• Actualmente hay 42 candidatos vacunales contra el coronavirus probándose en ensayos clínicos y más de 150 en evaluación preclínica, según la actualización más reciente de la Organización Mundial de la Salud.
  • Sin embargo, el hecho de que los candidatos hayan empezado a desarrollarse sin que se conocieran muchos interrogantes en torno a la inmunidad del coronavirus pone en cuestión su capacidad real para frenar la propagación.
  • Mientras que los estudios sobre anticuerpos han causado desánimo, las nuevas investigaciones sobre linfocitos T permiten ser optimistas, ya que están presentes en el 100% de pacientes que han pasado la enfermedad.

Actualmente hay 42 candidatos a vacuna contra el coronavirus probándose en ensayos clínicos y más de 150 en evaluación, según la Organización Mundial de la Salud.

Algunos de los más avanzados comenzaron a desarrollarse a principios de año y podrían llegar al mercado antes de que termine 2020; esto supondría un hito histórico en la investigación de las vacunas. 

Sin embargo, que los candidatos hayan empezado a desarrollarse sin que se conocieran muchos interrogantes en torno a la inmunidad del coronavirus pone en cuestión su capacidad real para frenar la propagación.

De hecho, varios expertos ya han advertido de que es probable que las primeras vacunas que lleguen al mercado no sean las más eficaces.

Además, el paso de los meses demostrado que los anticuerpos que se generan como respuesta a la enfermedad —y que los fabricantes usaban para medir el éxito de sus vacunas— desaparecen con el paso del tiempo. Esto siembra duda sobre la capacidad de un candidato de generar protección a largo plazo. 

«La primera vacuna contra el SARS-CoV-2 será probablemente autorizada en función de los anticuerpos neutralizantes que muestre en la fase 2 de los ensayos; sin embargo, hay preocupaciones significativas sobre usar la respuesta de los anticuerpos como única medida de la inmunidad protectora», asegura Marc Hellerstein, experto de la Universidad de Berkeley, en un artículo publicado en la revista Vaccine

Hellerstein es uno de los muchos científicos que abogan por desviar el foco de los anticuerpos y ponerlo en una respuesta inmune más duradera; la generada por las células T. 

La decepción de los anticuerpos 

Durante muchos meses, la interrogante más urgente era cuánto tiempo duraban los anticuerpos generados para combatir la enfermedad y si conferían inmunidad frente a reinfección. 

La decepción acompañó a los primeros estudios que descubrieron que los anticuerpos desaparecían a los tres meses; las dudas sobre una inmunidad duradera se despejaron con las confirmaciones de los casos de reinfección. 

Hellerstein señala que los anticuerpos no son la respuesta protectora primaria al Covid-19, algo que asegura que ya se vio con la epidemia del SARS. En cambio, la respuesta de las células T se ha relacionado en ambos casos con un mejor pronóstico en los pacientes. 

«Si vas a aprobar una vacuna basada en un marcador de laboratorio, la cuestión clave es, ‘¿cuál es su relación con la inmunidad protectora?’. Mi opinión es que las células T se correlacionan mucho mejor que los anticuerpos con la inmunidad protectora contra los coronavirus», concluye el experto. 

Centrarse solo en la proteína S también es un error

Hellerstein también mostró preocupación ante el hecho de que la mayoría de las vacunas en desarrollo se centran exclusivamente en la inducción de una respuesta de anticuerpos contra una sola proteína del virus; la proteína S, que se encuentra en la superficie del virus y abre la puerta a las células.

Investigaciones recientes muestran que la infección natural por el SARS-CoV-2 estimula una respuesta de las células T contra varias proteínas virales; no solo contra la proteína S.

Isabel Sola, científica titular y codirectora del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), destaca ese mismo inconveniente en el candidato de la vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford.

«El vector viral expresa la proteína S, pero sabemos que hay otras proteínas vitales», advirtió Sola en una entrevista anterior con Business Insider España.

La científica señaló que la proteína S se ha mostrado relevante para la producción de anticuerpos neutralizantes; sin embargo, cada vez está cobrando más relevancia la respuesta celular. 

Redefinir el objetivo de las vacunas: inducir células T 

Mientras que los estudios sobre anticuerpos han causado desánimo, las nuevas investigaciones sobre linfocitos T permiten ser optimistas. Estas se encuentran en 100% de pacientes que han pasado la enfermedad, según los datos del Hospital Universitario de Tubinga, en Alemania.

Los investigadores del Instituto Karolinska destacan que sus resultados indican que «las personas que han desarrollado inmunidad de células T son el doble en comparación con aquellas en las que podemos detectar anticuerpos».

Además, la presencia de estas células causada por infecciones de coronavirus similares —como los que causan los resfriados comunes— podría también proteger a las personas, un proceso que se conoce como inmunidad cruzada. 

Varios estudios, como el del Hospital Universitario de Tübingen, señalan que muchos de los pacientes no infectados tenían células capaces de detectar el SARS-CoV-2.

Otro, de La Charité-Universitätsmedizin de Berlín y el Instituto Max Planck de Genética Molecular, descubrió que una de cada tres personas sin exposición previa al SARS-CoV-2 tiene células T capaces de reconocer el virus.

«Lo último que queremos es que las personas inmunizadas se enfermen en unos meses o un año; o que se enfermen más de lo que lo harían. Quienquiera que pague o apruebe los ensayos de la vacuna tiene la obligación de asegurarse de que observamos la calidad y la durabilidad de la respuesta de las células T», asegura Hellerstein. 

Las principales compañías han mostrado inducir una buena respuesta celular 

Las tres principales compañías liderando la carrera por la vacuna y con aspiraciones de recibir una autorización de emergencia han informado de la respuesta celular que induce su candidato según han observado en sus ensayos clínicos. 

La vacuna de AstraZeneca y la Universidad de Oxford parece generar respuesta por parte de las células T, según un artículo de The Lancet, que señala que esta defensa alcanzó su pico en el día 14; y se mantenía meses después de la inyección. Sin embargo no especifica si se trataba de respuestas de las células T CD4+ (ayudantes) o CD8+ (asesinas).

Además, este candidato requiere de una segunda dosis y los científicos no detectaron que la segunda inyección aumentara la respuesta celular. 

Por su parte, Moderna, la biotecnológica estadounidense que hizo el primer ensayo en humanos, también aseguró que su vacuna genera respuesta celular del tipo CD8+. La respuesta es específica contra la proteína S y los resultados fueron publicados en The New England Journal of Medicine. 

Por último, el candidato elaborado por la biotecnológica alemana BioNTech y el gigante farmacéutico Pfizer ha demostrado inducir una respuesta celular con ambos tipos de linfocitos T así como anticuerpos neutralizantes, aunque también contra un antígeno específico. 

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