• La demanda de arte de lujo ha sido "una locura" en la última década, según declara un asesor de arte a Business Insider.
  • Para algunos coleccionistas adinerados, el arte puede ser una valiosa inversión cuando se avecina una recesión.
  • Este arte se exhibe cada vez más no en las casas de los compradores, sino en sus megayates.
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Mientras el valor de las propiedades inmobiliarias cae y la dirección del mercado de valores sigue siendo incierta, muchos de los ultrarricos están invirtiendo su dinero en arte de lujo para sus yates.

La demanda de arte de lujo ha sido «una locura» en la última década, ya que las industrias de la tecnología, el capital privado y los fondos de inversión se han unido a la mezcla, asegura la asesora de arte y coleccionista, Elizabeth Margulies a Business Insider.  

Ante la inminencia de una recesión, este arte podría proporcionar cierta resistencia a las carteras de inversión de los ricos. 

«El arte va entre 6 y 18 meses por detrás de los mercados de valores, pero su recuperación es más rápida», explica a Business Insider Magnus Resch, economista del mercado del arte y profesor de economía del arte en la Universidad de Yale. 

En la crisis de 2008, el arte recuperó su valor por completo hasta 2011

Resch señala que en la Gran Recesión, los mercados financieros cayeron en 2007 y no volvieron a los niveles anteriores a la crisis hasta 2013.

En comparación, las ventas en subasta en el mercado del arte no experimentaron un fuerte descenso hasta 2009 y se recuperaron por completo en 2011. 

En el difícil entorno económico actual, el mercado del arte podría proporcionar los rendimientos a largo plazo que buscan los inversionistas. Entre 2000 y 2018, el arte de primera categoría –obras de los artistas más reconocidos que suelen tener los precios más altos– superó al S&P 500 en 180%, según la base de datos de arte Artprice.

A corto plazo, Resch espera que muchos vendedores retrasen la venta de sus obras hasta que las condiciones económicas mejoren, una dinámica que podría reducir la oferta y ayudar a que los valores del arte de lujo «se mantengan estables», indica. 

En 2020 se utilizó el arte para obtener préstamos

Durante la crisis de 2020, por ejemplo, muchos coleccionistas de arte que buscaban liquidez no vendieron sus obras, sino que las utilizaron como garantía para obtener préstamos. 

Sin embargo, para la mayoría de la gente, Resch explica que el arte es en general una «mala inversión, sobre todo en tiempos de crisis», y no es sólo porque sea difícil convertirlo en dinero en efectivo en un apuro. 

Los índices que señalan que el mercado del arte supera al S&P 500, por ejemplo, son una «mala representación» del mercado mundial del arte, comenta, ya que sólo incluyen datos de obras que se han «vendido repetidamente». 

«Teniendo en cuenta que más de 99% de las obras de arte no se revenden nunca, estos índices sólo contemplan la creme de la creme», afirma. 

Mientras que los coleccionistas más adinerados podrían salir indemnes de una recesión económica con respecto a sus inversiones en arte, afirma que los artistas, las galerías y las ferias de arte –»casi todos los que forman parte del mercado»– podrían verse afectados negativamente. 

Esto se debe, en parte, a que los «compradores de una sola vez», que según Resch es el grupo demográfico más numeroso, serían más reacios a comprar arte de lujo en tiempos de dificultades financieras.

Los ultrarricos convierten sus megayates en «galerías de arte flotantes»

Las carteras de arte de los ultrarricos se hacen a la mar. La demanda de yates se disparó cuando comenzó la pandemia, ya que ofrecían a los ricos la oportunidad de escapar de los cierres, ver el mundo y tomar distancia social. 

Todo este tiempo que se pasa en el agua ha convertido a los yates en «una extensión de la marca de alguien, una extensión de su casa y un lugar donde quiere mostrar su colección«, afirma Margulies. 

«Los yates son como galerías de arte y museos flotantes, y son un reflejo del gusto, la vida y la riqueza de alguien», señala, añadiendo que los yates –y no las casas– son cada vez más el lugar donde los ultrarricos reciben a sus invitados. Así que es lógico que también quieran mostrar su arte allí.

«A veces pasan más tiempo en estos yates que en sus casas», añade. «Y quieren estar cerca de su arte».

El arte es un diferenciador entre los yates millonarios

Margulies explica que estos megayates tienen tripulaciones y servicios que pueden incluir spas, saunas, gimnasios, bares, canchas de baloncesto y helipuertos.

Para los ultrarricos que buscan superarse unos a otros, puede ser el arte lo que «diferencia un yate de 100 millones de euros de otro».

Señala el Salvator Mundi de Leonardo Da Vinci, que se convirtió en el cuadro más caro vendido de la historia cuando el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman pagó 450 millones de dólares por él en 2017.

Según se informa, el cuadro estuvo expuesto en el yate de 134 metros del príncipe heredero hasta finales de 2020.

Dado que los coleccionistas de arte adinerados quieren preservar sus colecciones, cabría preguntarse si el mar es el mejor lugar para hacerlo.

Pero muchos de estos yates no sólo tienen la temperatura controlada, sino que suelen ser tan grandes, indica Margulies, «que el clima no afecta realmente al arte tanto como uno podría pensar«.

La nueva generación de ricos sigue exigiendo arte de lujo para yates

Aunque algunos ricos de la nueva era han gravitado hacia activos no físicos, como los NFT, muchos siguen sintiéndose atraídos por el mundo del arte tradicional.

«Ven a otras personas que tienen mucho dinero y ven que esas personas tienen colecciones importantes», apunta Margulies, que resulta ser la hija del mundialmente conocido coleccionista de arte Martin Margulies. «Así que creo que es más bien como formar parte del club de los guays».

Con estos nuevos compradores en el redil, se espera que la competencia por el arte de lujo siga siendo especialmente feroz. Muchos artistas de renombre han muerto, las estrellas emergentes aún están construyendo sus carteras, y los compradores a veces se alejan de los artistas que producen demasiado, indica Margulies.

Estos factores han dado lugar a un mercado del arte en el que la oferta es limitada y, por tanto, los precios se han disparado

De cara al futuro, Margulies comenta que todo el mundo del arte está «intentando encontrar el próximo Picasso». Mientras tanto, sin embargo, espera que los más ricos del mundo sigan gastando en arte, aunque la situación económica siga siendo incierta.

Resch está de acuerdo. «El puñado de multimillonarios seguirá queriendo añadir lo que falta en sus colecciones y se peleará por las pocas obras disponibles», asegura. 

«Los súper ricos siempre están comprando arte», afirma Margulies. «El nivel más alto al que se puede llegar en riqueza es gastar 10 millones de dólares en un cuadro».

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