• Los hábitos diarios de bienestar del CEO de Twitter, Jack Dorsey, incluyen ayunos, paseos de ocho kilómetros y dos horas de meditación.
  • Dice que esta estricta rutina le ayuda a gestionar el estrés que supone dirigir Twitter y Square.
  • Probé a meditar en bloques de 15 minutos durante una semana y me sentí notablemente menos estresada en el trabajo.

Aparte de su barba y de sus dos puestos de director general simultáneos, Jack Dorsey se distingue de otros multimillonarios de la tecnología por un estricto programa de bienestar que incluye caminar ocho kilómetros hasta el trabajo, meditar durante dos horas y comer una vez al día.

Dice que estas opciones de estilo de vida le permiten «mantenerse a flote» mientras es CEO de Twitter y Square. No era realista dedicarme a seguir toda su rutina, así que probé a meditar durante 15 minutos dos veces al día para ver cómo podía afectar a mi vida laboral.

Dorsey practica específicamente la meditación Vipassana, una antigua técnica de meditación budista que implica 10 días de silencio. También se conoce como «meditación de la percepción» y su principio rector es el no juicio.

A diferencia de otras prácticas de meditación que se centran en un mantra específico o en una visualización, durante la Vipassana no hay que controlar conscientemente los pensamientos. En su lugar, se reconoce cualquier pensamiento errante y se vuelve inmediatamente a la respiración, buscando en última instancia una mente más tranquila y centrada.

Dorsey no es el único director general de empresas tecnológicas que apuesta por esta técnica como secreto del éxito profesional. Marc Benioff, CEO de Salesforce, está tan convencido de sus beneficios que el gigante del software añadió una sala de meditación en cada planta de su oficina de San Francisco.

Así fue como la meditación influyó en mi rendimiento en el trabajo después de dedicar 15 minutos dos veces al día durante una semana.

Descubrí que los mejores momentos para meditar eran inmediatamente después de despertarme y entre el cambio de tareas

Había leído en internet que la meditación Vipassana funciona mejor a primera hora de la mañana, pero me ponía nerviosa que el ritual calmante me hiciera volver a dormir. Nunca he sido una persona mañanera y dependo mucho del café para arrancar el día.

Así que me sorprendió mucho que meditar inmediatamente después de levantarme me hiciera sentir muy alerta, sin necesidad de cafeína. A pesar de tener los ojos cerrados durante 15 minutos más de lo habitual, la respiración concentrada me ayudó a despejar la niebla cerebral que normalmente persiste durante la primera hora en mi escritorio.

Experimenté efectos similares cuando medité entre cada pendiente, lo que suele ocurrir alrededor de la hora del almuerzo. Los momentos en los que me siento menos concentrada en el trabajo son cuando tengo que cambiar de un artículo a otro, o de escribir a entrevistar. Meditar entre cada una creó un amortiguador y permitió que me volviera a centrar en la siguiente tarea.

Me sentí notablemente menos estresada, pero no necesariamente más productiva

Aunque me di cuenta de que meditar me ayudaba a reducir mis niveles de ansiedad, descubrí que era más benéfico para la resolución de problemas de alto nivel que para completar tareas a corto plazo.

Normalmente, una dosis saludable de estrés y adrenalina es lo que me ayuda a superar las noticias de última hora y los plazos diarios. La meditación Vipassana no te permite reaccionar a la lista de pendientes que tienes en la cabeza y te obliga a ver las cosas de lejos, algo que me resultó útil para generar ideas creativas y establecer objetivos.

Estar sentado sin distracciones durante 15 minutos fue mucho más difícil de lo que pensaba

El primer día de este experimento, no creí que pudiera superar la semana. Parte de la Vipassana consiste en observar —pero no reaccionar— a las sensaciones, como la necesidad de moverse, estirarse o incluso rascarse. 15 minutos de sentarse con la espalda recta y de activar mi núcleo me obligaron a ser muy consciente de cualquier dolor o molestia física.

Pero después de los primeros cinco minutos, centrarme en la respiración me resultaba mucho más natural e intuitivo. Lo más difícil fue guardar el teléfono, cerrar la laptop y convencerme de que podía dedicar 15 minutos en mitad del día.

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