Rosalinda Ballesteros

Rosalinda Ballesteros

La Ciencia de la Felicidad

En marzo pasado recibimos una noticia triste, de esas que no me gusta compartir. México perdió varios lugares en el Reporte Mundial de la Felicidad que patrocina la Organización de las Naciones Unidas.

El dato es ya conocido, del lugar 23 que ocupó en el ejercicio 2017-2019, el año pasado cayó al 46.

Sin embargo, el reporte tiene datos muy valiosos que pueden ser de gran utilidad para las organizaciones públicas y privadas para diseñar políticas que contribuyan al bienestar de la población, así como a enseñarnos cómo la adversidad nos fortalece.

Una variable que siempre considera este estudio, es la confianza de las personas en otras personas y en las instituciones.

Resulta que los países que tienen los índices de confianza más sólidos son los que mejor combatieron la pandemia en 2020.

Un ejemplo que utiliza el reporte es la confianza en las instituciones públicas en Brasil y Singapur. En el país latinoamericano este índice apenas llega a 0.11, mientras que en el asiático es de 0.86. En Singapur, la tasa de mortalidad por Covid-19 fue de menos de uno por cada 100,000 habitantes, mientras que en Brasil fue de 92.

El que la población tenga confianza en sus autoridades, ayuda a implementar las políticas de salud para combatir la pandemia.

De hecho, el documento dedica un capítulo al éxito que tuvo Asia frente a la emergencia en contraste con lo que pasó en países de otras regiones. 

Esa confianza, y una cultura más social que individualista –el mal de Occidente–, permitió que los gobiernos aplicaran medidas de arriba hacia abajo, pero a la vez que la población apoyara a sus autoridades de abajo hacia arriba. 

En Europa y Estados Unidos la discusión se centró en la defensa de la libertad personal y la privacidad, lo que contribuyó a mayores contagios y muertes.

México se ubica, como Brasil, entre los países con más muertes por cada 100,000 habitantes (97.6, dice este estudio). También, como Brasil, tiene débiles variables de confianza en dos rubros: desigualdad de ingreso y honestidad en las personas. 

El reporte considera que no es casualidad que México y Estados Unidos, dos países con tasas de desigualdad de ingresos altas entre su población, tengan tasas tan elevadas de mortalidad en comparación con Dinamarca o Suecia, cuyas poblaciones tienen ingresos más parejos. La desigualdad, es un signo de desconfianza.

Y pasa lo mismo con la pregunta que casi siempre hacen para el Reporte Mundial de Felicidad de la ONU (ahora no la hicieron, pero ocuparon los datos del año pasado): ¿cree que si pierde su cartera y el vecino la encuentra, se la devolvería?  

Los países que sí tienen confianza en su comunidad lograron menores tasas de mortandad por Covid. Lamentablemente México no figura entre ellos.

Vale la pena leer completo el estudio, pese a que está lleno de datos duros y estadísticas.

Algo que nos debe llamar mucho la atención, y de lo que hemos hablado en este espacio, es que hasta antes de la pandemia nuestra exposición a las redes sociales era un factor que dañaba nuestra felicidad.

El Reporte de 2019 advertía que las reuniones y amistades presenciales resultaban un verdadero apoyo para nuestra bienestar, contrario a lo que sucedía en las redes sociales. 

Sin embargo, el distanciamiento que provocó la pandemia en 2020 propició un cambio en el uso de estos medios; fueron utilizados para crear y mantener esos lazos sociales que le dan soporte a nuestra felicidad.

Las redes sociales y las aplicaciones de conferencias virtuales nos han servido para expresar nuestra gratitud, participar en iniciativas de voluntariado, compartir conocimiento; hacer ejercicio o mantener la calma.

No cabe duda que las adversidades nos ayudan a ser mejores, al menos así lo reflejan algunas conclusiones del Reporte Mundial de la Felicidad.

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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