• Margarita Álvarez es la fundadora del Instituto de la Felicidad de Coca-Cola y exresponsable de comunicación y marketing de Adecco.
  • "Las empresas necesitan que la gente sea feliz y disfrute cada día con lo que hace", sostiene.
  • Actualmente Álvarez es la secretaria general del Observatorio de Innovación en el Empleo (OIE).

A menudo, las empresas obvian una cuestión básica a la hora de gestionar su imagen: un alto nivel de engagement por parte de sus empleados es imprescindible para lograr el éxito; parte de ello es que disfruten su trabajo. Y eso pasa por conseguir algo tan intangible como su felicidad.

Quién mejor para explicarlo que Margarita Álvarez, fundadora del Instituto de la Felicidad de Coca-Cola: «Las empresas necesitan que la gente sea feliz y disfrute cada día con lo que hace».

De su experiencia en Coca-Cola y Adecco aprendió que las empresas tienen que estar en continuo movimiento: «tenemos que hacer, crear, cambiar, aprender y experimentar. Tenemos que contar con intraemprendedores que quieran constantemente crecer y evolucionar. La cultura de la empresa tiene que aceptar sus errores para asegurar que las personas sientan el proyecto como propio y tomen decisiones y actúen. Y que es importante la transparencia hacia dentro, pero también hacia fuera».

Transparencia, una idea que repite en varias ocasiones para referirse a la base de la comunicación tanto interna como externa de una compañía, independientemente de su tamaño o sector.

«Las empresas tenemos que ser de verdad. Lo que comunicamos tiene que ser de verdad porque si no, se nos cacha fácilmente. La transparencia y la cercanía son vitales para las pequeñas, las medianas y las grandes empresas», sostiene.

«Lo importante es comunicar nuestra esencia, aquello que enseña nuestra alma a los clientes, consumidores, medios y sociedad en general. Y tener claro que hay que hacer las cosas bien y que otros las cuenten. Contarlas nosotros es mucho menos creíble», añade.

«Me interesa hablar de personas o de talento, sin edad y sin género»

Por otra parte, Álvarez —que también es exresponsable de comunicación y marketing de Adecco— evita hablar de machismo en el mundo empresarial, al menos en su experiencia. «Nunca he pensado más que en esforzarme y disfrutar. He sido una auténtica privilegiada», resume.

Prefiere «hablar de personas», en lugar de centrarse en las diferencias salariales o la brecha de género entre hombres y mujeres.

«No me interesan las diferencias entre hombres y mujeres como no me interesan las diferencias entre altos y bajos. Me interesan las personas con sus diferencias y con sus igualdades; hablar de personas o de talento, sin edad y sin género», explica.

«Organizaciones como Trivu, que abordan el talento desde una visión joven pero muy diversa, me hacen pensar que hay esperanza. Muchas veces diferenciamos por género mientras luchamos por lo contrario», en su opinión.

«Veo empresas que tienen medidas de conciliación para mujeres. La flexibilidad tenemos que defenderla para todos, para ellos y ellas. Eso nos llevaría a hablar de personas. Y dejar de perpetuar tópicos de un género o de otro también permitiría que las nuevas generaciones no hereden prejuicios que nos limitan a todos», sostiene.

Y precisamente las nuevas generaciones son uno de los segmentos poblacionales que más le preocupan. Por eso, desde su liderazgo en el Observatorio de Innovación en el Empleo (OIE) apuesta por iniciativas para «mejorar la situación de colectivos que encuentran más dificultades a la hora de incorporarse o reincorporase al entorno laboral».

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