Eduardo Marín

Eduardo Marín

Plataforma Petrolera

El reiterado objetivo del Gobierno ha sido incrementar la producción de Petróleos Mexicanos (Pemex) para que, en la segunda mitad del sexenio, aporte recursos que contribuyan significativamente al desarrollo de México.

La premisa es: tres años para rescatar a Pemex y luego tres años para destinar inversión al desarrollo nacional.

En el primer tercio de este año la producción sola de Pemex fue de 1 millón 710,000 barriles diarios en promedio, 3% superior a la del mismo periodo de 2019, pero 8% inferior al de 2018. Las asociaciones han aportado sólo 20,000 barriles más, equivalente a 1%. En abril se detuvo la racha de cinco meses consecutivos registrando alzas mínimas, con una baja de 25,000 barriles al día respecto al mes previo.

Las metas planteadas para el sexenio son extremadamente ambiciosas: volver a superar la barrera de los 2 millones en 2021 y llegar en 2024 a casi 2.7 millones, que significaría la producción más alta desde 2013. Es decir, se aspira a un aumento de un millón de barriles al día para fines de la actual administración.

Metas casi irrealizables con la actual estrategia de Pemex

Para lograrlo, Pemex está apostando únicamente al desarrollo de yacimientos en aguas someras y cuencas terrestres. Con esa estrategia, el objetivo luce muy lejano, casi irrealizable.

Será sumamente difícil alcanzar las metas sin reanudar la exploración en las aguas profundas del Golfo de México, donde Pemex ya había registrado una tasa de éxito exploratorio de casi 50%: de 34 pozos que perforó en las pasadas administraciones, 16 resultaron con viabilidad comercial.

Es importante definir un modelo de negocios que permita continuar la exploración de aguas profundas, así como la delimitación y desarrollo de los campos ya descubiertos, como Trion, en la zona Perdido del Golfo, que Pemex mantiene en farmout con la australiana BHP Billiton (socio operador), el cual ya presenta avances. Para ello, se requiere un cambio radical en la estrategia exploratoria.

En la industria petrolera y en particular en exploración, la clave es la diversificación ordenada y planeada de las actividades y de la inversión.

Asimismo, es necesario reactivar la adquisición sísmica tridimensional de alta resolución, sobre todo en la porción terrestre, que permita hallar nuevas localizaciones, reactivar campos maduros y desarrollar campos ya descubiertos.

Un Pemex competitivo requiere una base tecnológica

Pero hay otro problema de fondo. Sólo podremos tener una empresa nacional competitiva si se sustenta en una base científica y tecnológica.

En ese sentido, se debe incrementar, en más de la mitad, hasta llegar a 1% del valor total de la producción, el monto destinado para la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la formación de recursos humanos, asignándolo a financiar las labores de investigación básica del Instituto Mexicano del Petróleo, como lo ha externado uno de nuestros más grandes expertos petroleros y exconsejero profesional de Pemex, Fluvio Ruiz.

Más allá del anuncio de la inversión en el sector y del apoyo fiscal a Petróleos Mexicanos, la voluntad política por apoyar a nuestra empresa petrolera nacional debe traducirse en fortalecer al IMP para que en verdad funcione como brazo tecnológico no sólo de Pemex sino de la industria petrolera nacional.

Para ello, es importante apoyar presupuestalmente a fin de garantizar su viabilidad y, en particular, la de su Centro de Tecnologías para Aguas Profundas que se ubica en Boca del Río, Veracruz, el cual fue considerado el tercero de su tipo en el mundo, así como detener la pérdida de su capital humano a través de mejorar sus condiciones fiscales.

No es posible que un país como el nuestro, de tanta historia petrolera, sólo tenga presencia mundial en el sector por su potencial geológico y no por sus capacidades científicas y técnicas.

Correo: eduardo.marin@eploc.mx

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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