• Twitter aún no cumple el año bajo la propiedad de Musk.
  • En lugar de el rescate prometido, la plataforma está sumida en un caos tóxico.
  • Además llegó Threads de Meta a desafiarla por primera vez tú a tú.
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No ha pasado ni un año desde que la compró, y el Twitter de Elon Musk ya sufre un destino mucho peor que la muerte: la irrelevancia.

La plataforma, que Musk prometió convertir en un paraíso del libre discurso y sin bots, hoy tiene más spam, fallas y cuentas falsas que nunca.

En mayo, cuando el gobernador de Florida, Ron DeSantis, anunció su candidatura presidencial en Twitter, un desfile de fallas convirtieron en un desastre eso que pudo ser un momento histórico para la empresa.

Twitter ha sido incapaz de aguantar eventos noticiosos relevantes por los que es famosa, como el espectáculo de medio tiempo de Rihanna en el Super Bowl.

Y básicamente todas las nuevas «funciones» que Musk lanza –desde el incremento a la extensión de los tuits hasta el infame límite de publicaciones que los usuarios pueden ver al día– solo han empeorado el producto.

La esencia perdida en la era del Twitter de Musk

En sus moléculas básicas, Twitter es un negocio de publicidad: las últimas cifras de sus reportes financieros cuando era pública demuestran que 90% de sus ingresos venían de los anuncios.

Para triunfar en ese negocios, se necesita que tanto los usuarios que generan contenido y los clientes que compran publicidad, sientan que es un sitio estable y confiable.

Si una plataforma publicitaria no puede ser confiable durante el Super Bowl, ¿para qué sirve?

Y ahora, tiene más competencia. La semana pasada, Meta lanzó Threads, una plataforma social de textos vinculada a Instagram… Su versión de Twitter, pues.

Esto semanas después de que Musk retó a Mark Zuckerberg a un combate de MMA en una jaula.

Señores: tenemos un contendiente

En menos de 24 horas, Threads superó los 30 millones de usuarios, incluyendo figuras como Jennifer Lopez y el astro de la NBA Steph Curry.

Para Musk, eso debe ser más bochornoso que la posibilidad de que «Zuck» le patee el trasero en el ring. Claramente en una suerte de berrinche por el sorpresivo éxito de Threads, escribió en Twitter: «Es infinitamente preferible ser atacado por extraños en Twitter, que entregarse a la falsa felicidad de esconde-tu-dolor de Instagram».

Sí claro, jefe.

Ser relevante era el pilar de Twitter como plataforma. En realidad nunca generó utilidades ni fue la red social más grande. Pero cuando algo pasaba, la gente de inmediato se lanzaba a Twitter para saber más.

Su atractivo era la capacidad de agrupar información del momento, así fuera la muerte de alguna figura pública, un desastre natural o un embotellamiento.

Desafortunadamente, los tropiezos de Musk le están quitando toda la relevancia a Twitter y abren el camino a otras plataformas.

Musk ha dicho que podría transformar a Twitter en una «app de todo» –desde pedir un taxi hasta hacer las compras– pero lo más probable es que se convierta en algo como Truth Social –la plataforma del expresidente Donald Trump– una especie de megáfono para un solo personaje narcisista y enfurecido, y toda la tropa que lo alaba.

Cómo darle la vuelta al negocio de Twitter

En los primeros días de la toma de control por parte de Musk, comenté que estaba pagando de más por Twitter. Una vez que se concretó la operación, dijo que no había un plan real para darle la vuelta al negocio.

En esos temas, creo que es justo decir que tuve razón. Dicho eso, todo se desfondó más rápido de lo que esperaba.

Ciertamente, Twitter necesitaba dar un giro. Incluso antes de la adquisición, requería nuevos directivos, un replanteamiento del negocio e inversión en innovación para atarer nuevos usuarios.

Desafortunadamente paa Twitter, Musk no es un tipo tradicional a la hora de darle la vuelta a un negocio. De hecho, lo suyo nunca ha sido darle la vuelta a nada. Todos los negocios que ha lanzado han sido pioneros en industrias nacientes.

Lo que hizo exitosos a esos negocios no va a funcionar con Twitter, pero Musk lo ha intentado de todos modos. Despidió a más del 70% del staff de Twitter con una absoluta falta de respeto a su conocimiento institucional.

Actuó como si él solo pudiera ser el negocio publicitario (como lo fue en Tesla). Y no se molestó con descubrir qué es lo que los usuarios esperan de Twitter, asumiendo que su incurable adicción a twittear ya le había dado todas las respuestas.

Sin mucha idea de lo que pasa allá fuera

Pero sorpresivamente, ser un multimillonario que «responde a todo» no le da una visión clara de por qué la gente común usa el producto.

Les doy un ejemplo. Por años, la Metropolitan Transportation Authority (MTA), la agencia que controla el transporte público de Nueva York, usó Twitter para mandar alertas automatizadas sobre emergencias y cambios en el servicio.

Era una relación simbiótica para el sitio: los usuarios dependían de la plataforma para estar enterados en tiempo real de trenes detenidos o autobuses retrasados, mientras que la MTA tenía una vía rápida y confiable para llegar a la gente.

En abril, Musk decidió cortar de golpe al programa de Twitter que permitía a la MTA enviar sus alertas automatizadas eficientemente por años. El magnate, que busca frenéticamente dinero en cada recoveco de Twitter, quería cobrar por el acceso a esa interface de programación.

Creyó que los servicios meteorológicos, gobiernos y agencias de atención de emergencias necesitaban más a Twitter que la plataforma a todos ellos. La MTA calculó que le costaría unos 50,000 dólares mensuales mantener el acceso al sistema, pero en lugar de pagar, apostó que era puro blofeo de Musk.

Tuvo razón y la MTA regresó a Twitter cuando Musk echó para atrás su decisión y permitió a las dependencias gubernamentales volver sin cargo. La situación obligó a Musk a mostrar sus cartas y eran bastante débiles.

Para estos tratos, mejor me voy

«La única diferencia entre Twitter y las otras empresas de Musk es que en Twitter trata mucho peor a los usuarios de como trata a sus empleados», me dijo Vicki Bryan, fundadora de la firma de investigación de bonos Bond Angle.

El producto de Twitter también está sufriendo por la famosa costumbre de Musk de no pagar a tiempo sus facturas, una tendencia que ha frustrado a los proveedores de Tesla por años. Ahora tiene frustrados a varios arrendatarios y a Goldman Sachs, porque Musk se niega a pagar la renta de varias oficinas de Twitter.

Y si nos ponemos a leer con cuidado los titulares, hay huellas de la tacañería de Musk por todos lados. Poco antes del 4 de julio, anunció que el sitio comenzaría a limitar el número de tuits que los usuarios podían ver al día. Argumentó que era con la finalidad de mejorar la experiencia de usuario y atrapar a tdoso esos escurridizos bots.

De ser cierto, Musk está sacrificando la reputación de Twitter como un sitio confiable para las noticias del momento y las conversaciones libres en un afán de acabar con el spam. Eso es como incendiar un faro para acabar con las termitas.

La estrategia tiene más sentido si de hecho se trata de otro desatino de la pésima administración de Musk.

«Ahí luego te pago»

Hasta finales de junio, Twitter no ha pagado por meses a Oracle, su proveedor de plataformas de bases de datos.

El mes pasado, la CEO de Twitter, Linda Yaccarino, tuvo que negociar la abultada deuda de la empresa con Google Cloud, donde almacena sus datos y hospeda otros servicios computacionales.

Es poco claro cómo Twitter podría sobrevivir sin la infraestructura que le brindan esas compañías, y es prácticamente acertado decir que esas no son las únicas relaciones fundamentales que Musk ha puesto en riesgo.

Así que, seguro, tal vez limitar el acceso de los usuarios se trate del asunto de los bots, Quizás, para Musk, esa batalla vale sacrificar justo eso que hace a Twitter especial. Tal vez piensa que achicar a Twitter –un sitio que por años luchó por engrosar su base de usuarios– vale la pena con tal de acabar con los bots.

Pero parece más probable que el sitio sufre la falta de personal, una infraestructura débil y un nivel directivo repleto de improvisados y tacaños.

Si alguien tiene alguna idea brillante en Twitter –más allá de eso de cobrar por la verificación azul que ya nadie quiere– es hora de compartirlas. En mayo, Fidelity –un fondo que retuvo su participación en el Twitter de Musk, redujo su valuación en sus libros a 6.5 millones desde los 20 de octubre de 2022. Eso es una tercera parte de lo que alguna vez fue.

La compra de Twitter, un asunto de miles de millones

Bryan ha venido siguiendo la saga de los 13,000 millones de dólares en deuda que Musk tuvo que cargarle a Twitter para poderla comprar. Ella me dijo que en sus décadas de experiencia, jamás había visto el valor de una compañía deteriorarse tan rápido.

El verdadero precio de Twitter no es los 44,000 millones de dólares que pagó Musk, es el desplome de su valor y en Wall Street todo mundo lo sabe. Es por eso que bancos como Morgan Stanley, que se apuntaron para vender 12.5 millones en deuda de Twitter, están sentados en pilas de bonos en espera de un milagro en lugar de padecer el golpe de venderlos a centavos por dólar.

Por otro lado, las tasas de interés más altas significan pagos de deuda más caros para Twitter, eso le deja poco margen de error o de experimentación para invertirle como producto.

«Si Elon le pide más dinero a los bancos, le van a decir ‘lo siento, voy pasando por un túnel y no te oigo'», dijo Bryan. «SI a la gente que le vendiste tu deuda no la puede vender, no vas a colocar más deuda».

Ahora el producto se llama Elon

Cuando un producto apesta, los usuarios lo abandonan, y eso es lo que pasa con Twitter. Un sondeo en mayo de Pew Research encontró que los usuarios de alta frecuencia siguen por ahí pero posteando menos.

Parte de problema es que –como Trump en Truth Social– Musk se convirtió en el eje central del sitio. Parte de eso, es intencional.

Cuando Musk descubrió que su popularidad entre los usuarios estaba cayendo, le ordenó a los ingenieros que hicieran más prominentes sus posteos. Otro problema es que Musk es un imán para los bots de los que tanto se quejaba.

Otro sondeo de Pew encontró que 60% de los usuarios consultados dijo haberse tomando un break de Twitter durante los últimos 12 meses. Llámale como quieras, pero yo me aventaré a decir que sufren de «agotamiento por Elon».

Las alternativas a Twitter han existido por meses, elige la tuya: Mastodon, Post, Bluesky (del fundador de Twitter Jack Dorsey). Todos ellos han ido chacaleando poco a poco a los desilusionados de Twitter y, al mismo tiempo, fragmentando a los usuarios así que ninguno logra masa crítica para rivalizar con el interminable bla, bla, bla de Twitter.

Las alternativas a Twitter que no logran despegar

Tampoco han logrado atraer a las celebridades, las marcas ni todo ese kitsch cultural que tanto amamos odiar. Pero el lanzamiento meteórico de Threads parece ser la amenaza más seria que ha enfrentado Twitter.

La diferencia con Threads –por su vinculación con Instagram– es que no está robando las migajas de los usuarios de Twitter, se los está llevando en trailers.

Las autoridades en Estados Unidos tal vez tengan algo que decir sobre el asunto. la directora de la Comisión Federal de Comercio, Lina Khan, ha tratado de demandar a Meta por copiar productos de empresas más pequeñas para mantener su dominio en las redes sociales.

Pero hasta ahora, sus argumentos no han funcionado y, de algún modo, dudo que echarle una mano a Musk le entusiasme lo suficiente como para regresar a la mesa de trabajo para tener un nuevo planteamiento.

Twitter vs Meta: nos vemos en el juzgado

Por otro lado, los abogados de Musk ya enviaron una carta de cesar y desistir a Meta advirtiendo que demandarán si Threads no es bajado, lo que le ofrece a Zuckerberg una oportunidad de vencer a Musk en los tribunales además de en la jaula de combate. Felicitaciones a todos los abogados involucrados.

Con base en su CV, Yaccarino parece una profesional competente que probablemente no necesita mis recomendaciones, pero ahí va de. cualquier modo: ¡Corre! Musk es famoso por su micromanaging y pellizcar centavos, lo que significa que toda tu experiencia estará supeditada a su ego y toma de decisiones. Y, cuando finalmente te quieras ir, va a pelearte cada centavo que te mereces hasta la puerta de salida. He visto pasar esto en Tesla muchas veces.

Dos gotas de Twitter y un chorro de Musk: mezcla tóxica

En el pasado, Musk ha logrado fusionar su marca con sus productos y convertirlos en un éxito. Pero en Twitter ese mix convirtió a la marca en un desastre tóxico.

Twitter pierde si se vuelve demasiado tóxico para seguir siendo el «garrafón del agua» global en el que todos charlamos un rato.

Quizás las luces siguen prendidas –gracias a los miles de millones de Musk– pero las únicas personas en casa serán él, algunos sujetos confundidos que desearían que fuera su papá y los bots de porno.

Aún no está claro si alguna app será «la asesina de Twitter», pero lo que sí se puede ver es que las formas de Musk y la pobreza del producto están transformando a la «app del pajarito» en un zombie.

Quizás Twitter no muera, pero ciertamente no estará viva. Necesitará comer cerebros para sostenerse, pero no habrá los suficientes. Quizás eso quería Musk desde el principio. Al menos, ahí será popular.

* Linette Lopez es corresponsal senior de Insider.


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