Ana Peña

Ana Peña

Tech Talk

Hoy quiero empezar contando un chisme súper bueno que me causó mucha gracia, sobre Anish Kapoor, su fallido monopolio de “Vantablack” y la creación de “Black 3.0”. Él es un artista escultor que suele inclinarse por el uso de materiales poco comunes, pero su carrera ha sido impresionante. ¿Ubicas “The Bean”, la escultura en Chicago que parece como un espejo enorme en forma de frijol? Pues es de él.

the bean chicago
BriBra / Pixabay

Todo empezó en 2014 cuando una empresa llamada Surrey NanoSystems, de tecnología y sistemas, desarrolló un material llamado “Vantablack”. Este fue reconocido como el negro más negro de la historia, ya que absorbe el 99.965% de la luz. Realmente ver esta pintura te hace creer que estás admirando el vacío, o hace parecer que objetos 3D son 2D. Esta pintura fue desarrollada con una mezcla de química y nanotecnología e inicialmente para aplicaciones espaciales, como viajes y ópticos, ya que mejora la visibilidad de objetos de estudio lejanos. Por ejemplo, si cubres un telescopio con la pintura, esta absorberá cualquier reflejo y será más fácil observar estas estrellas o planetas distantes.

Esto no sería por mucho tiempo, ya que desde el momento en que Anish Kapoor descubrió esta pintura, encontró su potencial y en 2016 compró los derechos de su utilización…solo para él. Gracias a esto, nadie más podría ser capaz de utilizarla. Que un artista monopolice un color obvio es causa de enojo, y tanta fue esta por parte de la comunidad de artistas que uno de ellos, Stuart Semple, decidió no quedarse callado.

La razón por la que me hace tanta gracia esta historia es porque se ve claramente otro ejemplo de un tema que ya habíamos tomado antes, el ecosistema abierto. Intentar cerrar los avances que tenemos, solo limita al resto del mundo. Lo curioso es que cuando alguien intenta hacer eso en la comunidad del arte, todos se levantan y actúan para evitar el comportamiento, pero en la innovación tecnológica estamos tan acostumbrados a que nos cierren ecosistemas, que no ocurre esto.

Imagina que Anish en realidad es un programador que diseña una tecnología sofisticada inigualable. La mantiene a la venta, claro, pero cierra el programa para que ningún otro programador pueda usarlo y que ningún otro sistema pueda conectarse con él. Únicamente puedes usar los productos de Anish para usar el sistema, ¿crees que tantas personas se habrían levantado en contra de él?

Claro que no, le aplaudirían, porque así se le aplaudió a Steve Jobs cuando salió la manzanita. La competencia que existe es impresionante, pero nos corresponde a todos como usuarios exigir un ecosistema abierto de las tecnologías que utilizamos. Imagina a lo que podríamos llegar si estos fueran diseñados en un ambiente de colaboración.

Regresando al ejemplo de la pintura, Stuart es un artista británico que también estaba interesado por el “Vantablack”, y fue tanto su enojo -de encontrarse con un ecosistema cerrado- que desarrolló un pigmento que sacó a la venta a finales de ese mismo año, llamado “el rosa más rosa”. Y sí, genuinamente es un pigmento increíblemente rosa. Pero la gracia de todo esto es que lo sacó a la venta pública -hizo un ecosistema abierto-, cualquiera podía comprarlo, menos Anish Kapoor. Antes de comprar cualquier pintura de Semple, tienes que rellenar un recuadro en el que aseguras que no eres Anish Kapoor ni estás relacionado con él de ninguna manera.

Claro, esto no evitó que Anish pusiera sus manos en un frasco y subiera una foto a Instagram como burla hacia Semple, pero eso solo alimentó su furia. Terminó también sacando en su línea “La brillantina más reluciente del mundo” y “Black 3.0” que tiene un efecto muy similar al de “Vantablack”, es mucho más barato y está disponible para todo el público (menos para Kapoor).

Y, con todo esto, Anish ni siquiera ha podido explotar el uso de su pintura, ya que el costo de producción de “Vantablack” es muy elevado. Además, en 2019, un material fue desarrollado en MIT que gana como el negro más negro, ya que absorbe el 99.995% de la luz. Y no, Anish no fue capaz de comprar este nuevo negro, ya que el MIT estableció que fue desarrollado como declaración en contra del él, y quedó a disposición de cualquier artista que desee usarlo.

Esto no quiere decir que, teniendo acceso a los programas de todos -un ecosistema abierto-, vamos a tener productos exactamente iguales. Esa pintura negra Anish la utilizó para sus esculturas, pero tal vez otra persona la usará para un mural, y otra pintará sus muebles para hacer ver a una casa 2D. 

El tener un ecosistema abierto, no significa tener copias de todo, significa otorgar una herramienta a cualquiera para que cada uno haga lucir sus habilidades y aproveche la Ley de Moore, misma que establece que cada dos años los transistores dentro de los procesadores que generan tecnología se duplican y, aún así, caben cada vez en espacios más pequeños. Si dos cabezas piensan mejor que una, imagínate mil. No limitemos la innovación tecnológica este 2023, abramos el ecosistema.

El ventablack de la tecnología
Tecnología y ecosistemas cerrados

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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