Ivonne Vargas

Ivonne Vargas

Laberinto Laboral

El confinamiento dejó sin oportunidad laboral a una de cada seis personas jóvenes a nivel mundial, enlista la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Este mes, por cierto, el organismo publicó su informe Panorama Laboral, del que se desprenden cifras difíciles de perder de vista si lo que se busca es conciencia sobre las dificultades que ‘merodean’ la contratación de jóvenes y mujeres, para actuar en consecuencia. 

¿Qué hay sobre el empleo?

De primera instancia, América Latina resultó la región con mayor contracción en las horas de trabajo en todo el mundo, con una pérdida de 16. 2% en 2020 en comparación con 2019. Esta cifra casi duplicó la estimada a nivel mundial, que fue de 8.8%. México no está exento de la categoría ‘más golpeado’ en generación de empleo, en la formalidad. 

Pero si hacemos ‘zoom’ en los más perjudicados, el impacto negativo es significativamente mayor entre las mujeres. En este caso hay una ‘contracción’ del 20% en generación de empleo frente a los hombres (15. 8%). 

Es más, la tasa promedio de desocupación en ellas, al tercer trimestre de 2020 y 2021, fue de 12.4%. No hubo mejoría en este indicador desde los primeros trimestres de 2019, cuando estaba en 9.7%, de acuerdo con los datos de la OIT.

Para redondear el escenario de lo que sucede con la oportunidad de tener un trabajo, este organismo refiere que entre el segundo trimestre de 2020 y el tercer trimestre de 2021 se recuperaron alrededor de 25.5 millones de puestos de trabajo ocupados por hombres, cifra similar a la pérdida de empleo registrada entre el cuarto trimestre de 2019 y el segundo trimestre de 2020. 

Con las mujeres no sucedió lo mismo: de las 23.6 millones de ocupaciones femeninas perdidas se recuperaron alrededor de 19.3. Faltan más de 4 millones de puestos para ellas. 

Los jóvenes son el otro desafío de la crisis laboral

Los ocupados con menos de 25 años, experimentaron una caída de 11 puntos porcentuales en estos dos años de pandemia. Esta población ha recuperado más rápido el trabajo que los adultos, en general, pero ¡no cantemos victoria!, esa reactivación se asocia a la informalidad. 

Antes de la pandemia, la desocupación en jóvenes rondaba en 18%, y ya era considerada elevada.  Pero para el tercer trimeste de 2021 subió a 21.4% entre las personas de 15 a 24 años. 

La recuperación ‘favorable’ es llevarse un trabajo con mal salario, ausencia de prestaciones sociales y poca o nada de idea de las necesidades reales del ámbito laboral. Y luego nos cuestionamos por qué crecen fenómenos como ‘La Gran Renuncia’.

El punto con estas cifras es ¿qué se interpone entre un buen empleo, y esos jóvenes y mujeres?

Considero que los informes, tan necesarios para documentar, irán y vendrán sin mayor impacto si las instituciones involucradas en la generación de conocimiento y de los puestos de trabajo hacen caso omiso de estas señales:

  1. Los jóvenes parece que prefieren seguir estudiando, o las mujeres en casa, que empezar a trabajar a una edad temprana. ¿Para qué hacerlo si encuentro en el mercado  desempleo o un empleo que me mantiene ocupado pero pobre? La reflexión va entorno a cómo orientar y vincular de mejor manera a esta población con una necesidad que demande su conocimiento y con el desarrollo de competencias que sirven de por vida. No es lo mismo intuirlo que conocer a detalle fortalezas, necesidades qué atender y manera de exponerlo a un empleador.
  2. En el caso de los jóvenes, la mayor parte tiene que esperar un promedio de 13.8 meses para encontrar un empleo estable o satisfactorio. El punto aquí es ¿cómo ayudar para hacer una mejor transición entre la educación y el trabajo? Para la mujer, ¿cómo transitar ente diferentes decisiones: hijos, cuidar a un familiar, del hogar, y su vida laboral? No es que el hombre no lo necesite, pero ante las marcadas brechas en varios ámbitos, el foco para ellas es fortalecer los cambios de un ciclo a otro.
  3. En las economías en desarrollo, dos de cada cinco jóvenes que trabajan viven con menos de 60 pesos al día. Globalmente, tres de cada cuatro están contratados en la informalidad. 

Alguien tiene que asumir la responsabilidad de esto, incluyendo al propio jóven. Si se puede hacer de manera conjunta mejor, porque eso es estratégico: escuelas, sector privado, empleadores, gobierno; que cada uno haga su ‘examen de conciencia’ y revise de qué manera se puede dotar de mejores herramientas a esta población.

Pero a título personal veo rebasado o mal orientado ese discurso de colaboración tripartita. Invertir en el empleo juvenil y de mujeres, implica priorizar y formalizar la idea de formación continua: implica meter a la persona en el centro de la ecuación y recordarle su responsabilidad, el control que puede tener sobre su propia carrera. 

 Es un enfoque donde el propio buscador de trabajo se hace consciente de sus cualificaciones; de lo que existe y no en su formación. La informalidad puede que sea el problema de toda la vida, pero si la persona sabe cómo ‘formalizar’ su incursión a un empleo y luego como crecer en cierta industria o transitar a otra, eso es prepararse para lo que vive el mercado. 

Sobre esto platicaremos en una siguiente entrega, con la herramienta de plan de carrera, una hoja de ruta que te ayuda a tomar decisiones basadas en prioridades y en lo que realmente se quiere cumplir a nivel profesional.

Pexels/Jonás Cortés|Business Insider México

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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