Ana Peña

Ana Peña

Tech Talk

Con toda la discusión en torno al uso del dinero digital, e incluso ahora más con la atención que atraen las criptomonedas, cada vez más gente se pregunta si existirá un mundo sin dinero en efectivo.  A mi parecer, la digitalización financiera es más profunda que simplemente decirle adiós a nuestro Benito Juárez y está más relacionada con el rumbo que establezcan los bancos. Te explico.

Si bien muchos especialistas plantean un mundo en el que nuestra vida financiera sí será más digital, estos escenarios no implican necesariamente deshacernos de nuestros monederos; y es que el nivel de inclusión financiera, la infraestructura y la educación de la sociedad no nos deja visualizar ese panorama.

Por ejemplo, ni la mitad de México (49.1%) tiene una cuenta bancaria. Por el contrario, las personas que pagan con dinero en efectivo rondan entre 78.7% y 90.1%, dependiendo del monto de la compra, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2021. 

¿Qué tendría que pasar para que el dinero en efectivo desapareciera?

Para empezar, debemos entender por qué el afán de disminuir —sino es que desaparecer— el uso del efectivo. Digitalizar el movimiento del dinero nos permitiría tener una economía más transparente y controlada, así como mejores previsiones económicas y de mercado.

Sin embargo, para que esto pase, tendría que concluirse un proceso de sofisticación del sistema económico en términos de tecnología.  Para ponerlo en palabras más coloquiales, la transformación digital tendría que propagarse dentro de la economía, incluyendo a la señora que vende tamales en un mercado de Chiapas. El sistema financiero tendría que estar listo con la infraestructura para soportar el dinero digital y todas las transacciones que se realicen hasta en el lugar más recóndito del país.

Vamos a ponernos un poquito más técnicos. Como esto sucede, pequeños centros de datos tendrían que estar cerca de TODOS los usuarios para procesar la información en tiempo real y conectarse con los datacenters principales para concentrar y resguardar la información. Esto, conocido como edge computing, aseguraría a cada usuario acceder fluidamente a sus servicios bancarios. Estaría de más decir que la conectividad rápida y confiable tendría que ser la norma para asegurar este flujo de los movimientos.

Además de todo, cada uno de los ciudadanos bancarizados tendría que acceder a su app desde un dispositivo robusto y seguro, capaz de soportar medidas de seguridad como identificación biométrica. La población ya tendría que estar convencida de que el comercio informal no es el camino para que la economía nacional crezca, que tener dinero en una cuenta digital es más seguro y que es más fácil rastrear dinero perdido en caso de un fraude electrónico que perseguir un billete por la calle si se lo lleva el viento.

Entonces ¿qué pasará con el efectivo?

Como ves, el dinero en efectivo está lejos de desaparecer y, si bien no está mal tratar de aminorar su uso, en el camino pueden suceder muchas cosas. Por ejemplo, los bancos están al tanto de la llegada de una competencia, muchas de ellas startups, que simplifica el lenguaje financiero y ofrece servicios básicos y sencillos de usar (y de entender).

De esta manera, están incluyendo a las personas no bancarizadas a la economía digital rápida y fácilmente. Esta situación ha presionado a los bancos a evolucionar en la prestación de servicios financieros.

¿Cómo será el futuro financiero?

Hay de varias sopas. Gerald Grattoni, experto en la innovación de tecnología en empresas, imaginó en 2017, al puro estilo de «Dr. Strange», dos escenarios posibles para los bancos en 2030.  

En la primera opción, los bancos se quedan únicamente como compañías proveedoras de infraestructura para soportar y gestionar servicios tradicionales financieros, mientras que serán otras empresas las encargadas de proveer los servicios centrados en el consumidor.

En el segundo escenario, los bancos se convierten en empresas centradas en los datos y su análisis para conocer mejor a sus clientes y sus hábitos en línea. También podría ser que las instituciones bancarias se conviertan en custodios de datos.

¿Qué sucederá? Para decidir, ahora mismo los bancos evalúan el período macroeconómico sumamente complejo por el que estamos pasando. La pandemia no termina de ceder, seguimos viendo afectaciones en las cadenas de suministro y la inflación a nivel mundial cabalga sin control. La desafortunada situación geopolítica en Europa del Este, tampoco ayuda.

Todo esto se ve reflejado en las acciones de alzas de interés de los bancos centrales en diferentes partes del mundo.  El combo macro considera que para principios del año entrante muy probablemente estaremos en un escenario de estanflación: estancamiento económico con persistencia del alza de precios y aumento del desempleo. 

Estamos en una situación muy particular. Las instituciones financieras deben considerar los puntos de inflexión que suceden hoy y preguntarse cómo interactuar con empresas enfocadas en la tecnología, no solamente para ofrecer mejores servicios financieros, más digitales y seguros; sino también para garantizar una economía grande y fuerte. Los siguientes pasos que tomen los bancos definirán gran parte del futuro económico.

Adiós al dinero en efectivo

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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