapié en el potencial de los eventos deportivos como objetivos. En 2012, la revista Inspire de Al Qaeda describió “estadios deportivos abarrotados” como objetivos “muy fáciles”.

Un número de Inspire de 2014 también recomendó atacar acontecimientos deportivos con “multitudes densas”, “visitados por (…) personas de alto perfil”. Esto porque garantiza una cobertura mediática mundial.

Por lo tanto, los partidarios del Estado Islámico en Europa –actuando solos o en pequeños grupos– podrían ver en los Juegos Olímpicos una buena oportunidad, con o sin apoyo directo de afiliados como el IS-KP.

Las autoridades francesas detuvieron recientemente a un adolescente que planeaba un atentado de este tipo “inspirado por el Estado Islámico”.

Aun así, las oportunidades de atentar en megaeventos deportivos han disminuido enormemente en los últimos años. Esto se debe gracias los procedimientos de seguridad cada vez más amplios que han establecido los organizadores.

Según un informe de investigación de 2014, los Juegos Olímpicos, en particular, “ofrecen una visión de la planificación de seguridad más meticulosa fuera de la guerra”.

En la actualidad, los anfitriones olímpicos adoptan medidas excepcionales para mantener la seguridad de sus juegos. Esto incluye la vigilancia de alta tecnología, la recopilación de información de inteligencia, la asignación extraordinaria de personal y el uso de fuerzas militares para proteger las sedes.

Francia, por ejemplo, tiene previsto desplegar 45,000 policías y fuerzas de seguridad, 20,000 miembros de seguridad privada y 15,000 militares cada día para proteger el evento.

Estos dispositivos excepcionales de seguridad y vigilancia suelen permanecer mucho tiempo después del acontecimiento y se normalizan.

Por otro lado, esto plantea cuestiones críticas sobre el costo económico y para las libertades civiles de mantener la seguridad de los Juegos Olímpicos, y sobre si este “impuesto al terrorismo” podría entrar en la estrategia de los grupos para sembrar el miedo y obligar a los gobiernos a gastar exorbitantemente en medidas de seguridad.

Sin embargo, es intrínsecamente difícil saber qué puede percibir un grupo terrorista como una oportunidad.

Por ejemplo, el Estado Islámico podría decidir atentar contra un objetivo más blando en Francia o en cualquier otro lugar de Europa durante los Juegos Olímpicos, viendo más oportunidad de generar publicidad por el momento que por el lugar. Australia experimentó un complot de este tipo durante los Juegos Olímpicos de Sídney de 2000.

Esto también plantea la cuestión de quién más podría ver la justa veraniega una oportunidad para el terror. Como muestra la investigación histórica, las amenazas a los Juegos Olímpicos no se limitan a grupos importantes como el Estado Islámico.

El atentado contra los Juegos Olímpicos de Atlanta de 1996 perpetrado por el terrorista estadounidense Eric Rudolph es un buen ejemplo.

Individuos o grupos similares con motivaciones diversas también podrían tener intenciones dañinas en Francia el próximo mes, aunque con una capacidad de violencia quizá limitada.

Este artículo se publicó originalmente en The Conversation.

* The Conversation es una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos.

* Andrew Zammit es investigador postdoctoral de terrorismo y seguridad en la Universidad Victoria. Ramon Spaaij es Profesor del Instituto de Salud y Deporte de la Universidad de Victoria.

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