• Uno de los primeros sonidos que emitimos al nacer no es "mamá" o "agua".
  • El grito es parte de nuestra esencia no solo cuando somos bebés, sino a través de la historia de la humanidad.
  • En entrevista para Business Insider México, Ana Lidia M. Domínguez Ruiz, detalla su investigación sobre esta acción.
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Un grito inicia tu vida o puede cambiarla radicalmente. Detente un momento y piensa en qué instantes alzaste la voz. Es posible que hoy lo hicieras y no le tomaras tanta importancia.

Hay canciones dedicadas a esa acción o que la mencionan en su lírica (el Himno Nacional mexicano es una muestra) e instantes en la literatura donde expone una personalidad o escena contundente de la historia.

Gritar va más allá del timbre que tenemos; el mensaje que quieres dar, la intención y hasta el contexto en el que estés determinarán la relevancia de ese acto.

¿Sabías que hay guerras que se gestaron y concluyeron de esa manera? ¿Conocías que existen culturas donde los gritos significan algo más que un sonido fuerte?

Estos y otros aspectos son abordados por la antropóloga Ana Lidia M. Domínguez Ruiz en su libro «Una historia cultural del grito» (Taurus, 2022). En entrevista para Business Insider México, da los pormenores de esta investigación.

El descubrimiento y la sorpresa

La autora forjó esta obra a lo largo de seis años. Al inicio, se trataría de un artículo sobre violencia acústica, pero debido a los casos y fuentes abordadas, se convirtió en un texto de largo aliento.

«Se me ocurrió escribir (el libro) cuando iba pasando por una escuela, específicamente por debajo de la ventana de un salón, donde había bullicio de niños gritando y una maestra tratando de callarlos (de la misma manera). Empecé a escribir sobre el grito como forma de violencia, como mecanismo de imposición de disciplina en las escuelas, en las casas, en el Ejército y diversas instituciones», detalla.

Conforme avanzó en su investigación, la experta en investigaciones relacionadas con la acústica halló más usos y significados de gritar.

Lo primero que encontré «fue el grito de guerra, de (conflictos) que se ganaron a gritos. Eso me sorprendió y me adentré en el tema (…). (También) es un texto producto de mi propio descubrimiento (…); está bien logrado el efecto: quería comunicar mi sorpresa a los lectores. Hay cosas que no esperaba escribir y fueron apareciendo», agrega.

Al «rescate» del grito

Hay de gritos a gritos, pero sin importar si son los de Debbie Wolowitz, la madre de Howard Wolowitz en «The Big Band Theory» o los que nos indican que hay algún peligro, esta acción suele ser descartada en los estudios de personas expertas.

«Mi reflexión como antropóloga era que, a pesar de que los humanos tenemos cosas horrorosas, contamos con una capacidad creativa muy interesante. Por ejemplo, cómo hacer que (el grito), que ha sido considerado una especie de basura en la producción de la comunicación, pueda tener tanta riqueza de usos», destaca Domínguez Ruiz.

Para ello, la autora recabó información de diccionarios, textos académicos y más. Esto lo unió y presentó a lo largo de cinco capítulos.

«A la par de estos retazos de historia, iba articulando un pensamiento sobre la voz. Al final, este trabajo tiene que ver con ella (…), como una de las primeras cosas que escuchamos; es un sonido a través del que se nos cuentan historias, se nos educa, transmitimos afectos», asevera.

Una historia en común

Durante la investigación para elaborar «Una historia cultural del grito», Domínguez Ruiz encontró, además de datos interesantes que nos invitan a continuar aprendiendo sobre el tema, un cúmulo de anécdotas.

«En el camino, a todo el mundo le dije que estaba escribiendo un libro. La gente llegaba a contarme historias sobre gritos; me decía que nunca había pensado (en eso). Todos tenemos (anécdotas) relacionadas», afirma.

Entre los casos que rememora, están los de las personas que les prohibieron gritar en casa, quienes lo hacen por flojera para levantarse e ir a un sitio, quienes aman alzar la voz y, algunas más, que detectaron su contención emocional.

«Querían contar su experiencia y fue muy interesante porque, aunque es un trabajo histórico, donde las revisiones son muy lejanas, también está la necesidad de la gente de hablar sobre el grito. Nos deja claro que es un tema muy actual. Uno de los (rubros) que destaco es el de la función catártica como una suerte de reaparición; un poco banalizado, pero hay vacaciones para que vayas a gritar o yoga para eso. Hay una especie de latencia de esta práctica que, por alguna razón, se vuelve a movilizar; las personas quieren expresar sus emociones en voz alta», precisa.

¿Cómo adentrarnos en los «secretos» que esconde gritar?

Un ejemplo de cómo adentrarnos en entender el acto de gritar es en los deportes.

Por ejemplo, el penal que detuvo Guillermo Ochoa, portero de la Selección Mexicana, en el partido de la escuadra nacional contra Polonia (el primero en Qatar 2022), causó emoción y júbilo en sus simpatizantes.

Detrás de la contención del grito, que analizo en varios momentos, está la represión de esas emociones, para bien y para mal. (En ese instante del partido, se dio) la posibilidad de encontrar un espacio para dar ‘rienda suelta’ a las emociones; fue un despliegue de energía súper hermoso», comenta la autora.

Para ella, otro «camino» para entenderlo y explicarlo hasta a los niños es a través de las onomatopeyas y los sonidos de la naturaleza.

«Muchos de estos sistemas de llamados imitan las voces de los animales, en primero lugar, para que se puedan comunicar con ellos. (También se puede pensar en estas vías) implementadas antes de la telefonía por cable, donde la gente se comunica de una montaña a otra. (Otro rubro) es la historia del canto, con el fin de reflexionar sobre la propia voz y las posibilidades de la comunicación», asegura.

El objetivo de «Una historia cultural del grito»

Para Domínguez Ruiz, escribir «Una historia cultural del grito» fue hacer «zoom» en un tema del que no esperaba obtener nada, pero que es una vía para explorar más tópicos, contextos y tiempos.

«Una de las cosas que me complacería mucho (es que el público) se cuestione, que analice el aspecto de la violencia. Detrás de mi libro también hay una crítica al grito; es dimensionar una práctica desde una perspectiva, pero tiene muchas más», considera.

Una de estas aristas, de acuerdo con la antropóloga, es la relacionada con los sentimientos.

«Lo veo cuando alguien empieza a llorar; uno lo quiere tranquilizar inmediatamente, pero no por la persona, sino por nosotros mismos. No sabemos qué hacer con la gente que se desborda en llanto, en alegría. Eso nos habla de cómo en la cultura occidental hemos expulsado las emociones y los afectos (de nuestras expresiones)», apunta.

Entre las muestras de cariño, comenta que no existen espacios para hacerlo y mucho menos, donde se pueda gritar con libertad, salvo en el estadio, en las luchas o en los conciertos.

«No hay lugar para el desahogo, salvo haciendo viajes carísimos para eso. Una de las cuestiones que me gustó descubrir en mi (estudio), fueron otras tradiciones culturales donde el grito no está patologizado, especialmente en prácticas rituales para la comunidad que necesita liberar algún pesar o constreñimiento. Hagamos un espacio en nuestras vidas para liberar nuestras energías», concluye.

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