• Después de convertir mi vida financiera en un caos por no saber utilizar una tarjeta de crédito, decidí consolidar deuda.
  • Una vez que logré consolidar deuda, decidí que para hacer más llevadera la carga dividiría el pago mensual en dos.
  • Este truco me sirvió para sentir menos presión, pues hay un periodo en donde se juntan varios pagos.

Como a muchos, nadie me enseñó a utilizar una tarjeta de crédito. La primera vez que me dieron una me sentía muy poderosa, saber que tenía todo ese dinero disponible me hizo perder un poco la cabeza y la lleve al límite.

Luego vino la segunda, y la tercera. En menos de lo que me di cuenta, tenía las tres tarjetas al límite, y mi sueldo ya solo me permitía pagar los mínimos.

Cada quincena era un dolor, porque solo trabajaba para pagar intereses y la deuda no se reducía para nada. Pensé, ¿cuánto tiempo seguiría así?

Pagar la deuda de la tarjeta en 10 años, ¡no, por favor!

La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) realizó una proyección en donde se establece que una persona que paga solo el mínimo de su tarjeta de crédito puede tardar hasta 10 años en liquidarla.

No quería que pasara tanto tiempo. Así que decidí buscar una alternativa, conseguí que una fintech me ayudara a unificar mis deudas, es decir, ella pagaba mis tarjetas y yo ahora le debía a ella, con una tasa de interés mucho más baja.

Una vez que logré hacer la consolidación de deudas, cancelé dos de las tres tarjetas, me quedé con la que tenía el límite de crédito más bajo. Los especialistas financieros dicen que si no te sabes controlar con las tarjetas lo mejor es que tu límite represente un mes de tu sueldo, algo que puedas pagar con facilidad en caso de que te excedas.

Para pagar, dividí la deuda en dos y así fue menos pesado

Ya no tener que pagar varias tarjetas, recordar fechas de corte y pago de cada una, me simplificó la vida; aún así la deuda que tenía que pagar al mes era considerable, y se juntaba con la colegiatura y otros pagos fijos que debía hacer. Y todo caía en la «quincena pesada».

Para resolverlo decidí dividir la deuda en dos. Así el día de pago no tendría que disponer de todo el dinero de un solo golpe, afectando a los otros compromisos del mismo periodo.

Es un truco simple, pero la realidad es que me ayudó a planificar ese pago, a no sentir el peso de mi deuda en un solo periodo, y a repartir la carga.

Hoy ya he terminado de pagar esa deuda, y ese dinero lo sigo poniendo en mi presupuesto como un rubro. Ahora ha cambiado de nombre, en lugar de pago se convirtió en ahorro, y se siente muy bien porque el hábito ya lo adquirí, y ahora también hago el pago de mi tarjeta de crédito en dos.

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