• Existen varios efectos sobre el espectador que impone la nueva manera de consumir series y películas en las plataformas de streaming.
  • No solo se trata de la fatiga de decisión por la abundante oferta.
  • Los maratones de series tienen efectos sobre nuestra memoria y nuestra capacidad para recordar la serie en cuestión.

La rápida normalización de hacer maratones de series en plataformas de streaming ha transformado por completo nuestros hábitos de consumo.

Tenemos mucha más oferta, dedicamos más horas a ver contenidos y en contextos en los que antes era impensable poder ver el capítulo de tu serie favorita. Ahora, además, se nos permite desafiar el concepto de historia por entregas con el que nació la narración serial. Los estrenos en bloque permiten que tengamos todos los capítulos a nuestro alcance, por lo tanto, la decisión de cuántos ver de una sentada depende del tiempo que tengamos y de nuestro nivel de cansancio.

En los pocos años en los que pasamos de la televisión de menú a la nueva televisión, de bufete libre, los efectos sobre el espectador son innegables. Sabemos que la abundancia limita nuestra capacidad de elegir qué ver (fatiga de decisión). También se ha podido constatar que la dopamina que segregamos cuando maratoneamos genera adicción y que provoca estados de ánimo cercanos a la depresión cuando la serie termina (depresión post-serie). Y todavía hay otro efecto secundario: hacer maratones de series afecta de gran manera a nuestra memoria. 

La bulimia audiovisual nos está convirtiendo en Dory 

Seguro recuerdas a Dory, la pececilla olvidadiza de «Buscando a Nemo». En terminología científica, lo que Dory padece se llama amnesia anterógrada. Esta condición se describe como la incapacidad de recordar información reciente o de generar nuevos recuerdos. Las personas que la padecen olvidan lo que acaban de leer, ver o experimentar casi de inmediato. 

Los maratones de series tienen efectos parecidos sobre nuestra memoria y capacidad para recordar la serie en cuestión. Como explica el psicólogo Alan Jern, ver muchos capítulos de golpe influye sobre dos procesos básicos sobre los que se construyen nuestros recuerdos. 

En primer lugar, afecta a los procesos de codificación que lleva a cabo nuestro cerebro cada vez que recibe una nueva información de interés, a los efectos de almacenarla correctamente y poder recuperarla más tarde. Comentar la serie, reflexionar sobre ella mientras esperas la siguiente entrega, leer artículos… todas estas actividades contribuyen a cimentar la memoria a largo plazo sobre bases más sólidas porque las conexiones entre esos estímulos recién recibidos con el back up de tu cerebro son más fuertes. Este proceso de enlazar la información nueva con los elementos que ya están presentes en el archivo de nuestra memoria se pierde, en gran medida, con un maratón. 

¿La consecuencia? Que las conexiones sean más débiles y, por tanto, sea mucho más fácil olvidarlas.

Hacer maratones de series nos deja con un efecto de «memoria espaciada» 

El segundo efecto de los maratones de series sobre nuestra memoria está relacionado con lo que los psicólogos denominan “efecto de memoria espaciada”.

Quienes trataron de prepararse para un examen el día antes seguro constataron cómo la memoria juega malas pasadas cuando se trata de recordar mucha información almacenada en poco tiempo. Por algo los profesores no se cansan de decir que es mucho mejor estudiar en periodos de tiempo largos: la memoria, sencillamente, se consolida mejor. 

Con las series de televisión pasa algo similar. En 2017 un grupo de investigadores de la Universidad de Melbourne llevó a cabo un estudio cualitativo para tratar de constatar los efectos de hacer maratones de series sobre la memoria. Para ello sometieron a tres grupos a distintas disciplinas de visionado de la misma serie:  atracón en un día, episodio diario y episodio semanal. A pesar de que con el primer grupo la memoria inmediata era mucho más nítida, la precisión de sus recuerdos comenzaba a decaer con los días. Por su parte, en los otros dos grupos los recuerdos se consolidaban con el tiempo y eran capaces de rememorar detalles meses después. 

¿Qué ganan las plataformas? 

Para las plataformas de streaming el estreno en bloque que impulsa el atracón trae más beneficios de los que se cree. Los consumos intensos y concentrados generan masas de audiencia con reacciones muy viscerales (por el consumo concentrado) que contribuyen a acrecentar la resonancia del programa, especialmente en redes. Estos espectadores intensos se convierten en una potente red de arrastre para nuevas audiencias, en la energía que impulsa gran parte del ciclo comercial de la captación y la retención.

A las plataformas también les interesa ese efecto lienzo en blanco para dar entrada al que podría ser tu nuevo programa favorito. Luego con la nueva entrega se encargan de despertar a golpe de campañas virales y marquesinas ese recuerdo aletargado en un rincón de tu memoria.  

Este ciclo frenético de estrenos y de series que se digieren y olvidan casi tan rápido como se consumen plantea la cuestión de cuántas de las series estrenadas en esta década serán capaces de dejar el poso cultural que han dejado los clásicos de décadas precedentes. 

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