• Ben Crudo es el CEO de Diff Agency y experto en comercio electrónico.
  • Decidió hacer llamadas telefónicas o que solo involucraran audio en su oficina para combatir la fatiga causada por Zoom.
  • Crudo expuso que ello fomenta más creatividad, productividad y colaboración entre los empleados.
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Aquí hay una confesión que no escucharás de demasiados CEO millennials amantes de la distancia. Zoom me hizo «trizas» gracias a las videollamadas y el estrés.

Antes de las vacaciones de invierno, podía sentirme cada vez más agitado con cada comunicación de ese tipo. 

Estaba cansado de ver las mismas paredes una y otra vez, de notar el pánico en los rostros de las personas cuando personas «furtivas» se deslizaban en el fondo. Estaba agotado de mirar mi propia cara en la pantalla durante horas todos los días. 

Cada día de trabajo se sentía mucho más difícil con la presión adicional de actuar para la cámara, estar atrapado en mi escritorio a la vista de la lente y «escanear» en un mosaico a mis colegas en busca de señales visuales. 

Luego, en el transcurso de mis vacaciones, se me quitó un peso de encima. No tomé videollamadas y redescubrí una claridad mental que había olvidado que existía debido al estrés. 

Me hizo reflexionar sobre lo que puedo hacer como líder para redefinir el papel de esta clase de comunicación en nuestras operaciones diarias.

Regresé al trabajo con un nuevo enfoque: ¡adiós a las videollamadas obligatorias! Esto es lo que estoy haciendo para que las reuniones sean más saludables para nuestra fuerza laboral.

Para empezar, hice un manifiesto

Cuando nos dimos cuenta por primera vez de que la fatiga de Zoom era algo real, la gente de nuestra empresa experimentó apagando la cámara. Pero, sin una política clara para toda la empresa, era incómodo. 

Cuando la mayoría permaneció frente a la cámara, los demás sintieron presión de hacer lo mismo.

Con una comunicación clara sobre las expectativas de las reuniones híbridas, puedes eliminar las conjeturas. 

Ahora estamos trabajando en un manifiesto de videollamadas, por lo que todos estamos en la misma página. Como líder, tenerlo por escrito es una muestra importante de transparencia.

Mi empresa apagó la cámara de forma predeterminada

Pese al estrés, nos pedían que realizáramos las videollamadas. 

Hay más presión para comunicarse con señales no verbales para mostrar a los demás que estamos escuchando, cuando en realidad sabemos que todos están recibiendo notificaciones por correo electrónico y de mensajería instantánea mientras hacen malabarismos con las pestañas del navegador.

En comparación, la llamada a la antigua (por teléfono) es liberadora. Eres libre de moverte, lo que puede ayudar a que tu creatividad fluya o mejorar tus ideas y enfoque. 

Apagar el video me permite probar el novedoso concepto de salir al aire libre y caminar mientras tengo reuniones laborales.

Cuando estoy en casa, a veces encuentro que hacer una tarea sin sentido como doblar la ropa o mirar por la ventana puede ser meditativo y ayudarme a sumergirme profundamente en la conversación en cuestión. 

No solo es bueno para las personas: los investigadores descubrieron que la colaboración en realidad mejoró con las llamadas «normales» en comparación con las videoconferencias. 

Empezamos a escalonar las reuniones en intervalos de 15 minutos

Otra desventaja de eliminar el viaje diario al trabajo es que habíamos caído en la «trampa» de llenar los horarios de las personas. 

Las reuniones de videollamadas consecutivas no le estaban haciendo ningún favor a nadie y solo causaban estrés. 

Escuchamos de nuestro equipo que perdieron la oportunidad de levantarse y estirar las piernas, tomar un descanso para ir al baño o tomar un vaso de agua.

Desde el año nuevo, comenzamos a experimentar con la programación de algunas reuniones en intervalos de 15 minutos en lugar de cada hora. 

De esta manera, nuestros empleados tienen un intermedio para prepararse mental, físicamente o ambos, para estar en videollamada sin tener que sacrificar la puntualidad. Ello puede ser justo el estímulo que tu equipo necesita después de un día lleno de tiempo frente a la pantalla. 

Este es un territorio nuevo para todos nosotros y los «dolores de crecimiento» son de esperar. 

No ha funcionado en todos los escenarios y hemos descubierto que, a veces, las videollamadas son realmente la mejor herramienta disponible. 

Tomemos los primeros encuentros, por ejemplo. Es agradable ver a alguien cuando lo conoces por primera vez para ponerle cara a esa voz. 

El video también funciona bien para presentaciones a clientes y entornos más informales, como las reuniones del grupo de nuestra empresa. 

Durante la pandemia comencé a hacer reuniones virtuales uno a uno con cada miembro de mi equipo. 

Es una excelente manera de conectarse y establecer una buena relación, especialmente en una era de agitación tumultuosa dentro de muchas industrias. 

Si bien no son tan íntimas como en persona, esas reuniones simplemente no serían lo mismo sin ningún tiempo cara a cara.

Este experimento me enseñó que casi todos los demás sentían lo mismo que yo

Estábamos cansados ​​de los fondos, el falso movimiento de cabeza y la mirada ineludible de nuestros propios ojos mirándonos. Ahora, se entiende que hay un momento y un lugar para las videollamadas. 

Hasta este momento, ajustar nuestros hábitos de reunión parece haber funcionado de maravilla para aliviar la carga cognitiva de nuestro equipo. 

Nunca se puede superar el valor de una conversación cara a cara en la que ambas partes están en la misma habitación, pero colectivamente tenemos que superar la idea de que Zoom puede ser un reemplazo para eso. 

Está claro que todavía no vamos a volver a la oficina, o en algunos casos, nunca, por lo que es esencial que cortemos esta tontería de raíz ahora mismo: acabar con la tiranía de la videollamada por defecto. 

Ben Crudo es CEO de Diff Agency. Ben, un minorista convertido en tecnólogo, es experto en comercio electrónico y ayuda a los minoristas a ganar hoy y mañana.

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