• Una investigación sobre la traición de Ana Frank identificó al notario judío Arnold van den Bergh como sospechoso.
  • Se llegó a la conclusión de que era “muy probable” que Van den Bergh traiciono el escondite de los Frank para salvar su propia familia.
  • Otros investigadores son escépticos ante el señalamiento.

Una investigación de seis años sobre la traición de Ana Frank identificó a un sorprendente sospechoso de la muerte de la famosa diarista, a quien descubrieron en su escondite junto a un canal y murió en un campo de concentración nazi en 1945.

Un personaje relativamente desconocido, el notario judío Arnold van den Bergh, fue señalado como sospechoso por un equipo que incluye al agente retirado del FBI Vincent Pankoke y a una veintena de historiadores, criminólogos y especialistas en datos.

Sin embargo, otros expertos subrayan que las pruebas no son concluyentes.

El 4 de agosto de 1944, los nazis descubrieron a Ana y a otros siete judíos que estuvieron escondidos durante casi dos años en un anexo secreto. Este se situaba en un almacén junto a un canal de Ámsterdam, Países Bajos.

Todos fueron deportados y Ana murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen a los 15 años.

Hay escepticismo sobre el “traidor” de Ana Frank

Los investigadores llegaron a la conclusión de que era “muy probable” que Van den Bergh traicionara el escondite de los Frank para salvar a su propia familia, dijo este lunes Pieter van Twisk, miembro del equipo de investigación, a NRC.

El equipo llegó a la conclusión de que Van den Bergh, quien murió en 1950, tenía acceso a información sobre el escondite porque era miembro del Consejo Judío de Ámsterdam en tiempos de guerra.

Aunque el historiador Erik Somers, del Instituto Neerlandés para el Estudio de la Guerra, el Holocausto y el Genocidio, alabó el enfoque amplio y multidisciplinar de la investigación, se mostró escéptico sobre su conclusión.

La investigación y el eventual señalamiento de Van den Bergh como sospechoso se basan en una nota anónima que lo identifica. También en suposiciones sobre las instituciones judías de Ámsterdam en tiempos de guerra, que no están respaldadas por otras investigaciones históricas, dijo a Reuters.

Miep Gies, una de las ayudantes de la familia, mantuvo a salvo el diario de Ana hasta que su padre, Otto Frank, el único que sobrevivió a la guerra, lo publicó en 1947.

Desde entonces se ha traducido a 60 idiomas y ha cautivado la imaginación de millones de lectores en todo el mundo. 

Con información de Reuters.

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