• Keiko es, hasta ahora, la única ballena que ha sido liberada después de pasar una vida entera bajo cuidado humano. Pero su liberación no fue exitosa.
  • La estrella de "Liberen a Willy" nunca logró adaptarse al ambiente salvaje y murió a los pocos meses en libertad.
  • Sylvia Torner, especialista en condicionamiento animal y exentrenadora de Keiko en México, habló con Business Insider México de esta difícil historia.
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La película “Liberen a Willy” tiene un final feliz: la orca salta hacia su libertad y se pierde en el horizonte a lo que, asumimos, es el inicio de una larga vida en el océano. Pero Keiko, la ballena que dio vida a Willy, no tuvo ese final de película: fue liberada en contra de la opinión de los expertos y murió en soledad a los pocos meses, pues no supo adaptarse al entorno salvaje.

Keiko era una orca macho que fue capturada a finales de la década de los 70 en Islandia. Vivió en Canadá antes de llegar a México en 1986, al parque de diversiones Reino Aventura (hoy Six Flags México). Ahí, fue entrenada por Sylvia Torner, hoy etóloga y especialista en condicionamiento animal, quien conversó con Business Insider México sobre sus experiencias con la ballena.

“Él fue mi maestro más que yo su entrenadora. Me gusta haber tenido el honor de trabajar con una ballena tan famosa, y no porque fuera famosa, sino porque puedo transmitir esta historia. Hay una frase que dice: quien desconoce la historia está condenado a repetirla. Y no se puede repetir la historia de Keiko, porque fue terrible”, comenta Torner.

Con apenas 16 años, Sylvia se volvió una de las principales entrenadoras de Keiko. Ella recuerda que el tanque donde se encontraba la ballena le fue quedando chico a medida que crecía. Y es que, en realidad, se trataba de un espacio construido para albergar delfines, no a una orca asesina.

Keiko en uno de sus shows en Reino Aventura, México. Foto: Cortesía Sylvia Torner
Keiko en uno de sus shows en Reino Aventura, México. Foto: Cortesía Sylvia Torner

Por este motivo, se planteó que la orca fuera trasladada a Sea World, en San Diego, Estados Unidos. No obstante, el personal de Sea World decidió no concretar el traslado, pues Keiko tenía lesiones en la piel provocadas por un papiloma, y temió que pudiera contagiar a las otras orcas del parque estadounidense. Sylvia recuerda que la ballena tenía estas lesiones desde que llegó a México y que un equipo de científicos mexicanos logró tratar exitosamente el virus. 

“El doctor José Luis Solórzano Velasco, que es el veterinario que estuvo con Keiko de principio a fin, pudo aislar el virus de ese papiloma. Si bien no pudieron erradicarlo, lo aislaron de tal manera que ya no siguieron creciendo las lesiones”, asegura.

La ballena Keiko en 1998. Foto: Wikipedia Commons
La ballena Keiko en 1998. Foto: Wikipedia Commons

De “Liberen a Willy” a “Liberen a Keiko”

Para principios de la década de 1990, la productora Warner Bros se acercó al parque Reino Aventura para concretar la participación de Keiko en la película “Liberen a Willy”. De acuerdo con Sylvia, la idea original era que, con el dinero recaudado de la película, se construyera un orcario profundo y moderno para albergar a Keiko. 

El guion de la película preocupó a los cuidadores de Keiko, pues mandaba el mensaje de que una ballena que pasó tantos años bajo cuidado humano podría ser liberada sin mayores consecuencias. A pesar de esta primera advertencia, la película fue estrenada en 1993 y fue un éxito en taquilla; recaudó más de 77 millones de dólares, de acuerdo con datos de Box Office Mojo.

Póster de la película "Liberen a Willy". Foto: HBO Max
Póster de la película «Liberen a Willy». Foto: HBO Max

El mensaje de la película impactó demasiado en la opinión pública y “Liberen a Willy” se convirtió en el reclamo “Liberen a Keiko”. “No había redes sociales, y aún así eran cientos y cientos de cartas a diario y dibujos de niños que pedían que liberaran a la ballena”, comenta Sylvia.

Pese a ello, el equipo al cuidado de Keiko se opuso a su liberación, esto porque sabía que la ballena no sería capaz de sobrevivir a la vida silvestre tras más de 20 años bajo cuidado humano. 

La jubilación que no fue

Ante la presión de la opinión pública, y con el apoyo del activista David Phillips de la Fundación “Free Willy/Keiko”, la ballena se trasladó al acuario de la Costa de Oregon en Newport donde dejaría de dar shows y sería “jubilada” en una gran piscina con agua natural. Incluso, de acuerdo con Sylvia, se planteó la posibilidad de trasladar a Lolita — una orca hembra del Miami Seaquarium— para que viviera con Keiko. 

Keiko en uno de sus traslados. Foto: Wikipedia Commons
Keiko en uno de sus traslados. Foto: Wikipedia Commons

“Aunque se luchó muchísimo (para que Keiko) no saliera de Oregon —ese lugar que era un santuario para él— la gente seguía insistiendo que se tenía que liberar. ¡Qué injusto y qué irresponsable es que una decisión de vida o muerte se haya dejado en manos del público! A los expertos no nos tomaron la palabra”, lamenta Sylvia.

El reclamo de “Liberen a Keiko” no solo detuvo los planes de jubilación de Keiko, también suspendió en ese entonces el traslado a Oregon de la orca Lolita. Lolita lleva más de 50 años en cautiverio, en un estanque más pequeño que el que tenía Keiko en Reino Aventura. A principios de abril de 2023, se anunció que sería liberada en el mar, a pesar de las preocupaciones de veterinarios.

Una fallida liberación que llevó a la muerte de Keiko

En 1997, comenzó el arduo proceso para liberar a Keiko en la costa de Islandia, donde había sido capturado más de 20 años atrás. En palabras de Torner: para la mayoría de las personas que exigieron que se dejara libre, la historia de Keiko terminó aquí. Pero para la orca, apenas iniciaba el periodo más duro de su vida.

Esto debido a que la liberación de Keiko no pudo ser más alejada de lo que vimos en el cine con “Liberen a Willy”: la ballena se rehusaba a nadar lejos de los humanos, además de que las manadas de orcas lo rechazaban y le daban coletazos. 

“Le abrieron las puertas y Keiko no se iba. Pasaban los grupos de ballenas y lo rechazaban. Jamás aprendió a cazar su propio alimento. Y aun así querían que se juntara con un grupo de ballenas; pero, por más que intentaban, no pasaba”, comenta Sylvia.

Tras años de intentarlo, Keiko nadó con una manada de orcas y se perdió de vista. La señal del GPS que tenía lo ubicó cerca de Noruega. Pero un mes después, Keiko fue visto en las playas jugando con humanos. 

“Lo encontraron muy flaco y buscando contacto humano. Seguía fracasando el proyecto: no podía ser liberado. Era libre sin ser libre. Se acercaba a donde había casas y veía humanos en los muelles. Hay fotos de personas que se metieron a nadar con él, y Keiko feliz. La cuestión era que seguía buscando humanos. En su mente, esa era su familia”, enfatiza Torner.

Keiko en la costa de Noruega en 2002. Foto: Cortesía
Keiko en la costa de Noruega en 2002. Foto: Cortesía

Además, la insistencia de Keiko por permanecer cerca de los humanos afectó la pesca de los países nórdicos. “Los pescadores estaban muy enojados porque Keiko se acercaba a los barcos y les espantaba la pesca. No se comía a los peces —porque no sabía—, pero les espantaba la pesca. Incluso, varios pescadores amenazaron con matarlo”, dijo Torner.

El 12 de diciembre de 2003, Keiko fue encontrado muerto. La causa oficial de muerte fue neumonía; sin embargo, no se le realizó una necropsia ni existen fotos que den idea de en qué condiciones estaba cuando murió. Su tumba-memorial se encuentra en Noruega.

La tumba de Keiko en Halsa, Noruega. Foto: Reddit
La tumba de Keiko en Halsa, Noruega. Foto: Reddit

“Nunca realmente estuvo libre. Yo siento que se murió confundido. Para no antropomorfizar, no puedo decir que triste, pero sí abandonado, solo; sin su verdadera familia y sin entender por qué sus humanos ya no estaban”, lamenta Sylvia.

Las lecciones del trágico viaje de Keiko

“La historia de Keiko era una crónica de una muerte anunciada, porque sí se sabía lo que podía pasar. No fue una decisión tomada por expertos: fue una decisión tomada por la presión social y eso que no había redes sociales. Y es una pena porque es la vida de un ser”, asegura Sylvia.

La veterinaria asegura que los expertos nunca han rechazado que los animales deban estar en su entorno salvaje, pero sí que la decisión de liberarlos se tome a la ligera y sin considerar las consecuencias.

“La gente, con la mano en la cintura, cree que es muy fácil pedir que liberen a los animales. Pero se tienen que considerar un montón de cosas, sobre todo el tiempo que un animal ya permaneció bajo cuidado humano”.

Y aunque no se ha liberado otra orca desde Keiko, en México, en 2015, se aprobó una reforma de ley que prohibió los circos con animales. No existe un registro de qué ocurrió con los animales liberados de esos circos, y Sylvia no descarta que la mayoría hayan muerto.

“Más de la mitad de esos animales murieron abandonados en transportadoras en la carretera. Murieron por una decisión que no fue bien planeada”, puntualiza la veterinaria. “La reacción de la gente fue celebrar que ya no hay circos, como con Keiko, que festejaron su liberación. No es mala idea eliminar los espectáculos a largo plazo, pero se debe hacer un plan más progresivo”, asegura.

Y más que un frente encontrando entre cuidadores y animalistas, Torner recomienda dialogar y tomar en cuenta la opinión de los equipos interdisciplinarios que se dedican al cuidado y bienestar animal.

“Yo entiendo que la intención de los animalistas es muy buena. La gente que está allá afuera ama a los animales, igual que yo. Pero al no tomar en cuenta a los expertos pueden dañar y perjudicar terriblemente a esos animales que tanto aman”, advierte.

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