• La generación Z es la más nueva en el mundo laboral.
  • Sin embargo, sus integrantes han marcado la pauta en las condiciones laborales, políticas y hasta sociales.
  • Esta es la razón por la que tienen tanto recelo hacia las autoridades.
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¿Alguien mayor de 25 años merece nuestra confianza?». Con esa pregunta, la columnista de tecnología de The Washington Post, Taylor Lorenz, inició un panel reciente del Instituto Aspen titulado «¿Puede la generación Z confiar en los mayores?«

Es una pregunta justa. La confianza menguante del público no se limita al descontento con el gobierno a nivel mundial. La última encuesta de Gallup encontró que, por ejemplo, los estadounidenses tenían menos confianza en todas las instituciones sociales importantes, desde el ejército y la policía hasta las escuelas públicas y la religión.

Mientras el mundo pasa por ese instante, los jóvenes parecen especialmente descontentos. En general, los miembros de la generación Z están menos inclinados a confiar en las principales instituciones que sus mayores. 

Tampoco parece dispuesta a confiar en las instituciones económicas. Una encuesta de Morning Consult encontró que los adultos jóvenes de hoy eran más propensos que los del pasado a decir que las compañías y las marcas tenían que ganarse su confianza. 

Una generación Z con recelo hasta consigo misma

Los sentimientos de desconfianza no se limitan a las instituciones y organizaciones: los adultos jóvenes también tienen niveles mucho más bajos de confianza interpersonal.

Un informe del Pew Research Center de 2019 encontró que los adultos jóvenes eran mucho más propensos que los mayores a ver a otras personas como egoístas, explotadoras e indignas de confianza. 

El 60% de los adultos jóvenes indicaron que «no se puede confiar en la mayoría de las personas». Es una opinión compartida por solo 29% de las personas mayores. 

Al menos en un sentido, esto no es nuevo. A través de generaciones, las personas más jóvenes expresan consistentemente niveles más bajos de confianza que los mayores. 

Y no está claro que los sentimientos de recelo representen una condición permanente. La experiencia de la Guerra de Vietnam sembró profundas dudas sobre el ejército estadounidense entre muchos baby boomers. No obstante, la mayoría tienen un gran respeto por los militares en estos días.

Pero hay buenas razones para dudar de que la generación Z inevitablemente se volverá más confiada a medida que sus miembros envejezcan. 

La gerontocracia envejecida, la severa polarización política y la fractura de la sociedad son obstáculos para el crecimiento de la confianza a largo plazo. 

Además, la influencia omnipresente de la tecnología y las redes sociales ha socavado la autoridad de las instituciones tradicionales como depositarias principales de nuestro conocimiento colectivo y amplifica los comportamientos antisociales. 

Suma todos estos factores y parece que la generación Z se volverá cada vez más desconfiada de manera permanente.

¿Por qué la generación Z no confía en nadie?

La primera fuente de los problemas de confianza de la generación Z es que no creen que las instituciones, que son los componentes básicos de la vida en el mundo, estén haciendo algo por ellos. 

La polarización política ha alcanzado niveles récord, lo que significa que se está haciendo poco, por ejemplo, en Estados Unidos. 

Estudios previos han demostrado que la confianza social es mayor «cuando hay más acuerdo que desacuerdo entre los ciudadanos sobre valores clave; por ejemplo, el gobierno y cuestiones morales». Esto mientras que «la disimilitud y la discordia, por el contrario, generan sentimientos de desconfianza».

En los temas que más preocupan a los jóvenes (política de armas, la crisis climática, los costos «explosivos» de la educación), hay poca evidencia de progreso

Y la mayoría de los trabajadores más jóvenes no esperan que el Seguro Social haga mucho por ellos cuando se jubilen. 

Una erosión sin precedentes

El hecho de no abordar estos problemas está erosionando la fe en el sistema político y en los propios partidos. 

Tal vez no sea sorprendente que un número creciente de adultos jóvenes sean políticamente independientes y eviten los partidos políticos principales de los diversos países.

A medida que las instituciones no abordan las preocupaciones o necesidades de la generación Z, los jóvenes desconfían especialmente de estos pilares porque quienes están en el poder simplemente no pueden relacionarse con ellos.

Cada generación de jóvenes en algún momento siente que las personas mayores no los entienden. Pero los líderes de las instituciones en la cultura, los negocios y el gobierno nunca han sido mayores.

Esto introduce una brecha de edad sin precedentes entre los jóvenes y las personas que controlan las palancas del poder en sus vidas. Para muchos miembros de la generación Z, esta diferencia es difícil de ignorar. 

En una entrevista reciente con The New York Times, Alexandra Chadwick, de 22 años, preguntó: «¿Cómo vas a liderar con precisión a tu país si tu mente todavía está estancada hace 50, 60 o 70 años?».

Pero no son solo unos pocos años más los que separan a los jóvenes de sus líderes.

Las personas también son mucho más diversas en cuanto a raza y etnia, religión e identidad sexual que sus funcionarios electos, por lo que es menos probable que se vean reflejados en las personas a cargo. 

Lo mismo ocurre con los líderes empresariales y los directores ejecutivos.

Quizás esta brecha ayude a explicar por qué pocos jóvenes creen que se respetan los derechos de las personas que no son como ellos, una opinión que los mayores, especialmente en Estados Unidos, no comparten.

Crecer en una era de desconfianza

Puede que se necesite un pueblo para criar a un niño, pero los integrantes de la generación Z han sido participantes poco frecuentes en muchas de las actividades responsables de construir capital social y confianza en las instituciones. 

Sus padres han priorizado el logro personal y la individualidad, a menudo a expensas de las actividades sociales, como las comidas familiares regulares

Los adultos jóvenes de hoy tienen tasas más bajas de participación en deportes juveniles; también estuvieron menos involucrados en la vida religiosa durante sus años de formación que las generaciones pasadas. Y en comparación con las generaciones anteriores, crecieron mucho más solos.

Estas personas están entrando en un panorama económico cada vez más incierto. La receta para la seguridad financiera y la estabilidad económica, una combinación de trabajo duro, perseverancia y educación, ya no es suficiente para salir adelante. 

Los jóvenes que «han hecho todo bien» terminan agotados en el trabajo, estresados ​, desconectados de sus empleadores y preocupados por su futuro financiero

La generación Z, particularmente los hombres jóvenes, también dudan de los beneficios de un título universitario. 

Según una encuesta reciente de Walton Family Foundation y Murmuration, muchos miembros sienten que sus escuelas los decepcionaron y no los prepararon para el futuro.

Las redes sociales

La generación Z, más que cualquier otra, depende de las redes sociales para obtener conocimientos sobre política, salud y otros temas importantes. 

Cada vez que los jóvenes inician sesión, son recibidos por una avalancha de afirmaciones engañosas, noticias falsas y teorías de conspiración, lo que hace que la sospecha sea una habilidad de supervivencia necesaria. 

Otro efecto secundario de la era de internet es su capacidad para difundir ejemplos de mala conducta. 

Los algoritmos de las redes sociales están excepcionalmente bien diseñados para amplificar los actos de comportamiento antisocial. Dan lugar a declaraciones divisivas y caóticas, distorsionan las opiniones de los jóvenes sobre quienes los rodean y dañan su salud mental

Es una experiencia muy común para muchos jóvenes ser testigos regulares de cómo su sacerdote local, funcionario electo o pariente pierde los estribos en línea. 

Para los adultos jóvenes, estas experiencias en línea ayudan a dar forma a sus puntos de vista sobre las instituciones que los rodean y las personas que se supone que son depositarios de su confianza.

¿Un rayo de luz? 

Es difícil ser optimista cuando observas el estado de la confianza social en cualquier país, pero hay un par de puntos brillantes que pueden apuntar a un futuro mejor. 

Por un lado, no está claro que la disminución de la confianza institucional sea un fenómeno permanente. 

Los politólogos Paul Gronke y Timothy Cook argumentaron en 2005 que los bajos niveles de confianza informados en las encuestas no indicaban sentimientos generalizados de desconfianza y alienación. Más bien, dijeron que creían que era solo un reflejo de los arreglos sociales y políticos. 

“En cambio, sugerimos que la baja confianza en el gobierno y en las instituciones reflejan escepticismo, una falta de voluntad para suponer que las autoridades políticas deberían tener el beneficio de la duda”, escribieron. 

Puede ser un trabajo pesado, pero si los políticos son capaces de responder mejor a las necesidades de los jóvenes y las divisiones políticas pueden cerrarse, la reparación de la confianza no está totalmente descartada.

Otro tipo de confianza

La confianza institucional e interpersonal de la generación Z puede ser baja, pero es posible que otra manera siga siendo bastante alta. 

La economía colaborativa permite a los jóvenes acceder a la sabiduría de las multitudes como nunca antes. 

En lugar de confiar en la palabra de una o dos personas, pueden depositar su confianza en el conjunto, basando sus decisiones en las experiencias y opiniones de los demás. 

Es posible que los jóvenes no confíen en Amazon como corporación, pero le dan mucha importancia a un producto que tiene una calificación promedio de 4.9 estrellas con más de 10,000 compras. 

Ya sea para quedarse en la casa de alguien o elegir un restaurante, los jóvenes se sienten bastante cómodos confiando en la experiencia y las opiniones de personas que nunca han conocido.

Finalmente, es posible que la generación Z tenga menos confianza porque sus miembros simplemente no la necesitan. 

Una gran cantidad de información accesible al instante ha hecho que sea más fácil que nunca confirmar afirmaciones y validar argumentos. Según un informe de Edelman, siete de cada 10 miembros de ese grupo dicen que «verificarán los hechos» de cualquier afirmación realizada por una empresa o anunciante. Se sienten muy cómodos investigando y encontrando respuestas por sí mismos.

Los jóvenes tienen motivos para ser escépticos. En el evento del Instituto Aspen, Aidan Kohn-Murphy, de 18 años, declaró que la gente no debería sorprenderse de que los jóvenes se sintieran desanimados por la manera en que iban las cosas en sus naciones. «

Si quieres entender por qué los jóvenes están tan deprimidos, con el debido respeto, mira a tu alrededor», concluyó.

Daniel Cox es director del Centro de Encuestas sobre la Vida Estadounidense e investigador en encuestas y opinión pública en el Instituto American Enterprise.

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