• He estado recibiendo y enviando cartas escritas durante la pandemia de Covid-19.
  • Si bien me encanta una buena llamada de Zoom, el toque personal del correo tradicional me hace sentir más conectado con las personas en mi vida.
  • El esfuerzo adicional que implica escribir y enviar una carta por correo demuestra que le importa.

Siempre he sido una persona de cartas. Le escribí a un amigo por correspondencia durante años en la escuela primaria y secundaria. 

Guardo todas las tarjetas de cumpleaños y agradezco las notas que recibo, llenando cajas de zapatos que han viajado conmigo a través de estados y apartamentos. 

Incluso escribí mi tesis en la universidad sobre las cartas que la poeta estadounidense Elizabeth Bishop envió a lo largo de su vida.

Cuando quedó claro que las medidas de distanciamiento social se mantendrían vigentes indefinidamente, decidí comenzar a enviar más cartas por correo.

Si bien me encanta una buena llamada de Zoom, las cartas a mano tienen un toque personal que la comunicación digital no puede recrear

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Para mí, una de las partes más difíciles del distanciamiento social es la separación física prolongada. Cuando recibo una carta de alguien, estoy sosteniendo algo que ellos tienen. 

Noto la inclinación particular de su letra, las palabras que han tachado, el color de la pluma. Es mucho más personal que un texto y los hace sentir un poco más cerca.

Redactar y enviar una carta también requiere más esfuerzo que llegar a alguien digitalmente. 

Estoy agradecida por lo fácil que se han vuelto los mensajes de texto, las llamadas y los chats de video, lo que me permite estar al día con amigos y familiares de todo el mundo. Pero debido a que estas formas de comunicación se han convertido en la norma, siempre agradezco que alguien me complazca tomándose el tiempo extra para sentarse y escribir una nota breve, adquirir un sobre y un sello, y caminar hacia su buzón.

El correo postal también es una oportunidad para compartir partes de mi vida que no llegan a las redes sociales

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Cuando redacto una carta, es un tipo de escritura de flujo de conciencia que está cerca del diario. No siento la necesidad de planificar lo que voy a decir. 

Los riesgos de escribir a una persona son mucho más bajos que publicar en las redes sociales, donde siempre hay presión para obtener una respuesta de un público más amplio.

Con el correo postal, el medio en sí es la parte más emocionante. No importa cuál sea el contenido de la carta: el acto de enviar o recibir una es el principal atractivo para mí. 

Además, los destinatarios ya saben lo que está sucediendo en mi vida en un sentido más amplio, ya que nos seguimos en varios portales de Internet. Así que lleno mis notas con lo que se me viene a la mente, desde detalles aburridos de los eventos del día hasta recuerdos aleatorios de nuestro pasado compartido. Me parece un descanso meditativo de las pantallas que dominan mis días.

Las cartas no reemplazan todas las formas digitales de comunicación en mi vida. Todavía participo en chats grupales, asisto a fiestas de Zoom y envío mensajes de texto a mi pareja durante todo el día. Pero no hay nada como sostener una carta de alguien que amas en tus manos.

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