• El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado aumentó su valor a 23% del PIB en 2019. Las mujeres con menores ingresos son las que más aportan per cápita.
  • Este aumento se traduce también en más tensiones y horas trabajadas en la población de mujeres, ya que enfrentan violencia y precarización del empleo.
  • La economista feminista Jeli Camacho indicó que este es un subsidio a las funciones que debería proveer el Estado en materia de cuidados.

El valor del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado de los hogares en México representó casi el 23% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2019. Es decir, equivale a casi la cuarta parte de la economía nacional, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Esta proporción de trabajo con respecto al PIB aumentó en la última década, así como las horas que se invierten para el cuidado y mantenimiento de los hogares en México. En 2008, el trabajo no remunerado tuvo un valor equivalente al 19% de la economía.

Además, las mujeres con menores ingresos son las que más aportan. De acuerdo con los datos presentados por el Inegi, la décima parte de las mujeres con menores ingresos generan un valor de 68,000 pesos per cápita por año en promedio. En tanto, las mujeres en el decil más alto generaron 57,000 pesos per cápita.

A pesar de la generación de este valor y que esta labor es parte «estructural» del cuidado de las familias mexicanas, todavía existen implicaciones que no se toman en cuenta en la toma de decisiones públicas, indicó en entrevista telefónica, Jeli Camacho, economista feminista.

«Las implicaciones se observan justo ahora con la pandemia ya que el tema de los cuidados se ha vuelto prioritario. En México tenemos identificados a cinco poblaciones que son dependientes de cuidados y nos incluyen a todas y a todos», indicó.

Estas poblaciones son los menores de 0 a 14 años, personas de 14 a 59 años que necesitan algún tipo de cuidado, aquellas con alguna enfermedad crónica o degenerativa, adultos mayores e individuos con alguna discapacidad, señaló la economista.

Pero una de las principales preocupaciones es la prevalencia de enfermedades crónicas y degenerativas en el país, y su impacto en las mujeres. Esta situación puede generar una problemática en el largo plazo debido a que «las mujeres son las cuidadoras primarias a nivel nacional» y su carga laboral aumenta cada año, advirtió Camacho.

Mayor carga para las mujeres, aunque son las que generan el mayor valor económico

Al observar la distribución por sexo del valor generado y las horas invertidas en este tipo de trabajo, tres cuartas es generado por las mujeres. Estos datos son desproporcionados con respecto a la participación. Más de la mitad de este trabajo (53%) lo realizan mujeres contra un 47% por parte de los hombres.

«Si revisamos la serie de tiempo desde 2008 el número de horas más allá de disminuir, están aumentando. Y en una situación de contingencia sanitaria genera mayores tensiones y cargas de trabajo para las mujeres», subrayó Camacho.

Estas tensiones se acumulan con el aumento en la violencia familiar y su desintegración. La especialista recordó que en el último año las cifras de divorcio aumentaron significativamente.

Camacho señaló que existen tres crisis para las mujeres en este tema: la crisis de cuidados como parte estructural para la sostenibilidad de la vida, el aumento en la violencia de genero y la precarización del empleo para las mujeres.

«Estos datos nos sirven para ver cómo están aportando las mujeres de manera incrementada año con año con estos trabajos. Es decir, hay un subsidio ante la ausencia de servicios ofrecidos por el Estado. Y este subsidio viene por parte del tiempo de las mujeres», añadió.

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