• La crisis de financiación que vive el sector emprendedor ha convertido los cara a cara entre startups y fondos en la ocasión ideal para tejer alianzas.
  • En encuentros de apenas tres minutos, las empresas deben convencer con su propuesta. La clave, explican, está en despertar la curiosidad.
  • Así funcionan las citas relámpago entre startups y fondos de inversión.
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Más allá de las charlas de cada jornada de MadBlue, uno de los platos fuertes del encuentro fue el matchmaking, entre startups y fondos de inversión, muy parecido a los eventos de citas rápidas.

En él, 10 fondos de inversión recibieron a startups que tuvieron tres minutos para convencer de su propuesta al fondo con el que se sentaron a hablar.

Transcurrido este tiempo, debían levantarse y acudir a hablar con el siguiente fondo. 

Cada una de las startups solo tenía 10 intentos frente a los fondos de inversión, es decir, media hora para que, al menos, alguno de sus interlocutores levantara la ceja.

La clave de la seducción entre startups y fondos de inversión es la curiosidad

Un rato antes de que empezara este particular baile de las sillas, Joseba Villate, CEO de Alterity, una startup consagrada al desarrollo de baterías de litio, andaba ultimando los últimos detalles de lo que quería contar. 

Al igual que sus competidores, sabe que en un contexto en el que la inflación ha encarecido el precio del dinero, este tipo de eventos ofrecen oportunidades de búsqueda de financiación únicas.

“El secreto está en saber cuál es el punto fuerte, dónde está la propuesta de valor real de la empresa”, explicó a Business Insider España.

Diego Sanz, CEO y cofundador de Reforestum, una startup dedicada a la venta de proyectos de reforestación y conservación de la naturaleza, lo resumió aún más: “En realidad, no es algo que uno pueda preparar demasiado”.

Completó la reflexión Alban Bressand, director de ingresos y también cofundador: “Hay que condensar la propuesta de valor en algo muy sencillo. La clave es que al final quieran saber más”.

Pero en el camino de la seducción cada uno tiene sigue su propio método

Mientras la mayoría perfecciona su discurso, en Liux, la startup detrás de la construcción del primer coche eléctrico español, apostó una gran parte de su propuesta a una breve presentación por computadora.

Además, están terminando de probar unos lentes de realidad virtual con las que esperan atraer todavía a más gente. El acercamiento no terminará en el matchmaking.

“La clave para convencer en tres minutos a alguien de que invierta es que en realidad no lo puedes hacer en tres minutos. En ese tiempo, a lo mucho, captas su atención. Luego tendremos que intentar reunirnos con ellos, que curioseen en la propuesta», explicó Antonio Espinosa de los Monteros, CEO de Liux.

“Luego, después de una due dilligence (proceso de investigación de un fondo de inversión llevado a cabo sobre una startup), muchas preguntas y un montón de respuestas, igual consigues que inviertan algo”, concluyó Espinosa.

No todo el mundo anda tan preparado en la batalla

Ignacio de la Calle, por ejemplo, es un doctor en Astrofísica que puede presumir que trabajó en el Observatorio de Astrofísica Smithsonian, en Estados Unidos.

Sin embargo, reconoció que era su primera vez en algo así, liderando Quasar, una plataforma que procesa imágenes satelitales para todo tipo de usos.

Dado que cuenta, entre otros, con el sello de la Agencia Espacial Europea, la calidad científica del proyecto está más que demostrada.

Simplemente, quiere resolver una inquietud: ¿hay mercado para el invento?

“Queremos ver qué hay, qué se mueve, cuál es la parte del proyecto que interesa a los inversores. Puede que nos salga bien o puede que nos salga mal, pero queremos ver cómo funciona esto”, explicó de la Calle.

“Tenemos muy claro lo que buscamos: dinero”

Los fondos saben bien que la inmensa mayoría de las startups que van a valorar no estarán de pie en un par de años.

En cinco años, tal vez alguna siga dando guerra. En 10 años, el capital de las escasísimas que sigan andará tan diluido que ni siquiera los fundadores sabrán muy bien de quién es la empresa.

Los inversionistas solo tienen tres minutos para atinar mucho con las preguntas. La mayoría no tiene mucho problema en dejar hablar a los emprendedores al menos durante los primeros dos minutos. 

Sin embargo, en los 60 segundos finales muchos se pondrán el cuchillo entre los dientes. 

El manual de los errores que se deben evitar

Esto no quiere decir que los tres minutos no puedan ser suficientes.

“Es suficiente para saber si un proyecto te puede llegar a interesar o no”, comentó Chema Guillamot, que se dedica a la Estrategia y la Inversión en Kira Ventures.

“El peor error que puede cometer un emprendedor, y el más común, es no tener foco. Tienes que tener claro lo que vas a contar”, agregó.

Coincidió con él Fernando Casado, cofundador y general partner de Inclimo Climate Tech, un fondo especializado en tecnología aplicada al clima. 

“Otro error muy común es no traer el discurso repartido. Cuando vienen dos, muchas veces uno pisa al otro. Además, en equipos en los que hay hombres y mujeres, el hombre es el que suele hablar más. A mí me gustaría que hablaran mucho más ellas”, comentó Casado.

“Me fijo en el problema que resuelven, qué ventaja tienen resolviéndolo, si han levantado financiación y si ya tienen clientes. En caso de que los tengan, la siguiente pregunta es cómo los consiguen”, resumió el inversionista.

En realidad todo es siempre un poco más sencillo que los tres minutos decisivos

“La pregunta que tengo en la cabeza todo el rato es si en unos años esa empresa gestionará 50, 60 o 100 millones de euros”, sintetizó el inversionista.

Mauricio Cano y Alejandro Casacuberta, cofundadores de AloAlto, startup que aspira a desarrollar la tecnología necesaria para cultivar comida en vertical, deberán demostrar que pueden espantar todas las inquietudes.

“Lo que sentimos es más hormigueo y ganas que nervios. No hay una manera especial de prepararlo. Es contar lo mismo que cuando levantamos la ronda, pero en menos tiempo. Solo hay que adaptar el discurso”, explicó Casacuberta. 

La cosa, con todo, no deja de tener cierto romanticismo: “Hay que estar atento al lenguaje no verbal, a si se dilatan las pupilas, a si se engancha a lo que cuentas. Con eso, ya puedes ver si le interesas. Es un poco como una primera cita”.

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