Se le dice síndrome del impostor a la tendencia psicológica de no reconocer, apreciar ni aprovechar los logros propios; sí, si tú no los valoras, alguien está ganando con tus éxitos, combate ese miedo con psicología positiva.
Hablo de la incapacidad de valorar nuestros logros; de aquella que nos dice que aportamos poco; la que nos grita “no puedes” y que descree de la sinceridad de los elogios.
A mi me pasaba (y a veces vuelve) cuando en una reunión de trabajo en el Instituto de Ciencias de la Felicidad del Tecmilenio, donde laboro, me preguntaban mi profesión. Por mis actividades académicas creía que debería ser psicóloga o pedagoga, pero soy comunicadora, y me sentía de la patada, indigna de la reunión.
Nos suele pasar a las personas perfeccionistas, de alto desempeño, expertas en un tema, a los genios naturales o a lo que llamo héroes solitarios. Te incluye ¿cierto?
Los perfeccionistas nos “ensartamos” solitos: si nuestros resultados son magníficos, aun así cargamos con el lastre de que “no salió como queríamos”; igual las personas de alto desempeño, cuando enfrentan una tarea nueva creen que no van a poder por la “alta exigencia” del proyecto; las expertas, como “saben que no saben”, se quedan aterradas; los genios naturales, los de 10 en la escuela, viven en pánico desde que la realidad los puso en su lugar, mientras que los héroes solitarios entre más los elogian más seguridad pierden.
¿A qué grupo perteneces?
No te espantes, es relativamente normal: muy común en el médico y el actor, cuando, tras años de teoría, entran al hospital o al escenario; también es un asunto de género, el 80% de las mujeres lo sentimos, contra el 40% de los hombres, tal vez por nuestro perfeccionismo nato o por nuestra lucha de miles de años en contra del “tú no puedes”.
El síndrome del impostor genera estrés y ansiedad al enfrentarte a una evaluación, formal o social, o por el miedo a perder “algo” concreto, material o moral, como el prestigio.
La psicología positiva te da algunas herramientas para combatirlo. Un primer paso es identificar qué causa estas emociones particularmente en ti. ¿Son las juntas, las evaluaciones, el hacer algo nuevo? Luego, trabaja sobre el caso.
No dejes de considerar que puede tratarse de una condición cultural: fuimos educados para no fallar, en especial las mujeres, y eso condiciona nuestras reacciones; pero también puede ser genético, no producimos con eficiencia las sustancias que ayudan aprovechar positivamente el estrés.
Entonces, si te fijas, no podemos decidir qué nos va a detonar el síndrome del impostor, pero sí podemos decidir cómo vamos a reaccionar.
Te recomiendo cinco estrategias:
1. Ponerle nombre a ese ogro que te hace temblar
¿Perfeccionismo, miedo a lo nuevo, etc.? Exprésalo y corrige: “Ya me salió lo Ballesteros”.
2. Fíjate metas pequeñas y contempla los cambios
Elogia el proceso, no el resultado, y nota los avances por mínimos que sean.
2. Observa tu estilo de mirar la realidad
Las personas de alto rendimiento suelen tener una visión negativa de las cosas. Es decir, si algo malo sucedió o no pasó lo esperado, se echan la culpa de todo, incluso de la pandemia; creen que nunca pasará y que el hecho cambiará su vida de manera definitiva. Lo peor es que, si les fue bien, creen que fue suerte, la cual puede cambiar y que pronto serán desenmascarados.
4. Aprópiate de tu identidad
Crea la imagen de ti mismo con todas las atribuciones positivas que objetivamente puedas hacerte llegar. Si no las ves, pídele a personas de tu confianza que te ayuden y, precisamente…
5. Busca nuevos puntos de vista
Crea grupos de apoyo o consíguete mentores que te ayuden a tener otra visión de los problemas.
Estas cinco estrategias de la psicología positiva te van a ayudar a sacudirte el síndrome del impostor, reflexiona sobre tu manera de reaccionar a las emociones y en la próxima entrega hacemos unos ejercicios para atacarlo con mayor eficiencia.
Correo: cienciasdelafelicidad@tecmilenio.mx
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