• Naifactory Lab creó un material biocompostable hecho de hueso de aceituna: el reolivar.
  • La compañía ya cuenta con prototipos de toda clase de artículos: lámparas, juguetes y todo es posible.
  • Los fundadores recalcan la importancia de utilizar mano de obra social.

Cada vez más empresas buscan alternativas al plástico, tanto en sus productos como en el empaquetado, y los biomateriales parecen ser la solución perfecta. Los hay que están hechos por residuos que nunca hubieras imaginado. Porque, ¿cuántas veces has tirado los huesos de aceituna sin pensar que podrían tener alguna clase de utilidad?

Estos se suelen utilizar para biomasa, pero Naifactory Lab los lleva un paso más allá: crean juguetes, lámparas y todo tipo de artículos con este residuo.

La startup, fundada por Silvana Catazine y Josean Vilar, ha desarrollado el ‘reolivar’: un material compostable y fabricado en España que, además, se moldea fácilmente a bajas temperaturas. 

Naifactory

El resultado es una «especie de bioplástico» de hueso de aceituna, aunque Vilar defiende en una entrevista con Business Insider que no puede competir en precio.

«Nos llaman y proponen cambiar las botellas de plástico por otras de reolivar. No podemos, no funciona así. Tenemos que hacer productos que tengan un valor añadido».

Todo comenzó cuando Catazine, diseñadora gráfica, se apuntó a un taller de biomateriales para el que tenía que llevar un residuo. «No se le ocurría nada y, al final, comiendo en un bar, vio los huesos de aceituna y decidió llevárselos», cuenta Vilar.

Naifactory Lab compra ya el hueso triturado a una empresa española que se dedica a hacer material comprimido, lo que les permite manejar mejor el material.

«Dependiendo del tamaño al que lo tritures, la textura que te da el material es una u otra, y las propiedades también,» cuenta el fundador.

De momento, no han comenzado a desarrollar productos en serie, pero están en contacto con varios centros de mano de obra social. «No son solo las cosas bien hechas con un material bueno, sino que la mano de obra sea social. Que juegue un papel en la sociedad, que ayude a otras personas y que aporte valor», explica Vilar.

Naif Magazine, el principio de todo

Hace menos de un año que han empezado a experimentar con reolivar, pero su experiencia profesional es dilatada: fueron los fundadores de Naif Magazine.

Naifactory
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Todo empezó cuando iban a ser padres. «Empezamos a buscar revistas relacionadas con el mundo infantil y no había nada que estuviese enfocado a nosotros como perfil de padres. Por eso, decidimos hacer una revista que tuviese que ver con cómo entendíamos la paternidad», cuenta Vilar en la entrevista.

De ahí viene el nombre de la publicación, que según Vilar, está siempre relacionado con el mundo infantil, la inocencia. «Creer en la magia, que el mundo es más romántico de lo que los adultos pensamos».

La revista se publicó entre 2007 y 2014, al principio trimestralmente y, después, cada 6 meses. El trabajo editorial se solapó con la decoración de stands para ferias relacionadas con la infancia y la paternidad. 

Naifactory

«Veíamos la cantidad de basura que se producía en los eventos. Se tira todo lo que se había montado con cuidado y había costado tres o cuatro días hacer», critica Vilar.

«Es terrible y no parece que le preocupe mucho a nadie, porque no cambia y no hay alternativa. Lo máximo que hacen es usar vasos de papel de usar vasos de plástico».

Tras unos años viviendo en Brasil, han vuelto y se han establecido en Barcelona, una ciudad que ya conocían.

Experimentar, experimentar y experimentar

La clave para los dos fundadores de Naifactory Lab ha sido experimentar con el nuevo material.

«Normalmente, pasan años hasta que se desarrolla un material porque lo van testeando, con todas las pruebas químicas y de resistencia. Como diseñadores, lo que hemos hecho es experimentar con el material», cuenta Vilar.

Naifactory
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Para eso, afirman que el confinamiento les ha servido para centrarse en desarrollar este nuevo material del que, además, no ha habido problemas de suministros, ya que es un producto 100% español.

«Es mucho más ecológico porque es un material de aquí. No es bambú, que viene de la otra parte del mundo», incide el fundador.

El próximo reto de Naifactory Lab es desarrollar una línea de muebles hecha de reolivar, para el que la tienda en la que se venderán ayudará a financiar la investigación del material.

En pleno desarrollo de negocio

Naifactory Lab, al igual que muchas startups, ha empezado tirando de los ahorros de sus fundadores, que siguen teniendo entre manos otros proyectos de decoración, escenografía y diseño. 

«Este año es el que tenemos que conseguir financiación para hacer la patente, poder investigar y hacer todas las pruebas y tests técnicos», explica Vilar, y añade la importancia que tiene encontrar un buen inversor.

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