Paul Alejandro Sánchez

Paul Alejandro Sánchez

Energía Circular

Estaban construyendo un Ferrari para cada lanzamiento, cuando era posible que un Honda Accord lo lograra.
– Elon Musk

El 30 de mayo se lanzó la primera misión espacial privada por parte de la empresa SpaceX de Elon Musk, también fundador de Tesla, que envió a dos astronautas de la NASA a la Estación Espacial Internacional. Este lanzamiento representa el primer viaje que parte desde Estados Unidos en casi una década y representa lo que algunos llaman el inicio de la carrera espacial privada. ¿Puede esto enseñarnos algunas lecciones para CFE?

Difícilmente podríamos pensar en un área más estratégica para un gobierno que su programa espacial y más aún cuando este está íntimamente ligado con una carrera armamentística e ideológica ante la amenaza percibida en tiempos de la guerra fría. Y como tal recibía fuertes sumas del presupuesto público para funcionar.

Sin embargo, en los más de 60 años de su creación el mundo ha cambiado mucho en los aspectos político, económico y social. El modelo del Estado benefactor se fue agotando, principalmente por la cantidad de recursos que requerían para sostener la estructura gubernamental, y con ello las fuertes sumas que los gobiernos podían dedicarles a estos sectores estratégicos.

Por ejemplo, el presupuesto de la NASA pasó de 43,554 millones de dólares a 22,559 millones de dólares entre 1966 y 2020 (constantes de 2014). En consecuencia, la agencia ha tenido que cerrar algunos de sus programas más emblemáticos, como el de transbordadores espaciales tripulados que operó por 30 años desde 1981 hasta 2011. En total, a través de este programa, se realizaron 135 viajes que tuvieron un costo de lanzamiento de entre 450 y 1,500 millones de dólares.

El aprendizaje más importante del lanzamiento del SpaceX Dragon es que costó 50 millones de dólares, tan solo un 10% del costo del lanzamiento más barato de los transbordadores de la NASA de tal forma que la agencia ha decidido convertirse en uno de los principales clientes de la empresa para enviar astronautas al espacio.

Es decir, que la NASA continúa desarrollando las actividades estratégicas en materia espacial y dedica sus recursos y esfuerzos donde podría obtener más valor para el país y el mundo, como la exploración remota de Marte, Júpiter y Saturno y la exploración del espacio profundo con sus satélites espaciales y deja a la iniciativa privada los lanzamientos que pueden hacer de forma más económica para la agencia.

Visto de esta forma, CFE podría aprender mucho de la NASA, concentrándose en las áreas estratégicas que le generan más valor por unidad de inversión como la transmisión, la distribución, la telemetría, el transporte y la comercialización de gas natural, entre otras, y dejar atrás aquellas metas volumétricas de generación de energía eléctrica que requieren que se mantengan en operación plantas caras, ineficientes y contaminantes como las que operan con combustóleo y carbón, reemplazando esa generación con energía limpia y renovable a bajos costos como las que obtuvo en las Subastas de Largo Plazo en beneficio de nuestra salud y nuestros bolsillos.

¿Quién sabe? Quizá en lugar de tratar de seguir reparando el mítico Vocho con presupuesto de Ferrari, CFE podría lograr más, mucho más, por todos los mexicanos, así como lo hizo la NASA.

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

Descubre más historias en Business Insider México

Síguenos en Facebook , Instagram y Twitter