- Anmol Irfan tiene que trabajar con personas que tienen diversos horarios
- La periodista independiente que vive en Pakistán pasaba muchas horas laborando hasta tarde para acomodar sus contactos.
- Estas son las técnicas que utilizó para recuperar el equilibrio entre el trabajo y la vida.
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Apenas la semana pasada, esperaba cumplir con una fecha límite y terminé preocupándome y revisando constantemente mi correo electrónico hasta la 1 de la mañana porque una fuente a la que se suponía que debía entrevistar no respondió cuando dijeron que lo harían y en los horarios que estipularon.
Si bien aquí en Pakistán era esa hora, en Nueva York eran las 4 de la tarde, perfectamente razonable para que alguien responda. Esta no era la primera vez que había estado trabajando en las primeras horas de la mañana.
Pasé la mayor parte de mi último Ramadán, un ayuno de un mes que es parte de la práctica religiosa islámica, realizando entrevistas a las fuentes a las 2 de la mañana.
No dejaba de decirme a mí mismo que todo esto está bien para un trabajador independiente que trabaja en horarios flexibles desde casa. Pero en algún momento, la «flexibilidad» de alguna manera se transformó en «todo el tiempo».
Eventualmente, la ansiedad de estar siempre esperando un correo electrónico, corriendo entre cenas familiares y entrevistas de trabajo, o revisando mi correo electrónico antes de lavarme los dientes, me abrumó.
En lugar de establecer mis propios límites, dejaba que el trabajo, que a menudo era impredecible y generalmente en una zona horaria totalmente diferente, comenzara a definir mi vida.
Afortunadamente, lo que sucedió la semana pasada ahora es la excepción y no la regla.
Durante los últimos dos meses, he estado siendo mucho más deliberada sobre los límites que establezco entre los horarios de trabajo y mi vida personal.
Por lo general, manejo una diferencia horaria de cuatro a ocho horas con clientes de todo el mundo
Pero necesitaba definir cuándo estaba y no estaba laborando.
Para ayudar a hacerlo, contacté a Marissa Goldberg, la fundadora de Remote Work Prep, una consultoría de trabajo remoto.
Ella me dijo que «todo el mundo debería tener un comienzo y un final claros para su día laboral. Si estás revisando instantáneamente las notificaciones de trabajo tan pronto como te despiertas o te quedas al final de tu día laboral con una sensación de ‘hecho’, está mal».
Para mí, eso comenzó con conectarme a mi agenda física, una carpeta de anillos con calendarios mensuales y diarios, así como una sección para presupuestos y notas, para ayudarme a desconectarme de las pantallas.
Ahora trato de pasar los sábados planificando la semana que viene, estableciendo metas más grandes para cada próximo día de la semana. Luego los reviso cada mañana.
Comienzo por anotar exactamente lo que he programado en momentos específicos y lo que puedo encajar en esos eventos.
La semana pasada, tuve una fuente que solo podía hablar conmigo a las 8 de la noche.
Mi antigua yo habría trabajado todo el día y luego durante la entrevista, pero esta vez terminé mi otra labor programada, tomé un descanso alrededor de las 4 de la tarde y luego regresé a mi laptop para la entrevista.
Cuando he marcado mi lista del día, ya no me siento sin rumbo fijo en mi computadora portátil porque siento que necesito ser productivo.
Trabajar desde casa te deja sin lugar a donde ir después, por lo que solo puedes marcar el final del día deteniéndote en medio de una tarea o asignación
Así que me he vuelto muy amigable con la función «No molestar» de mi teléfono, que elimina las notificaciones posteriores al día laboral de cualquiera, excepto las pocas personas que he agregado como excepciones.
Para mantenerme encaminada, generalmente trato de mantener mi horario de trabajo entre las 10 de la mañana y las 6 de la tarde, pero esto puede fluctuar debido a plazos sensibles al tiempo.
En los días en que no es posible un horario rígido, establezco una meta para una cierta cantidad de horas de trabajo y luego apago cuando termina.
Por lo general, solo permito notificaciones de familiares y amigos, y reviso las otras solo una vez antes de dormir en caso de que haya llegado algún correo electrónico urgente.
Goldberg sugirió que creara una «transición intencional», que ella comparó con un «viaje personalizado» entre mi trabajo y mi vida personal.
«Esto podría ser cualquier cosa, desde dar una vuelta a la manzana, limpiar con tu podcast favorito o bañarte», destacó.
Siempre trabajo en el mismo lugar; para mí, lo anterior significa que cuando lo dejo, trato de disociarme.
También programo a menudo actividades no laborales que pueden incluir cocinar, leer un libro o pintar, cualquier cosa que me ayude a desconectarme de mi pantalla después de estar en mi computadora todo el día.
A veces todavía me cuesta dejar de trabajar, especialmente cuando estoy absorta en un artículo en particular
Es fácil pensar que me cansaré menos porque me apasionan algunos de los temas sobre los que informo.
Pero necesito mejorar en el descanso como parte de mi rutina regular y no cuando mi cuerpo ya está agotado por la falta de descanso, señaló Goldberg.
«No solo agregues descansos cuando estés agotado. Los descansos son más efectivos para prevenir el agotamiento si los aplicas con regularidad y antes de que sientas que los necesita», comentó.
Todavía hay momentos en los que laboro demasiado, como la semana pasada. Pero durante los últimos dos meses, realmente me he ceñido al consejo de Goldberg.
Ahora mis días de trabajo están programados para darme un descanso para almorzar. Tengo suficiente tiempo para practicar mi nuevo amor por el fitness tres veces a la semana.
He leído más libros en los últimos dos meses que en los seis anteriores. Me detengo tan pronto como termina mi lista de tareas e intencionalmente tomo un descanso en el medio cuando sé que tengo trabajo programado para más tarde de las 18:00 horas.
También escribo ideas o notas en mi agenda después de mi día de trabajo, si tengo alguna, en lugar de volver a abrir mi computadora portátil.
Si hago eso, sé que volveré a quedar atrapada en un ciclo de trabajo.
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