• El perfeccionismo, en dosis adecuadas, puede resultarte útil en el trabajo. Te ayuda a dar lo mejor de ti mismo, a aceptar nuevos desafíos, entre otras cosas.
  • El problema llega cuando se descontrola y llega a afectar negativamente tu vida laboral.
  • Te mostramos algunas señales de que tu perfección se convirtió en obsesión.
  • ¿Ya conoces nuestra cuenta de Instagram? Síguenos.

El perfeccionismo, en pequeñas dosis, puede convertirse en un gran aliado en tu trabajo y tener impacto positivo: te ayuda a acabar tareas a tiempo, a ofrecer grandes resultados, a ser ambicioso…

El problema llega cuando tu perfeccionismo se desborda, acaba tomando el control de tu vida y afecta negativamente tus labores.

Por ejemplo, puede provocar que ya no acabes tus tareas a tiempo. Las retrasas sin parar porque las revisas una y otra vez en busca de una calidad perfecta que no existe. O, de repente, rechazas desafíos porque temes fracasar.

«El perfeccionismo es una forma de ansiedad», aclara la psicoterapeuta Shannon García para Huffington Post.

«Puede convertirse en algo que te impida progresar en tu carrera laboral, ya que te niegas a tomar riesgos o tardas mucho tiempo en hacer tareas simples debido a tus elevados estándares».

¿Consideras que eres demasiado perfeccionista en el trabajo? Aquí tienes seis señales que te ayudarán a determinar si esto es cierto o no.

Recuerda que si notas niveles de perfeccionismo muy elevados, es mejor acudir a un especialista para que te ayude, para que puedas vivir de forma más tranquila y sosegada.

1. Solo te fijas en las tareas que todavía no haces (y en tus errores)

«Si pides a un perfeccionista puntuar su rendimiento en el trabajo, te dirá que una nota entre el 0 y el 99 es mala. Solo el 100 es aceptable», explica Perpetua Neo, psicóloga y coach laboral, para Huffington Post.

Una persona con estos comportamientos, y en su estado más obsesivo ,solo se fija en aquello que no ha logrado: la tarea que no le salió bien, el paso que no dio hoy por falta de tiempo, el leve fallo que irritó un poco a un compañero…

Si te estás obsesionando demasiado con lo que no has hecho, en lugar de ponderar lo que logras cada día, es muy posible que tu perfeccionismo te lleve al «burnout» y tenga un fuerte impacto en tu trabajo.

«Este tipo de pensamiento lo único que consigue es que la línea de meta se aleja constantemente», advierte la psicoterapeuta Angela Clack.

«Los trabajadores con esta mentalidad nunca tienen un solo momento para disfrutar de sus victorias».

Si te encuentras en ese estado, realiza el esfuerzo consciente de apreciar tus esfuerzos. Acepta los cumplidos de jefes y compañeros de trabajo. De lo contrario, llegarán efectos negativos como la fatiga, los dolores de cabeza, el insomnio e incluso la depresión.

2. Rechazas cualquier tarea o actividad que implique un mínimo de dificultad

El perfeccionismo en su estado más extremo puede convertirse en una peligrosa parálisis, con impacto en tu carrera y el trabajo.

Rechazas tareas nuevas, algo difíciles o que sabes que te costarán inicialmente porque temes el fracaso. Te olvidas que precisamente fallar forma parte del proceso de aprendizaje y te cierras, detalla Ideapod.

Esta actitud provocará dos consecuencias negativas. La primera de ellas es la desmotivación. Todo el mundo necesita retos nuevos ocasionalmente para sentirse revitalizado o para evitar caer en el tedio de la rutina.

Si siempre estás haciendo lo mismo, aunque lo realices genial, notarás cómo cada vez estás más desganado. Te será difícil mantener la dificultad.

La segunda consecuencia negativa es que bloquearás tu desarrollo profesional. Tus jefes deducirán que tienes poco interés en mejorar como trabajador y te irán dando menos oportunidades de escalar.

Si mantienes esta actitud durante mucho tiempo, los ascensos económicos o laborales serán cada vez menos frecuentes.

¿La solución? Aceptar la incertidumbre de la novedad y evita querer hacer bien toda tarea difícil.

Proponte simplemente superar los desafíos y aprender de ellos. Verás cómo, poco a poco, el perfeccionismo pierde fuerza y va creciendo la motivación.

3. Tu procrastinación va en aumento; cada vez te cuesta más acabar tu trabajo a tiempo

Esta señal es «hermana» de la anterior y se relaciona con tus tareas actuales.

El perfeccionismo extremo puede provocar que tengas problemas para terminar tareas que, en teoría, ya tienes dominadas. ¿El motivo? Una obsesión por entregar el mejor trabajo posible.

«Refinas tus tareas una y otra vez, o las rehaces porque no llegan al nivel de calidad que esperabas», explica Shannon García, quien es psicoterapeuta.

«Vas retrasando las fechas de entregas porque sientes que lo que haces no es aceptable. O puede que incluso no estés comenzando a trabajar porque temes que no rendirás a la perfección».

El gran problema de la procrastinación laboral es que los demás te verán como una persona irresponsable y de poco fiar.

Se te darán menos objetivos porque se anticipa que no los cumplirás. O no se pensará en ti cuando deban producirse ciertos ascensos.

Además, el estrés de la procrastinación puede convertirte en una persona quejumbrosa e irritable.

«Acabarás impactando negativamente a tus compañeros de trabajo. Crearás interacciones incómodas y cada vez se te acercarán menos personas», advierte la psicoterapeuta Angela Clack.

4. Estás siempre a la defensiva cuando recibes retroalimentación

El perfeccionismo en su estado más extremo provocará que tenga un impacto fuerte cómo te perciben las personas en el trabajo y qué opinan sobre ti.

Como resultado, te sentirás muy irritado ante cualquier retroalimentación ligeramente negativa, aunque haya sido presentado de forma útil y constructiva, expone Forbes.

Si has estado casi siempre a la defensiva ante cualquier crítica, o si te comportas de forma irritable o llegas al enfado, todo apunta a que las conductas perfeccionistas te están dominando.

La mejor solución en estos casos es precisamente darle al perfeccionismo lo que quiere, para «medir» el impacto en tu trabajo.

Argumenta mentalmente que, si quieres ser el mejor, necesitas que los demás te den una retroalimentación, aunque sea muy brutal, para aprender, adaptarte y evolucionar. 

Piensa que las críticas te ayudan a mejorar y, poco a poco, te dolerán menos.

A modo de apunte extra, el trabajador perfeccionista irónicamente no quiere escuchar críticas, pero es el más duro con sus compañeros.

¿Te exaltas rápidamente y los demás empiezan a quejarse de tu agresividad? Ya tienes más motivos para confirmar que tu perfección es tóxica.

5. No socializas con tus compañeros de trabajo porque temes hacer el ridículo

Otra señal muy clara de que el perfeccionismo está afectando negativamente tu vida laboral es que estás evitando las charlas del café o comer en compañía porque temes cometer un error que destruya la imagen que tienes sobre ti.

«Una persona puede permitir que su perfeccionismo le evita socializar con sus compañeros de trabajo porque teme ser rechazada si estos conocen a su presunto yo real», explica Perpetua Neo, psicóloga y coach laboral.

«Las personas perfeccionistas sienten una gran presión por mantener una máscara social».

Puedes confirmar tus sospechas si esta presión también aparece fuera del trabajo.

Los perfeccionistas suelen salir poco en general, o solo quedan en entornos controlados, porque les agota la presión de mantener unos estándares elevados mientras están con los demás.

Lo que el perfeccionista no tiene en cuenta es que esta actitud desencadena un círculo vicioso: «Cuanto mejor finges ser perfecto con los demás, más elevas el listón y más presión sentirás a la siguiente quedada», advierte el psicólogo Gordon Flett.

Una posible solución en este caso es fijarte en los demás. Tus amigos y compañeros de trabajo cometen errores: se les cae un vaso, dicen una frase disparatada, sueltan un dato equivocado y son rápidamente corregidos… ¡y no pasa nada! La vida sigue.

Siguen siendo personas queridas. ¿Por qué deberías ser tú una excepción?

6. Agradeces los errores de tus compañeros de trabajo

¿Disfrutas, aunque sea brevemente, el regaño de un jefe a un compañero de trabajo? ¿Te ha gustado saber que una empresa rival no ha cumplido sus objetivos anuales?

Si la respuesta es «Sí», no te preocupes. No significa que seas mala persona. Según Forbes, el perfeccionista siente alivio cuando alguien de su alrededor fracasa, porque en ese momento está compartiendo sus frustraciones, aunque sea de forma indirecta.

El perfeccionista por un instante no se siente solo. Por eso, en cierta forma, se alegra de los fallos ajenos.

De rebote, al tener unos estándares tan elevados, considera que sus compañeros de trabajo son mediocres, ¡aunque sean competentes!

Si te descubres infravalorando todo tu entorno laboral, es muy posible que debas cambiar tus ideas para liberarte de la presión del perfeccionismo.

AHORA LEE: Cultura tóxica laboral y un mal jefe —26 señales para detectar que esto ocurre en tu oficina

TAMBIÉN LEE: Pide el aumento de salario que añoras: 3 consejos para negociar y conseguirlo

Descubre más historias en Business Insider México

Síguenos en FacebookInstagramLinkedInTwitter y Youtube

AHORA VE: