• Las producciones originales de Netflix, aplaudidas por la generación de empleo y la apuesta por el talento, se han convertido en una necesidad para la compañía ante tantísima competencia que disminuye las licencias de contenidos.
  • Los creadores suelen recibir el dinero por adelantado, pero a cambio el show pasa a quedar en manos de Netflix, sin backends por reemisiones en segundas ventanas o regalías por reproducción.
  • Esta manera de entender el pago a creadores choca frontalmente con la tradición europea, como puso en manifiesto Michaela Coel, quien rechazó un millón de dólares por producir “I may destroy you” ante la imposibilidad de negociar cualquier tipo de porcentaje de los derechos de autor.
  • Sin embargo, esta práctica puede tener los días contados gracias a una normativa europea con la que Netflix deberá pagar regalías al equipo creativo cuando una serie alcance determinadas métricas de audiencia.

Netflix podría destruirte. La plataforma streaming debutó en la producción de contenido original en 2013. Desde entonces, el volumen de inversión dedicado a esta actividad no ha parado de crecer.

Ahora, con tantísima competencia que reduce la cantidad de las licencias de contenidos, producir contenido original se ha convertido en una auténtica necesidad.

Los Netflix Originals se reciben, desde sus orígenes, con sentimientos encontrados por parte de la comunidad creativa. Se aplaude la apuesta por el talento, las grandes inversiones de capital y la generación de empleo.

No obstante, también se reclama una relación entre la compañía y los creadores más equitativa y transparente.

Sabemos que las cifras que ofrecen a estos para producir en exclusiva para la plataforma son importantes pero, ¿somos conscientes del precio que paga el creador por trabajar con Netflix?

El precio de crear una serie original para Netflix

La duda salió a flote luego de una serie de declaraciones que hizo Michaela Coel, creadora de “Chewing Gum” y “I may destroy you”, a Vulture.

Coel, cuyos trabajos anteriores formaban parte del catálogo de la compañía, declaró haber rechazado una oferta de un millón de dólares (mdd), cantidad que Netflix le había ofrecido por producir “I may destroy you” para ellos.

De haberla aceptado, la serie se habría convertido en un Netflix Original, lo que habría implicado que la creadora renunciara completamente a sus derechos sobre la serie.

Coel aseguró que trató de renegociar el contrato. Les propuso que le permitieran quedarse con 5% de los derechos de autor sobre el programa de —porcentaje que estuvo dispuesta reducir hasta un 0.5%—, pero se encontró, según sus propias palabras, con un muro de silencio.

La respuesta fue tajante: así no es como se hacen las cosas con Netflix. Después de este tira y afloja, decidió rechazar la jugosa oferta económica y despidió a su agencia de representación en Estados Unidos por no defender sus intereses.

Al final, “I may destroy you” fue producida gracias a la BBC y a HBO, quienes dieron a Coel lo que quería: control creativo sobre su serie, un lugar en la mesa de producción y sus correspondientes derechos de autor.

Las ventajas y desventajas de renunciar a los derechos de autor de una serie

Este es tan solo un ejemplo de las consecuencias que tiene para los creadores trabajar con Netflix, que sigue la práctica de la producción audiovisual Norteamericana. Allí, la propiedad de la ficción pasa a manos de quien pone el dinero.

Las grandes sumas que la plataforma streaming desembolsa para asegurar talento, ya sea consolidado o emergente, se justifica porque comportan una ventaja evidente: les da un control total sobre el producto.

Para los creadores también es una oportunidad para sacar sus proyectos adelante y de trabajar, según declaraciones de algunos de los showrunners que han desarrollado proyectos para Netflix, en un entorno único de libertad creativa, sin las limitaciones de la televisión convencional.

Además, tiene un impacto significativo en términos de potencial comercial, ya que la plataforma ofrece un mercado global.

Por otro lado, si la serie tiene éxito, los creadores se benefician con “publicidad” que los ayuda a generar notoriedad.

Sin embargo, todo esto tiene un precio: el show deja de ser suyo.

De alguna manera esto los protege de un fracaso — porque reciben el dinero por adelantado —, pero los sitúa en una posición de desventaja, ya que si el programa es un éxito no tienen ganancias adicionales al uso de la explotación tradicional, donde cada nueva ventana o reproducción genera beneficios para el creador.

Los famosos backends por reemisiones en segundas ventanas o regalías por reproducción están siendo desplazados por los adelantos dentro de la nueva economía del streaming.

Incluso en el caso de nombres como Shonda Rhimes o Ryan Murphy, a los que han pagado sumas millonarias, los beneficios que podrían embolsarse dentro del circuito televisivo tradicional serían muy superiores

Internamente, la renuncia a los derechos de autor se maquilla no solo con grandes cifras por adelantado.

Lo que también se hace es agregar cláusulas que prevén una suerte de prima cuando las series llegan a una determinada temporada, normalmente a partir de la cuarta, lo que en realidad explica por qué muchos programas no pasan de la tercera temporada.

Esta manera de entender el pago a creadores choca frontalmente con la tradición europea — de la que forma parte Michaela Coel —, donde la cultura de protección de los derechos de autor está fuertemente arraigada.

La situación cambiará para Netflix en la Unión Europea

La situación está a punto de complicarse para Netflix en la Unión Europea, ya que los Estados miembros comenzaron a transponer la directiva 2019/790 sobre derechos de autor y derechos afines en el mercado único digital.

De acuerdo con la nueva normativa, Netflix deberá a pagar regalías al equipo creativo de los contenidos originales producidos dentro del territorio cuando un programa alcance 10 millones de cuentas que hayan reproducido 90% de la serie o película. Si esta cifra se logra más de una vez, generará nuevos pagos.

Con esta medida — que ya están en marcha en países como Alemania y Suecia —, se espera reequilibrar la posición de la comunidad creativa en sus negociaciones con grandes compañías globales.

Además, abrirá una puerta a un mejor conocimiento del funcionamiento de programas dentro de las plataformas.

No hay que olvidar que, hasta ahora, como no se liquidaban las regalías, Netflix no tenía la obligación de reportar cifras — ni siquiera a los creadores — que permitieran cuantificar el éxito de las producciones dentro del servicio.

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