• La parálisis facial se puede dar cuando una persona se encuentra bajo mucho estrés o también puede ser un síntoma de alguna afección de más cuidado.
  • Para prevenirla se recomienda no sobrecargarse de actividades y evitar el consumo excesivo de café, bebidas estimulantes, drogas o alcohol.
  • El tratamiento de la parálisis facial debe ser integral y suelen prescribirse antiinflamatorios esteroideos y suplementos de vitaminas.

Empecemos por definir de lo que hablamos: la parálisis facial, conocida como parálisis de Bell o parálisis del séptimo par, consiste en la pérdida total o parcial del movimiento muscular voluntario de la cara.

Los síntomas hacen que la mitad del rostro se vea caído, que el ojo no se cierre por completo, las personas pueden babear, lagrimear y sus expresiones faciales y sonrisa se dibujan solo de un lado dependiendo del grado de afectación.

La parálisis facial se manifiesta como una debilidad repentina de un lado del rostro que, por lo general, revierte al cabo de un par de semanas con una recuperación completa a los seis meses. Sin embargo, hay un porcentaje muy pequeño de personas que puedan presentar los síntomas de por vida y rara vez se repite.

¿Qué es la parálisis facial y por qué sucede?

Se trata de una inflamación generalmente transitoria que —como muchas otras situaciones médicas— responde a una explicación multicausal. Es decir, obedece a muchas razones (ninguna de ellas precisa), entre las que se pueden mencionar: consecuencia de una infección viral (por ejemplo, del tracto respiratorio); hinchazón del nervio por un traumatismo; y en muchas ocasiones el detonante puede ser la presencia de estrés.

Cuando una persona se encuentra bajo tensión emocional o estrés se puede considerar que también que está bajo un estado inflamatorio. Esto, debido a la serie de reacciones a nivel neuroendocrino y metabólico que repercuten a todos los niveles del organismo. Por lo tanto, cuando el estrés y tensión se mantienen de forma persistente como una constante de vida, se incrementan también las posibilidades de tener consecuencias por la tensión.

Cómo prevenir una parálisis facial

Reducir los niveles de tensión en el día a día se convierte en el factor principal para prevenir la presencia de alteraciones físicas, entre ellas la parálisis facial.

Las estrategias de vida saludable como reducir tiempos de traslados para actividades o evitar horas de congestionamiento vial; no sobrecargarse de actividades —aún si se considera que se es capaz de realizarlas; respetar horarios de descanso; diversificar de actividades —trabajo, familia, actividades lúdicas—; evitar consumo excesivo de café, bebidas estimulantes, drogas o alcohol, puede ser la mejor estrategia para no tener consecuencias graves en el organismo.

Es importante y necesario revalorar la salud mental como parte fundamental del concepto de salud. En caso de presentar estados de depresión, ansiedad, insomnio o problemas derivados de dificultad para el control de las emociones es muy recomendable acudir con un especialista certificado, para el correcto abordaje de estos. Debemos aprender a no tener miedo de decir: “fui con mi terapeuta y me di cuenta que…”.

Si en algún momento se experimentan los síntomas comentados, lo más adecuado es acudir a una valoración médica, pues si bien generalmente se trata de una condición de curso benigno, una parálisis facial también puede ser parte de alguna situación de mayor cuidado, como un accidente cerebrovascular.

Los médicos de primer contacto, como los generales o familiares, así como los especialistas como los neurólogos o psiquiatras son la opción para este padecimiento.

El tratamiento de la parálisis facial debe ser integral y suelen prescribirse antiinflamatorios esteroideos y suplementos de vitaminas; así como un proceso de rehabilitación con el especialista. El diagnóstico certero, la atención a las causas y un tratamiento oportuno pueden evitar dificultades y complicaciones futuras.

Leonel Navarro es médico cirujano por la UNAM. Cuenta con dos especialidades: psiquiatría y psiquiatra infantil y de la adolescencia; ambas por la UNAM. También cuenta con un máster en neurociencias por la Universidad Católica Cardenal Herrera de Valencia España.

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