• La conciencia social, el altruismo y la generosidad son afectados por la falta de sueño, de acuerdo con una investigación de la Universidad de California en Berkeley.
  • Perder solo una hora de descanso podría matar el deseo de las personas de ayudar a los demás.
  • Entre 2001 y 2016, en Estados Unidos hubo una caída del 10% en las donaciones caritativas después de implementar el horario de verano.
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Probablemente estás familiarizado con el mal humor, la irritabilidad, la fatiga o la falta de concentración que son consecuencia de una noche de insomnio, pero dormir poco también puede volverte una persona más egoísta y tacaña. 

Un estudio realizado por la Universidad de California en Berkeley encontró que dormir poco debilita el altruísmo y las ganas de ayudar a los demás.

Un descanso pobre vuelve a una persona más propensa a padecer enfermedad cardiovascular, depresión, diabetes, obesidad, hipertensión. También perjudicaría la conciencia social básica.

En un mundo que cada vez duerme menos y peor, las consecuencias de tener malos hábitos de sueño también debilitan los lazos sociales.

“La falta de sueño degrada el tejido mismo de la sociedad humana”, dijo Matthew Walker, profesor de psicología de la Universidad de California en Berkeley. Él también es uno de los autores de la investigación.

El informe, publicado en PLOS One, aseguró que las donaciones benéficas registradas en la semana posterior al cambio de hora de verano, cuando se pierde una hora de sueño, se redujeron en 10%.

Esta disminución que no se aprecia en estados que no cambian sus relojes ni tampoco en el cambio al horario de invierno.

“La manera en que operamos como especie social parece depender profundamente de cuánto dormimos”, señaló Walker, quien también recordó que hay una relación entre el sueño de calidad y la salud mental. “No hemos podido descubrir una sola afección psiquiátrica importante en la que el sueño sea normal”.

¿Cómo se realizó la investigación?

La investigación describió tres estudios separados que midieron el impacto de la pérdida de sueño en la disposición de las personas a ayudar a los demás. 

En el primero, 24 voluntarios sanos recibieron una resonancia magnética funcional para escanear sus cerebros tras ocho horas de sueño y después una noche sin dormir. 

Aquellas áreas del cerebro que forman la red de la teoría de la mente, que se activa cuando las personas sienten empatía por los demás y se ponen en lugar de otros, estaban menos activas después de una noche de insomnio. 

“Es como si no respondieran al interactuar con otras personas”.

dormir
Eti Ben Simon and Matthew Walker/UC Berkeley

En un segundo estudio, rastrearon a más de 100 personas en línea durante tres o cuatro noches para medir la calidad del sueño. Después evaluaron el deseo de ayudar a los demás en gestos. Esto incluyó mantener abierta la puerta del elevador, ser voluntario social o atender a un extraño que se hizo daño en la calle.

Los resultados arrojaron que la disminución en la calidad del sueño de una persona de una noche a la siguiente supuso una reducción importante en el deseo de ayudar a otros. 

“Aquellos que durmieron mal la noche anterior estuvieron menos dispuestos y ansiosos por ayudar a los demás al día siguiente”, respondió el investigador Eti Ben Simons, otro de los autores. 

Para finalizar, el tercer apartado del estudio extrajo conclusiones de una base de datos de tres millones de donaciones caritativas en Estados Unidos entre 2001 y 2016.

Hubo una caída del 10% en las donaciones durante la semana siguiente al cambio horario de verano en aquellos estados que cambiaron sus relojes.

“Una sola hora tiene un impacto muy medible y muy real en la generosidad de las personas”, señaló Walker. La bondad humana innata y la motivación de ayudar al resto se retraen. 

En anteriores investigaciones, ambos autores demostraron dormir menos acrecienta la soledad, ya que aumenta el aislamiento social. Además, las personas privadas de sueño contagiaban su retraimiento al interactuar con otras. 

En conclusión, el egoísmo, la soledad y la falta de empatía se contagian a través de la falta de descanso.

Los autores consideran el sueño “como un lubricante increíble para el comportamiento humano prosocial, conectado, empático, amable y generoso». 

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