• Son muchos los expertos que afirman que el mundo camina hacia un descenso de la población.
  • Lo que podría ser una buena noticia para el medio ambiente, plantea a la vez un problema muy grave para la economía mundial.
  • La gran escasez de mano de obra paralizará nuestra economía global a menos que encontremos formas innovadoras de mantenerla en funcionamiento.
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En las últimas décadas, el mundo ha vivido un boom demográfico. En 1975 había 4,000 millones de seres humanos, mientras que actualmente la población mundial es de 8,000 millones.

Esta «bomba demográfica» fue citada por los expertos como un desafío sin precedentes para el equilibrio ecológico de nuestro planeta. Esto, en 2017 cuando se preguntó a 50 premios Nobel por la mayor amenaza para la humanidad.

Más de un tercio de ellos contestó que era la superpoblación del planeta. Y, no hay duda de que frenar el crecimiento de la población mundial es una importante para combatir la crisis climática.

Pero lo que esos premios Nobel pasaron por alto es el hecho de que las fuerzas que conducen a un descenso de la población ya están en marcha. De hecho, dentro de unos 40 años, la población mundial comenzará a disminuir.

No será un virus, una guerra o una catástrofe natural lo que provoque este descenso sino un aumento del nivel de vida. El avance desde la Revolución Industrial fue en compañía del aumento de la esperanza de vida y del descenso de las tasas de natalidad. La gente es más sana, más rica, mejor educada, vive más tiempo y tiene menos hijos.

Como resultado, el número de niños que nacen en territorios como Estados Unidos, China y Europa ya no es suficiente para mantener la estabilidad de esas poblaciones.

Pero a pesar de que la superpoblación cause problemas climáticos, la disminución de personas supone un desastre inminente para la economía. La gran escasez de mano de obra paralizará nuestra economía global a menos que encontremos maneras de mantenerla en funcionamiento.

La población mundial va a disminuir

Las fuerzas económicas y demográficas que conducirán a un descenso de la población mundial a finales del siglo XXI llevan mucho tiempo actuando en las principales economías.

Anualmente, las tasas de natalidad de los países ricos caen por debajo del crítico «nivel de reemplazo». Es decir, ese nivel en el que la gente aún tiene suficientes hijos para mantener los niveles de población actuales. 

Una sociedad necesita 2.1 hijos por mujer para que la población se mantenga estable. En México la tasa actual es de 2.08; en Estados Unidos, es de 1.6 hijos; mientras en Japón de 1.3, y en Corea del Sur de .8. Pronto, casi todos los países del mundo caerán por debajo de este punto de equilibrio.

Las investigaciones han demostrado que, en todos los países y regiones, a medida que el nivel de vida mejora, el número de hijos por familia empieza a disminuir. Las razones son variadas (más oportunidades económicas para las mujeres, mejor acceso a la educación para los niños, menor mortalidad infantil, etc.), pero a la larga, lo que antes era un país pobre y joven se vuelve más rico y debe enfrentarse al reto de una población envejecida que no tiene suficientes trabajadores jóvenes para mantenerla.

poblacion mundial

A finales de este siglo, la población mundial habrá disminuido en 1,000 millones de personas desde su pico, según un análisis de 2020 por investigadores de la Fundación Gates, y en el escenario más extremo, la población podría disminuir en casi 2,000 millones de donde está hoy, hasta algo más de 6,000 millones.  

La población activa alemana habrá disminuido en un tercio, según el escenario medio de los investigadores, y en Italia, España y Grecia, en más de la mitad. Polonia, Portugal, Rumanía, Japón y China perderán hasta dos tercios de su población activa, según las proyecciones. El inminente descenso de personas es una llamada de atención.

La escasez de mano de obra ya comenzó

Aunque un descenso de la población mundial es una buena noticia para el planeta, para nuestros sistemas económicos y sociales es un enorme desafío. El combustible más importante del crecimiento económico en los últimos siglos ha sido la gente. Y con menos gente, menos trabajo se puede hacer.

Ya estamos experimentando el comienzo de esta gran escasez de mano de obra [en Estados Unidos] en sectores que van desde las aerolíneas hasta las guarderías y el servicio militar. En los próximos años, muchos más sectores y campos profesionales se verán afectados.

Con menos maquinistas, profesores, ingenieros, médicos, cuidadores y programadores, muchas empresas producirán o rendirán menos. Y a medida que la población disminuya, también se reducirá la cantidad de dinero que se gasta en estas empresas. Menos consumo lleva a menos ventas y menos ventas a menos beneficios y, por tanto, a menos crecimiento económico.

No solo disminuirá el número de trabajadores, sino que también la cantidad que cada uno de estos trabajadores puede producir. La productividad global per cápita, la medida formal de cuánto puede producir un trabajador en una hora y el indicador más importante de progreso, se ha estancado recientemente. 

La combinación de una mano de obra decreciente y el estancamiento de la productividad es tóxica. Podría conducir a una caída de la producción económica o, en el peor de los casos, a décadas de crecimiento estancado. 

Unos 250 años después de la Revolución Industrial, podríamos entrar en una era de estancamiento. 

Nuestra economía en crecimiento también ha permitido a la gente jubilarse en sus últimos años, con una red de seguridad social y parientes más jóvenes para cuidar de ellos. Pero pronto podríamos ver lo contrario: El número de personas que necesitan ser atendidas superará con creces el número de trabajadores que pueden mantenerlas. 

Se trata de una asombrosa inversión de los patrones históricos de crecimiento del mundo. Durante siglos, millones de personas se volcaron en las fábricas y oficinas e impulsaron el consumo con sus ingresos. Con el dinero de sus impuestos, garantizaron que se pudiera invertir en educación, sanidad, investigación, infraestructuras y en un sistema social que financia un número cada vez mayor de pensiones. 

Este motor está empezando a fallar porque cada vez hay más personas que se jubilan y no hay suficientes trabajadores jóvenes para reemplazarlas.

Más gente o más productividad

Hay dos soluciones para combatir la escasez de mano de obra: podemos hacer que trabaje más gente, o podemos trabajar de manera más productiva. Por ejemplo, Estados Unidos apuesta por las políticas migratorias para que haya más trabajadores, mientras que Japón es un ejemplo de cómo lidiar con una población que disminuye y envejece, volviéndose más productiva a través de la automatización y la digitalización.

Para salir de la escasez de mano de obra, las economías necesitarán un impulso de la productividad a la altura del milagro de la industrialización. Si un número menor de trabajadores va a financiar un estado de bienestar en constante expansión, es necesario invertir más en innovación y progreso. Esto se materializa especialmente en el sector de los servicios, donde trabaja la mayoría de la mano de obra en los países desarrollados, y donde la productividad está estancada desde hace casi 20 años. Hay mucho margen de mejora. 

Los modelos de negocio basados en mano de obra poco cualificada con salarios mínimos no son propios de un país de alta tecnología. Son un signo de regresión. Por tanto, es necesario crear incentivos mediante el aumento de los salarios mínimos para automatizar el trabajo sencillo siempre que sea posible.

El cambio también implica dejar de lado los modelos de negocio anticuados y las industrias obsoletas, es decir, hay que invertir en empresas de vanguardia: entre las 10 empresas más importantes del mundo en cuanto a capitalización bursátil, 8 son tecnológicas cuyo éxito se basa en productos y modelos de negocio que se han adaptado a mercados que cambian rápidamente e incluso han creado otros que no sabíamos que existían.

La ‘Gran Renuncia’ ha demostrado que podemos permitir que los trabajadores cambien de forma más dinámica a empleos con salarios más altos que se ajusten mejor a sus habilidades.

Una nueva economía no surgirá sin la ayuda de inmigrantes de todo el mundo. A medida que la población disminuya, los países pasarán de intentar mantener a los inmigrantes fuera a luchar por la menguante oferta de trabajadores en demanda. Para seguir atrayendo gente en el futuro, los países tendrán que empezar a cambiar sus estrategias de inmigración desde ya. 

Si la historia nos ha enseñado algo, es que el progreso siempre va acompañado del cambio y del valor de intentar algo nuevo. Para luchar contra el próximo colapso demográfico, el mundo necesitará nada menos que una revolución de nuestras mentes. Necesitamos innovación y nuevas ideas: robots e inteligencia artificial que hagan el trabajo por nosotros y que permitan a todos tener la oportunidad de una buena educación y formación. 

Por el camino, tendremos que encontrar soluciones para que este progreso continuo sea neutro desde el punto de vista climático, invirtiendo en la producción de energía sostenible y en tecnologías de bajas emisiones. Al hacerlo, conseguiremos un mundo mejor para nuestros hijos.

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