• La guerra entre Rusia y Ucrania no solo se lleva a cabo en las calles, sino también en el terreno digital.
  • La ciberguerra entre ambos países lleva años; sin embargo, en esta ocasión, los efectos pueden tener graves repercusiones en los ámbitos de seguridad, economía e información.
  • Estos son los principales frentes en el campo digital donde Rusia y Ucrania pelean.
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Invariablemente, los objetivos y los medios de la guerra han evolucionado con el paso del tiempo. En la última década, se ha reportado un crecimiento desmesurado en el uso de la esfera digital como campo de batalla en los conflictos modernos. Sus efectos no cuentan con la visibilidad de los estallidos de bombas, las muertes irreparables y la decadencia de las ciudades; sin embargo, su impacto es igualmente fatal. 

Prueba de ello es la reciente invasión a Ucrania por parte de fuerzas militares rusas. Pese a que las primeras explosiones se registraron apenas hace unos días, la ciberguerra tenía ya años en marcha. En esta coyuntura particular, los efectos pueden tener graves repercusiones, particularmente en los ámbitos de seguridad, economía e información. 

Los ciberataques dirigidos contra Ucrania ya habían puesto sobre la mesa la gravedad que representan en materia de seguridad desde el año 2016, cuando un ataque atribuido a Rusia logró interrumpir la electricidad en una porción del territorio de Kiev en medio de un sórdido invierno. Estos también fueron la antesala a la invasión rusa, pues días antes se reportó el bloqueo de sitios web de distintas instituciones gubernamentales.

Estos y otros ejemplos muestran la severidad que los ataques de este tipo pueden representar para la vitalidad de un Estado. Y más aún en una escalada bélica, en donde los sectores de respuesta de emergencias, ayuda humanitaria y de servicios básicos pueden verse irreparablemente comprometidos. 

Los ciberataques son clave en la ofensiva rusa contra Ucrania

En este sentido, los ciberataques pueden jugar un papel fundamental en la ofensiva rusa en concordancia con la advertencia que vertió el presidente Vladimir Putin al anunciar la incursión militar.

En lo que se refiere a la “desmilitarización”, la estructura militar ucraniana puede ser vulnerada no solo mediante la destrucción de sus bases, sino también a través de embates contra sus sistemas de comando, control de defensa y sistemas de armas que operan digitalmente. 

Respecto a la “desnazificación” del gobierno, la difusión selectiva de información con el objeto de desmoralizar y desinformar podría llevar a la desestabilización de la actual administración ucraniana.

Y, finalmente, la advertencia sobre “consecuencias nunca antes vistas” dirigida a países aliados de Ucrania abre la posibilidad de un conflicto sin precedentes de concretarse. Cabe destacar que cualquier ataque contra la infraestructura de un país miembro de la OTAN consecuentemente provocaría la activación del artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte, en donde se establece que un ataque contra un país de la Alianza equivale a un atentado contra todos, por lo que es obligatorio responder.

Ciberataques coordinados a instituciones financieras representaría un fuerte golpe para la economía

Extrapolando esta situación al ámbito de la economía, un ataque coordinado en contra de plataformas bancarias y servicios financieros también sembraría el caos. Aunado a ello, las sanciones económicas que distintos países han implementado con el propósito de cercar el desarrollo económico y tecnológico ruso demuestran cómo el ámbito digital cobra más sentido que nunca para lograrlo. 

El ejemplo más claro es la desconexión de Rusia del sistema de pagos internacionales SWIFT. Esto ha representado un fuerte golpe, pues ninguna empresa o persona rusa podrá enviar o recibir dinero extranjero, poniendo en jaque también la viabilidad de realizar importaciones o exportaciones. Aunque se habló de una desconexión selectiva, esto necesariamente genera daños colaterales a nivel global, con efectos particularmente nocivos en Europa al correr el riesgo de no poder recibir importaciones de petróleo, gas o metales provenientes de Rusia. 

En este sentido, la importancia del ámbito digital se refleja no solo en la naturaleza de las sanciones, sino también en la escapatoria de ellas por este mismo medio. Por un lado, Rusia tiene otras opciones de plataformas de pagos internacionales, tanto propias como extranjeras, aunque todavía no cuentan con una estructura equiparable a la de SWIFT. Por otro lado, ya se habla del uso de criptomonedas para evadir sanciones al continuar el comercio exterior con aquellos países que acepten este método de pago. 

La desinformación digital como herramienta de guerra

Finalmente, la desinformación digital también es una importante herramienta de guerra. Actualmente la vemos materializada a través de propaganda estatal o la diseminación de materiales digitales manipulados. No es gratuito que diversos países occidentales hayan prohibido la transmisión de medios rusos, o que Rusia haya prohibido la operación de algunas redes sociales a nivel nacional. 

La gravedad de esto no solo se refleja en mayor polarización y desinformación social, sino que puede cobrar efectos de mayor gravedad. Por ejemplo, los materiales tergiversados pueden utilizarse como pretexto para justificar una escalada del conflicto o el envío de un número mayor de tropas.

Así mismo, la guerra digital fácilmente puede trasladarse a otras latitudes, buscando afectar a otros actores relevantes en el conflicto. En Estados Unidos no debe olvidarse el papel que tuvo Rusia en la difusión de información falsa durante las elecciones presidenciales en 2016. 

Si bien los efectos de la ciberguerra en este escenario de crisis preocupan enormemente, también abren la posibilidad a la reflexión y a la acción en este ámbito.

Primeramente, de hacer conciencia y exigir la garantía de los derechos digitales de la población al garantizar el acceso a la información y a la libertad de expresión en este medio.

Así mismo, pone sobre la mesa la inminente necesidad de que los Estados reconozcan la inversión económica y estructural en materia de seguridad como un tema prioritario. Finalmente, también abre un debate sobre la necesidad de, pese a los desafíos, contar con una mayor regulación en el uso de herramientas digitales en contextos de guerra.

*Raquel López-Portillo Maltos es asociada del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi)

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