• Chick-fil-A, preferida por muchos conservadores, despertó esta semana la ira de quienes la acusan de doblegarse ante la llamada ideología "woke".
  • Es la más reciente compañía en quedar atrapada en la "guerra cultural".
  • Esta se compone de controversias a menudo explosivas sobre temas como los derechos LGBT+, las armas y la educación de ciertas materias escolares.
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Famosa por sus sándwiches de pollo frito, la cadena estadounidense de comida rápida Chick-fil-A, preferida por muchos conservadores, despertó esta semana la ira de quienes la acusan de doblegarse ante la llamada ideología «woke» de grupos o tendencias consideradas progresistas.

Debido a que tiene un alto funcionario encargado de «diversidad, equidad e inclusión», la empresa es objeto de una campaña de boicot, como ocurrió con la cadena minorista Target y la cerveza Bud Light.

Chick-fil-A, fundada por un bautista practicante, es considerada sin embargo una marca conservadora.

Sus restaurantes están cerrados los domingos para permitir que los empleados «descansen y oren si quieren», según su sitio.

La cadena ha estado en ambos lados de la «guerra cultural»

En 2012, fueron los progresistas quienes la criticaron duramente, acusándola de financiar movimientos que se oponen al matrimonio homosexual.

La rueda gira. Esta vez, personas influyentes de derecha se quejaron en las redes sociales del compromiso declarado de Chick-fil-A con la «diversidad» y por el hecho de que cuente con un vicepresidente para ese fin, algo que data de hace varios años pero que recién ahora salió a luz.

«Decepcionante. ¿Tú también Chick-fil-A?», comentó Jeff Clark, un exfuncionario del Departamento de Justicia bajo Donald Trump, haciéndose eco de la exclamación latina atribuida a César («¿tú también?») al ver a su hijo Bruto entre sus asesinos.

Una colaboradora de la organización conservadora Turning Point USA, Morgonn McMichael, acusó a la cadena de restaurantes en un video que se ha vuelto viral de haber «cedido» al progresismo.

«Chick-fil-A, ya no eres ‘el pollo del Señor’. De hecho eres el pollo ‘woke’ y eso realmente me molesta como cristiana», lanzó la joven, filmándose comiendo en el negocio de un competidor.

Más tarde aseguró que su video «era solo un 30% serio», sin llegar a convencer.

‘Tóxico’

Chick-fil-A es la más reciente compañía en quedar atrapada en la «guerra cultural»; controversias a menudo explosivas sobre temas como los derechos LGBT+, las armas y la educación de ciertas materias escolares.

Objeto de una virulenta campaña lanzada por personalidades conservadoras, la marca Target anunció la semana pasada el retiro de los anaqueles de productos que celebran a la comunidad LGBT+ debido a amenazas contra algunos de sus empleados.

El grupo había lanzado una línea de artículos en previsión de junio, Mes del Orgullo, en el que tradicionalmente se organizan eventos para honrar a la comunidad LGBT+, en particular el famoso «Orgullo Gay».

Unas semanas antes, la muy popular cerveza Bud Light fue cuestionada por haberse asociado con una influyente transgénero.

En internet han llamado a boicotearla, y el gobernador de Florida Ron DeSantis, precandidato republicano para las próximas elecciones presidenciales, dijo que dejará de consumir esa cerveza para no apoyar a las empresas «woke», es decir ultraprogresistas.

En las redes sociales, circula el eslogan «Go woke, go broke»: «Ni un centavo para los woke».

«El objetivo es hacer que el ‘orgullo’ (LGBT) sea tóxico para las marcas», escribió en Twitter el comentarista ultraconservador Matt Walsh. «Primero Bud Light, ahora Target. Nuestra campaña avanza. Sigamos adelante», dijo el 24 de mayo.

La «guerra cultural» tiende a intensificarse a medida que se acercan las elecciones de 2024.

«Si alguien me hubiera dicho hace un año que un plato de Chick-fil-A regado con una Bud Light causaría (tal alboroto) entre los conservadores, le hubiera preguntado qué estaba fumando”, dijo el periodista independiente Aaron Rupar en Twitter.

Con información de AFP.

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