• Michael Thompson es escritor y estratega de liderazgo y comunicación.
  • Reserva dos horas al día para dar un paseo, practicar un pasatiempo o relacionarse con sus compañeros.
  • Dejar el 30% de su jornada laboral sin programar ha mejorado su creatividad y concentración, dice.
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Desde hace décadas, Dan Sullivan, fundador del programa de coaching empresarial «The Strategic Coach», se toma 155 días anuales completamente libres del trabajo. En los 210 días que trabaja, dice que su principal estrategia para mantenerse centrado es dejar 30% de su día sin programar.

Crear esta ventana le permite centrarse en el crecimiento a través de nuevas oportunidades e ideas, en lugar de dedicar el 100% a su carga de trabajo actual, dice Sullivan.

Cuando conocí este consejo hace tres años, como muchas cosas que suenan bien en principio, pensé que no era posible. Por aquel entonces, mi esposa iba a su oficina a una hora de distancia y yo trataba de compaginar a nuestros dos hijos con mi propio trabajo. Pensaba que dejar unas dos horas sin programar afectaría a mi productividad, pero me equivoqué.

Seguí el consejo de Sullivan y programé primero mi tiempo libre. En tres meses pasé de ser aspirante a creativo a tener una remuneración decente a pesar de ser novato en el mundo de la escritura. Esto es en lo que me ayuda la regla del 30%.

1. Tengo más momentos «Eureka»

No es una coincidencia que a mucha gente se le ocurran sus mejores ideas fuera de la oficina. La mayoría de las veces, la clave para que las mías conecten es darles espacio para respirar. Desde que adopté la regla del 30%, todos los días, de 12 a 14 horas, apago la computadora. Aprovecho ese tiempo para salir de casa y dar un paseo o correr al mediodía; pasar un rato estudiando español; ir de compras, o simplemente permitirme desconectar.

Al crear este espacio, he podido tener un flujo constante de ideas para artículos quincenales durante los últimos tres años. No puedo contar el número de veces que se me ha ocurrido la frase perfecta para el proyecto de un cliente durante un paseo al mediodía. Cuando vuelvo al trabajo a las 14 horas me siento renovado y preparado para dedicar a las tardes el mismo nivel de atención que a las mañanas.

2. Puedo ocuparme de mi red de amigos

Además de salir de casa, aprovecho este tiempo no programado para contactar con nuevas personas o ponerme al día con viejos amigos. Esto puede parecer básico, pero me salvó económicamente cuando apareció el Covid-19. Como mucha gente, perdí la mitad de mis contratos de trabajo de la noche a la mañana. Pero gracias a mi hábito de contactar con la gente y mantener buenas conexiones, las personas de mi red me transmitieron nuevas oportunidades que me ayudaron a sustituir lo que se había cancelado.

Antes de poner en práctica la regla del 30%, consideraba el networking como una actividad «si el tiempo lo permite». Dedicar tiempo a estar en contacto con la gente me hizo ver que es mucho más fácil mantener redes sólidas cuando se es constante. Todos conocemos la importancia de las redes de contactos: a menudo, las oportunidades que se nos ofrecen son un reflejo directo de la compañía que mantenemos.

No tiene por qué ser un constante ir y venir. Mantener tu red puede ser tan sencillo como dejar un breve mensaje de voz para que alguien sepa que estás pensando en él.

3. Mejoré mi capacidad de priorizar

Tener un millón de cosas en la cabeza es la manera más rápida de sabotear tus objetivos principales.

Tratar mi tiempo no programado lo más cerca posible de lo no negociable —combinado con la estrategia de restricción de tiempo para trabajar— me obligó a pensar en las tareas que realmente hacen avanzar mi trabajo y me ayudó a eliminar las que no lo hacen.

Una de las formas de hacerlo es seguir el consejo de Sullivan de limitar mi lista de tareas diarias a tres. Todas las noches, antes de terminar el trabajo, me tomo 10 minutos para planificar mis tareas del día siguiente y las escribo en tarjetas individuales. Esto me permite empezar cada mañana con claridad. Ver la pila de tareas completadas también me recuerda que, incluso en los días en los que siento que no estoy haciendo lo suficiente, lo logro.

Cómo conseguir que la regla del 30% te funcione

La clave para que la regla del 30% funcione es sacar la agenda al final de cada semana y programar proactivamente el tiempo para uno mismo de la semana siguiente, antes de ser bombardeado con peticiones de otras personas.

Mi mejor momento es cuando trabajo en bloques de tres horas. Durante 2022, tengo un descanso de dos horas en mitad del día anotado en mi calendario encima de mi escritorio, para que sea visible. Si trabajas mejor en bloques de tiempo más cortos, intenta reservar cuatro intervalos de 30 minutos a lo largo del día y aprovéchalos para cambiar tu entorno en la medida de lo posible. Puedes trasladarte a otra habitación para trabajar en un pasatiempo, dar un paseo al aire libre, etc.

Seguir la regla del 30% no siempre es fácil: hay días en los que mis hijos o los plazos de los clientes merman este tiempo. Pero esa es la mejor parte: como ya incluí tiempo «abierto» a mi agenda, no tengo que estresarme ni trabajar hasta tarde si de vez en cuando me distraigo.

Si eres un empresario o trabajas a distancia y no tienes que estar pegado a la computadora todo el día, prueba la regla del 30%. Si vuelves a la oficina y trabajas de ocho horas diarias, proponlo a tu jefe o a tu equipo. Se ha demostrado que tener flexibilidad de horarios aumenta la satisfacción laboral y reduce el estrés relacionado con el trabajo.

Me costó mucho tiempo aprender que estar siempre «encendido» es realmente el enemigo de la productividad. Ahora que he experimentado los beneficios de programar primero el tiempo de inactividad, la idea de trabajar más para lograr menos no es tan atractiva como alejarse para permitir que los puntos se conecten mejor.

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