El Programa Sectorial de Energía que dio a conocer la Secretaría de Energía (Sener) tiene como objetivo fundamental fortalecer a los dos gigantes estatales del sector: Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
La meta luce bien. Sin embargo, más que delinear estrategias para impulsar su competitividad, lograr su plena modernización tecnológica y adoptar las mejores prácticas de gobierno corporativo, busca alinear a los órganos reguladores para que sus decisiones estén encaminadas a la “política de rescate del sector energético nacional”, adoptando acciones que favorezcan sus actividades.
En la práctica, implica robustecer su papel monopólico.
Limitar energías renovables
Sorprende que el programa busca reducir el uso de plantas de energía renovables. Para estas actividades se destina menos del 2% del presupuesto sectorial. En cambio, se pretende utilizar en mayor medida el combustóleo (combustible fósil con altos niveles de emisiones de azufre) en la generación eléctrica. Paradójicamente, se menciona que se buscará la reducción de emisiones contaminantes.
Pemex le suministrará a CFE el combustóleo que ya no puede colocar en el exterior, por diversas normas ambientales.
En la administración anterior, la CFE había disminuido en 30% su utilización, sustituyéndolo por fuentes renovables y gas natural, como recordó recientemente el diputado federal y ex titular de CFE, Enrique Ochoa.
Hace unos días ocho gobernadores acordaron establecer un impuesto ecológico al uso del combustóleo en la generación de energía, precisamente por ser altamente contaminante.
Producir más destilados, menos combustóleo
Pemex sigue produciendo mucho combustóleo porque el Sistema Nacional de Refinación no se ha modernizado, lo que impide que el procesamiento de crudo genere más productos destilados como gasolinas y diésel, de mayor valor económico, y menos combustóleo.
En los primeros cinco meses del año, la producción de gasolinas en las seis refinerías del país fue de 201 mil barriles diarios en promedio, 9% inferior al mismo periodo de 2018 y 22% menor al promedio anual de 2017.
La proporción de gasolinas en el total de productos petrolíferos sigue siendo baja: 28.2%, un incremento mínimo respecto a 2018, cuando fue de 27.6%.
En cambio, la producción de combustóleo se mantiene alta para lo que es deseable económicamente: 21% del total, apenas cuatro puntos porcentuales por debajo del nivel de hace dos años.
En cuanto al diésel, la producción de Pemex ha caído al nivel más bajo en los últimos 30 años, cuando los resultados comenzaron a hacerse públicos. En este año ha sido de 121 mil barriles al día, más de 20% menor a la de 2017.
Mientras más de la mitad (56%) del diésel que Pemex vende a nivel nacional es importado, sus ventas se han desplomado 30% en sólo dos años, como resultado de que los privados ya están vendiendo dos quintas partes del total que se consume en el país.
Otro dato significativo: sólo 13% del diésel que Pemex distribuye corresponde al DUBA (Diesel de Ultra Bajo Azufre).
Tren Maya de diésel
Por eso sorprende el anuncio de que el Tren Maya, uno de los proyectos insignia de la actual administración, utilizará diésel en lugar de energía eléctrica, la cual posee mayor potencia y tracción, con menores costos de mantenimiento, sin el peligro de llevar combustible cargado.
Pero además, implicará que Pemex aumente su importación o bien, disminuya aún más su participación en el mercado nacional.
Los planes para nuestras empresas productivas de Estado no tienden a volverlas más competitivas.
Replantear Estrategia
Hace falta un replanteamiento a fondo para hacer frente al reto de ajustar su estructura de costos y reorientar sus procesos productivos para hacerlos más eficientes. Establecer asociaciones estratégicas que les permitan incrementar sus índices de productividad y a fin de cuentas, ser más redituables.
Sólo así lograrán efectivamente impulsar el desarrollo nacional y cumplir la deseada y positiva meta del Gobierno de ser un factor que mejore la calidad de vida de los mexicanos.
Correo: eduardo.marin@eploc.mx
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