¿Habías oído hablar del término “gaymer”? Se trata de una comunidad de jugadores abiertamente perteneciente al colectivo LGBTQ+; este grupo según un estudio de Nielsen representa al 10% del total de los gamers a nivel mundial. ¿Sabías que durante el 2021 las mujeres representaron 41% de los consumidores de videojuegos, solo en Estados Unidos? A pesar de ello los personajes y creadores de videojuegos son predominantemente hombres blancos, constituyendo casi 80% de los protagonistas en el ecosistema gamer. Esto hace que nos cuestionemos las actitudes de la industria del entretenimiento, incluyendo las del mundo de los videojuegos frente a la inclusión y diversidad.
En el planeta Tierra habitamos aproximadamente 7,550 millones de personas de distintos géneros, etnias, culturas, personalidades, ideologías y más. Sin embargo, cuando hablamos de medios culturales —cine, literatura y videojuegos— no aprovechamos esta diversidad.
Así como todos los videojuegos ofrecen una experiencia única, cada gamer tiene una manera distinta de juego. Hoy la comunidad gamer es una etiqueta que engloba mucha riqueza social y es tiempo que la industria esté a la altura de este nuevo mercado. Por eso necesitamos mayor presencia de mujeres, latinos, africanos, homosexuales o de gente que vive con una discapacidad en los contenidos que consumimos. Entonces, si sabemos que el público se ha diversificado, ¿por qué la oferta sigue siendo la misma?
Una comunidad diversa
Ahora, uno de los principales temas que surge al hablar de inclusión se manifiesta en la representatividad, en cómo puedes llegar a sentirte identificado con los personajes con los que convives en los videojuegos —sea el personaje principal o no—. De hecho, un estudio realizado por Intel y Newzoo, comprueba que la mitad de los jugadores encuestados no consume juegos que “no sienten que están hechos para ellos”, o sea con los que no se identifica.
Además, según el mismo estudio, una gran cantidad de los gamers encuestados siente que las empresas de videojuegos deberían adoptar una postura hacia problemas sociales, como la discusión sobre la identidad de género, lucha por la inclusión sexual, la visibilidad de diversas razas o la inclusión de personas que viven con discapacidad. Aunque muchas empresas prefieren mantenerse al margen para tomar la vía segura, el asumir una postura frente a estos problemas representa un mayor compromiso e interés con la audiencia.
No se trata sólo de raza y género…
No podemos seguir con este tema sin hablar sobre el injusto trato que han recibido las personas de color. Un estudio realizado por la plataforma de gaming, “Diamond Lobby”, demostró que entre 2017 y 2020 61% de los personajes en videojuegos era blanco. Por si fuera poco, 9.5% de los videojuegos, no permite al jugador escoger un personaje de color.
Aunque existen títulos como «Apex Leyends» y «Free Fire» que destacan por ofrecer un cast con mucha variedad, lo cierto es que el camino a estos logros ha sido lento y empedrado, lo que deja de lado al menos a 26% de los consumidores de videojuegos.
¿Y qué hay de las personas que viven con una discapacidad? ¿Alguna vez escuchaste la historia de Terry Garrett? Un chico ciego que a lo largo de 5 años completó y memorizó el juego «The Leyend of Zelda: Ocarina of Time», usando una silla especial acondicionada con dos bocinas para separar los canales izquierdo y derecho que le permitieran guiarse con los sonidos del juego. Casos como el de Terry pusieron sobre la mesa la inclusión de personas con problemas motrices o sensoriales para que pudieran disfrutar de este medio.
Hoy contamos con títulos como «A Blind Legend», un juego para teléfono celular donde nos ponemos en los zapatos de un caballero ciego, o «Moss», donde el personaje principal se comunica con los jugadores a través de lenguaje de señas. Lo mejor, es que a pesar de ser enfocados para personas que viven con alguna discapacidad, pueden ser disfrutados por todo tipo de usuarios.
Al final del día, se trata de hacer juegos sobre todos y para todos, de otro modo ¿Qué sentido tiene imaginar mundos con dragones y dioses mitológicos, si no podemos imaginar juegos para personas que viven una realidad distinta a la nuestra?
Y a todo esto… ¿por qué debería importarme?
Para responder esta pregunta, vamos a recordar uno de los principios básicos del storytelling de Jason Mitell, célebre autor de manuales de guionismo, que habla de la importancia de que la audiencia pueda reconocerse en los personajes de cualquier contenido. No sólo porque es más fácil sentirnos identificados con aquellos que se parecen a nosotros, también porque nos hace conscientes de la diversidad de razas, géneros, culturas y aptitudes que existen más allá de la pantalla, lo que fomenta un entorno más tolerante e inclusivo.
¿Cuál es la solución? La respuesta está fuera del juego. Está en promover la creación de equipos de trabajo diversos en los que personas de diferentes contextos puedan aportar su visión del mundo para crear experiencias que verdaderamente hablen de todos y para todos.
Pues incluso cuando los contenidos de entretenimiento no siempre representan la realidad, sí nos dicen mucho sobre cómo la vemos y cómo la hacemos. Porque aceptémoslo, la inclusión y diversidad en contenidos de entretenimiento ya no es un “punto a favor” es un requisito que las audiencias demandan y que afectan la manera en la que disfrutamos de un juego.


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