• 15 voluntarios franceses han salido de una cueva en la que habían pasado 40 días sin relojes, ni teléfonos.
  • Participaron en el proyecto Deep Time, que exploró los límites del aislamiento humano.
  • Dos tercios del grupo aseguran que se habrían quedado en la cueva más tiempo.

15 voluntarios salieron de una cueva en el suroeste de Francia después de pasar 40 días sin relojes, teléfonos ni luz solar, para un experimento sobre el aislamiento humano.

El grupo de voluntarios, formado por 8 hombres y 7 mujeres, vivía en la cueva de Lombrives como parte de un proyecto de 1.4 millones de dólares llamado Deep Time, con el fin de explorar los límites de la adaptabilidad humana al aislamiento. 

El proyecto de Deep Time fue liderado por el Human Adaption Institute, finalizó con la salida de los voluntarios el sábado después de 40 días.

Imágenes en redes sociales muestran a los voluntarios saliendo de la cueva con una sonrisa, entre el aplauso de las personas que esperaban allí.

En el vídeo se puede ver que estas personas tienen que llevar gafas de sol para protegerse los ojos después de tanto tiempo en la oscuridad. 

Permanecer 40 días dentro de la cueva fue sorpresivo para los voluntarios de Deep Time

Durante el tiempo que pasaron en la cueva, los voluntarios durmieron en tiendas de campaña y se suministraban su propia electricidad con una bicicleta de pedales, ya que carecían totalmente de cualquier luz solar.

También tenían que sacar agua de un pozo que se encontraba a 44 metros de profundidad.

Como no había luz, el equipo tuvo que guiarse por sus relojes biológicos para saber cuándo dormir, comer o hacer las tareas diarias, pero rápidamente perdieron la noción del tiempo.

El director del proyecto, Christian Clot, que también formaba parte del experimento, comentaba el sábado a los periodistas: «¡Y aquí estamos! Salimos después de 40 días… Para nosotros, ha sido una verdadera sorpresa», según The Guardian.

Un voluntario dijo que pensaban que había estado bajo tierra durante 23 días.

Un voluntario, el profesor de matemáticas Johan Francois, confesaba que había tenido que correr en círculos dentro de la cueva para mantenerse en forma. También le dijo a los periodistas que tuvo «deseos viscerales» de salir de la cueva, según la BBC.

En cambio, otros voluntarios se sintieron diferente, y dos tercios aseguraron que habrían permanecido aislados más tiempo.

«Por primera vez en nuestras vidas hemos sentido que podíamos presionar el botón de pausa», dijo Marina Lançon, una de las 7 mujeres que participaron en el experimento, según The Guardian.

«Por una vez, tuvimos tiempo para nosotros y pudimos dejar de vivir rutinariamente, dejar a un lado las obligaciones. Fue genial».

Saber si los humanos pueden vivir en condiciones extremas

Sin embargo, Lançon admitió sentirse feliz de estar al aire libre y volver a escuchar el canto de los pájaros.

Los científicos franceses y suizos del Instituto de Adaptación Humana monitorizaron de cerca a los voluntarios durante el tiempo que pasaron en la cueva. Comprobaron regularmente los patrones de sueño, las interacciones sociales y las funciones cognitivas a través de sensores.

La actividad cerebral de los voluntarios también se estudió tanto antes de que ingresaran en la cueva.

Los científicos que llevan el proyecto dicen que esto les ayudará a comprender cómo las personas pueden adaptarse a condiciones de vida extremas y estar en completo aislamiento.

«Nuestro futuro como humanos en este planeta evolucionará», dijo Clot después de salir de la cueva. «Debemos aprender que nuestro cerebro es capaz de encontrar nuevas soluciones, sea cual sea la situación».

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